Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

lunes, 15 de julio de 2013

Pagando la carrera


Esta es la historia de uno de tantos polvos que me regala mi vecina guarrilla, desde que un día coincidiéramos en el ascensor y acabara con mis espermatozoides nadando por su cara y su garganta.

Eva necesitaba ir urgentemente a realizar unos trámites, y su coche estaba en el taller. Me pidió el favor de llevarla y yo, como buen vecino, no me opuse. Además, tal y como la chupa esta chica, como para negarle algo…

En el camino de ida no pude evitar fijar mi mirada en su escote a través del retrovisor. Pese a que había visto ese cuerpo completamente desnudo, me gustaba demasiado como para no seguir fijándome. El camino de vuelta fue más movidito.

Ya estábamos volviendo cuando Eva se mostró agradecida.
-          Muchas gracias Juan.  Menos mal que me has llevado.
-          No es nada, vecina. Para eso estamos. – Le resté importancia.
-          De verdad, me has hecho un gran favor, y a mí me enseñaron a ser agradecida.
Todavía no había acabado la frase y yo ya sabía que mi polla iba a acabar en su boca. Esta chica pasa más tiempo con una polla en la boca que hablando. Total, que antes de que pudiera rechazar ningún favor a cambio ya me había desabrochado el pantalón. Saco mi polla flácida y se la metió entera en la boca. Se me estremeció todo el cuerpo del placer. Empecé a ponerme nervioso porque estaba conduciendo, pero es imposible decir que no a una mamada de Eva.

Ella chupaba sin miedo mientras yo trataba de concentrarme en la conducción. No hubo problema porque íbamos por autopista, por lo que no era muy difícil. Increíblemente Eva se sacó mi pene de la boca, pero fue para llevarla a mis huevos. Los lamía mientras me pajeaba con la mano a toda velocidad. Cada vez que había una larga recta aprovechaba para echar una miradita hacia abajo y contemplar el espectáculo, así como para tocarle una teta o el culo con mi mano derecha.

Poco duró Eva con la polla fuera de su boca. Ya me había dejado los huevos babeados y ahora volvía a la polla. Se follaba la garganta a sí misma con mi pene. Se la metía entera en la boca y cada vez que llegaba a tocar mi pelvis con los labios, salía de ella un sonido de ahogamiento o incluso de arcada. Sin embargo le gustaba porque no paraba de hacerlo. De vez en cuando aguantaba unos segundos con mi polla en la garganta y sacaba la lengua para lamerme los huevos.

Noté que iba a correrme así que apoyé mi mano derecha en su cabeza, cogiéndola del pelo, para llevar el ritmo de la mamada. Eva siguió a lo suyo, dejándose manejar, y con la mano masajeaba mis testículos. Cuando llegó el momento agarré fuertemente el volante con una mano y apreté la cabeza de Eva contra mi polla con la otra. Noté mi pene entero dentro de su boca y empecé a correrme. Sujeté su cabeza con firmeza mientras me corría en su garganta. Con cada chorro de semen que salía de mi polla Eva tosía, pero no le solté la cabeza porque sabía que en el fondo le gustaba. Cuando acabé de correrme la solté. Levantó la cabeza de golpe cogiendo aire forzadamente, pero en la cara tenía una sonrisa de oreja a oreja. Según me dijo Eva más adelante: “pude notar el semen yendo directamente por mi garganta hasta el estómago, no pude saborearlo.”

Cuando hubo cogido oxígeno, Eva me la chupó un poco más hasta haber succionado la última gota de mis jugos. Después cogió una toalla del asiento de atrás y me secó la polla. Luego me la volvió a guardar y me abrochó el pantalón. Le di las gracias pero ella dijo:
-          Hoy me has aguantado poco eh… Yo quería que me dieras por el culo…
No pude evitar mirarla, y sus ojos eran desafiantes. Me había quedado satisfecho corriéndome en su boca pero no podía decir que no a darle sexo anal. Hay muchas tías que no se dejan, y además el culo de Eva es maravilloso, o sea que como para negarse. Lo tiene estrecho pese a lo mucho que lo usa, por lo que meterla ahí es increíble.

Total, que cojo la siguiente salida y me meto por un caminito de tierra intransitado. Después de unos metros, cuando estuvimos suficientemente alejados de la autopista, paro el coche y salimos ambos. Subí a Eva al capó, le subí la faldita y le quité las bragas. Puse mis labios suavemente en sus labios vaginales con la intención de lamerle la entrepierna con dulzura, pero mi vecina ya estaba muy cachonda por la mamada que me había hecho, así que me apretó agresivamente la cabeza contra su coño aprisionándome entre sus piernas. Le comí el coño totalmente depilado con muchas ganas, en cierto modo por la pedazo mamada que me acababa de hacer. Me ayudé de tres dedos en su coñito y dos en su culo para estimularla más. Poco a poco mi polla fue creciendo de nuevo y pronto estuvo lista para un segundo asalto.

Me bajé los pantalones. Eva se arrodilló y le dio un par de lametazos a mi miembro. También escupió y restregó su saliva con la mano. Luego se levantó y se puso de espaldas a mí. Yo le empujé la espalda con la mano hasta que sus tetas estuvieron apoyadas en el capó del coche, y su culo estaba en pompa hacia mi verga, dispuesto a ser penetrado. Se la metí por detrás sin contemplaciones, provocando que saliera un gemidito de su boca. Abusé de su culo brutalmente metiéndosela entera con cada embestida y haciendo que mis huevos chocaran contra su coño a modo de aplauso. Eva disfrutaba de lo lindo siendo violada analmente sobre el capó aún caliente de mi coche. De vez en cuando con mi mano izquierda tiraba de su pelo y con la derecha le azotaba.

Estuvimos así, entre penetraciones anales y azotes, hasta que el cuerpo de Eva empezó a temblar y derivó en un genial orgasmo. Exhausta, Eva pedía un poco descanso para recuperarse de su clímax.
-          Para un segundo…  Juan… Un momento… - Murmuraba.
Pero yo estaba a punto de correrme por segunda vez ese día y no paré de follarle el culo. Eva se dio por vencido y permaneció tumbada en el capó dejándose follar. Minutos después me tocaba el turno. Saqué la polla y le pinte el culo con mi lefa. Descargué todo sobre ese precioso trasero desnudo. Al menos todo lo que me quedaba, ya que la mayoría había ido a parar a su estómago anteriormente. Eva cogió lo que pudo con los dedos de su mano para llevárselo a la boca. Esta chica nunca tenía suficiente, insaciable…

Después de limpiarnos y vestirnos subimos de nuevo al coche. Me hizo mucha gracia la cara de Eva al apoyar su culo sobre el asiento. La pobre estaba dolorida, pero se notaba en su humor que le había encantado. Fue también graciosa su cara al subir las escalerillas de nuestra finca.

Me despedí de ella en su puerta con un beso y una palmada en el culo. Esto último provocó un saltito, aún lo tenía escocido.

Más tarde esa noche tuve que llevarle una bolsa de hielos, no sé para qué sería...


No hay comentarios:

Publicar un comentario