Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

lunes, 20 de junio de 2016

Compañeros de oficina



Era un día frío en la calle pero en la oficina se estaba estupendamente. No solo la calefacción hacía su efecto, sino que también mi compañera de trabajo, Claire, contribuía a caldear aún más el ambiente luciendo uno de sus habituales escotes. Los pechos de Claire habían sido más de una vez tema de conversación entre los compañeros. Tenía unas tetas realmente grandes. Obviamente estaba orgullosa de ellas porque casi siempre venía a trabajar con escotazo, y ello hacía que fuera realmente difícil concentrarse en el trabajo cuando estaba cerca.

Ese día Claire vestía una blusa gris de botones y con puntitos blancos. Todos los botones abrochados excepto el último, lo cual generaba el bonito escote que a todos nos gustaba. Sobre la blusa, una americana negra. También llevaba una falda negra y elegante a la par que corta. Y unas medias negras iban desde debajo de la falda hasta los tacones, también negros. Colores oscuros, que le daban elegancia al estar trabajando, pero prendas cortas, que le daban un toque picante.

Llegó la hora de comer, pero yo me quedé en mi mesa porque tenía que acabar algunos asuntos. Estaba con la mirada fija en la pantalla del ordenador, enfrascado en mis tareas. Noté la vibración del móvil en mi bolsillo. Lo saqué y vi que era un mensaje de Claire. La verdad es que me extrañó, no teníamos mucha relación como para enviarnos mensajes. Supuse que estaría relacionado con el trabajo. Mi sorpresa fue cuando, al abrir el mensaje, vi que incluía una foto. En la foto aparecía Claire con la blusa desabrochada, el sujetador bajado y los pechos al descubierto. En aquella bonita instantánea, sus dos grandes tetas me saludaban. Cuántas veces la había desnudado con la mente... Y por fin veía sus pechos. La foto estaba hecha en lo que parecía el baño de mujeres de la oficina, y mi compañera de trabajo me sonreía con una expresión que invitaba a algo más que un poco de exhibicionismo. El texto del mensaje decía: "Si quieres ver más, ahora te toca a ti..."

martes, 14 de junio de 2016

Lucía en la bañera



El dedo del pie de Lucía entró en contacto con el agua tibia de la bañera. Estaba perfecta. Tras la comprobación, metió el pie entero, y al primero le siguió el segundo. Se fue recostando hasta que todo su cuerpo desnudo estuvo bañado por el agua. Desde sus bonitos pies hasta su cuello, pasando por sus suaves piernas, su coño completamente depilado, su culo firme, su vientre plano y sus grandes pechos decorados con piercings en los pezones. El borde del agua acariciaba el cuello de Lucía que aún mostraba marcas causadas por el último hombre que había pasado por su cama. La cabeza era lo único que se salvaba del agua, con su pelo dorado recogido en una estilosa coleta.

Lucía miró su cuerpo, que se transparentaba a través del agua de la bañera. Sonrió. Luego echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en el borde de la bañera. Por unos segundos, disfrutó del completo silencio y de la mayor tranquilidad. Poco a poco, pensamientos picantes fueron cruzándose por su cabeza. El recuerdo de un polvo, alguna fantasía, la última película porno que había visto... Un poco de todo. Cuando se quiso dar cuenta, su mano acariciaba suavemente su entrepierna. Era prácticamente un acto reflejo e involuntario, impulsado más por la lascivia que por su cerebro. Le encantaba tocarse. Lo único que le gustaba más que tocarse era que le tocaran otros. Y depende de quien, a veces ni eso.

Rozaba con sus dedos su zona púbica. Le encantaba notarla suave y sin pelo. Se había depilado el día anterior. Tras un período de vello recortado, ahora quería probar a depilarse completamente. Y ahora disfrutaba con el resultado. Se imaginaba una gran polla rozando sus labios. Su lengua envolviéndola de arriba a bajo. Lamiendo sus huevos como si la vida le fuera en ello. Cómo le apetecía aquello en ese momento. Con este pensamiento introdujo el primer dedo en su coñito, que ardía bajo el agua.

sábado, 4 de junio de 2016

Los pies de Alicia



Una amiga nos invitó a cenar a su recién alquilado piso a modo de inauguración. Pese a que solo llegué unos minutos tarde, ya estaban todos los demás. Saludé a todos uno a uno. Todos eran amigos mios o conocidos, excepto una chica. La anfitriona me la presentó como Alicia, su compañera de piso. Era una chica tremendamente guapa, de ojos marrones y pelo castaño, largo y ondulado. Llevaba unas sandalias, un short vaquero y una camiseta de tirantes con algo de escote. Lo suficiente como para presumir de un buen par de tetas.

Nos sentamos todos a la mesa y disfrutamos juntos de la comida y bebida por cortesía de la nueva inquilina del piso. Con cada nueva jarra de cerveza en la mesa aumentaban las risas. Yo no paraba de mirar a Alicia, totalmente atraído por ella. No solo por su físico, ya que su simpatía y su gracia la hacían más atractiva, además del toque morboso que aportaba su acento gallego. Alicia me devolvía las miradas y me deleitaba con dulces sonrisas, jugueteando de vez en cuando con el piercing de su nariz. Conforme mi nivel de alcohol en sangre crecía, mis inevitables miradas furtivas a su escote se hacían más frecuentes y con menos disimulo. Me moría por follarme a Alicia y ella lo notaba.

Inesperadamente, noté que algo me tocaba la rodilla y acariciaba mi pierna acercándose a mi entrepierna. Mis ojos se cruzaron con una picante mirada de Alicia. Una sonrisa de traviesa apareció en su cara. Miré hacia abajo y su un pie descalzo apoyándose sobre mi paquete. Tenía un pie realmente bonito, con las uñas pintadas de granate. Me palpó la zona con él y se recreó acariciando mi miembro semierecto. Yo me pegué a la mesa para que no se viera nada de lo que pasaba debajo de ella. Alicia me tocó tanto con el pie que no pude contener mi excitación y tuve una erección. Mi polla bien dura parecía a punto de destrozar el pantalon. Miré de nuevo a Alicia y ella se mordía el labio inferior, excitada al notar la dureza de mi miembro con la planta de su pie.