Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

miércoles, 31 de mayo de 2017

Una niñera obediente



Alicia salió del dormitorio de los niños tras haberlos dejado dormidos en sus camas. Trabajaba cuidando de ellos algunos fines de semana mientras estudiaba en la universidad. Eran los hijos de una pareja bastante adinerada y los padres solían estar bastante ocupados.

Fue a la cocina a beber algo mientras esperaba que llegara alguno de los padres para poder irse a casa. Sacó una botella de vino medio vacía de la nevera y se sirvió una copa. Solo había dado un sorbo a su bebida cuando oyó la puerta principal abrirse, y luego cerrarse. Apareció en la cocina el padre de los niños.
 - Hola Alicia.
 - Hola Antonio.

Antonio era un hombre maduro y atractivo, ya en la cuarentena de edad. Su pelo corto y moreno siempre bien peinado lo adornaban unas pocas canas que, en lugar de quedarle mal, le daban un toque sexy. Siempre vestía elegantemente y hablaba correctamente y con formalidad. Alicia, por otra parte, era joven, despreocupada, siempre con su pelo castaño y ondulado suelto. En contraposición de Antonio, ella solía vestir muy informal, con blusas escotadas y pantalones cortos, como era el caso aquella noche.

miércoles, 10 de mayo de 2017

El fetiche del jefe



Había nuevo jefe en la oficina, y aquel era su primer día. Dio un breve discurso ante los trabajadores y luego se refugió en su despacho a arreglar un papeleo pendiente. Todos siguieron con sus labores como cualquier otro día, pero Inma tenía una idea mejor. Quería tener el favor del jefe desde el principio, y para ello estaba dispuesta a recurrir a su cuerpo. El nuevo jefe era algo mayor, pero eso no suponía un problema para ella.

Inma se levantó de su puesto y fue al baño. Una vez allí, se arregló para ofrecer una imagen aún más sexy y atrevida. Se aplicó brillo en los labios y unas gotas de perfume. Se miró al espejo. Se soltó la coleta que se hacía normalmente para trabajar y se acomodó el largo pelo sin dejar de mirar su reflejo en el cristal. Estaba estupenda, y ella lo sabía. Sin embargo, también sabía cómo son los hombres, así que se hizo un par de retoques más. Se desabrochó un botón más de la camisa, dejando un pronunciado escote en el cual se podía ver ligeramente el sujetador. Finalmente, se levantó unos centímetros la falda ajustada que llevaba. Una última mirada al espejo y decidió que estaba lista.

Salió del baño, cogió unos papeles para disimular y fue directa al despacho del jefe, intentando pasar desapercibida entre la gente. Se fijó en que las persianas del despacho estaban ya cerradas, lo cual venía muy bien. Tocó a la puerta y enseguida oyó la voz del jefe diciéndole que pasara. Eso hizo. Se aseguró de cerrar bien la puerta detrás de ella. Al entrar, Inma notó la mirada del nuevo jefe clavada en su cuerpo. Mirada que enseguida trató de disimular.
 - Hola, soy Inma.
 - Hola Inma, ¿en qué puedo ayudarte?
Inma cogió la silla que había delante del escritorio del despacho, destinada a la gente que venía a hablar con el jefe, y la movió para sentarse junto a él, sin mesa de por medio. Al jefe no pareció importarle.
 - Solo quería darle la bienvenida.
 - Ah, gracias, muy amable. Estoy encantado de estar aquí y espero llevarme bien con todos vosotros.
Mientras hablaba, Inma aprovechó para descalzarse disimuladamente, quedando sus pies cubiertos únicamente por las medias que llevaba y que subían hasta sus muslos.
 - También quiero decirle que estoy aquí para lo que necesite.
 - Gracias, otra vez. - Dijo el jefe con una sonrisa.
Inma rozó suavemente el tobillo de su jefe con su pie descalzo. Esto sorprendió al jefe, cuya única respuesta fue mirar para abajo y luego a Inma. Ella subió lentamente el pie, acariciando cada centímetro de la pierna del hombre, y mirándole fijamente a los ojos al tiempo que se mordía el labio inferior. Llegó a la altura de la entrepierna y, sin ninguna vergüenza, le acarició el paquete con el pie.
 - Para lo que necesite... - Repitió en ese momento Inma, ahora con un tono mucho más sensual.
Ahora, la sonrisa de agradecimiento del jefe había cambiado por una tensa expresión de nervios.