Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

domingo, 10 de marzo de 2024

La pelirroja de la curva


Tímidas gotas de lluvia caían sobre el parabrisas del 4x4 que conducía Sandro por las sinuosas carreteras de la montaña. Andrés, de copiloto, hacía scroll en la pantalla de su móvil buscando las próximas canciones que añadir a la lista de reproducción y que sonaban a todo volumen en el interior del coche. En los asientos traseros, Fran y Nico estaban enfrascados en un duro debate futbolístico, interrumpido ocasionalmente por alguna letra de canción que se sabían y no podían dejar pasar sin cantarla a gritos. 
 - Eh, mirad. - Dijo el conductor.
Sandro levantó la mirada del teléfono y entrecerró los ojos para fijar su mirada en la lejanía. Distinguió a lo lejos, en la siguiente curva, la silueta de una mujer.
 - ¿Es una tía?
Fran y Nico se asomaron desde atrás.
 - Sí, ¿no? - Dijo el primero.
Sandro fue reduciendo la velocidad conforme se acercaban a la curva.
 - Está haciendo dedo. - Consiguió distinguir Nico. - ¿La recogemos?
 - ¿En serio? - Preguntó incómodo Sandro. - Me da cosa, eh... No me mola recoger gente.
Cuando se acercaron los suficiente a la curva, se dieron cuenta de que la chica apenas llevaba ropa.
 - ¡Coño! ¡Va medio en bolas! - Exclamó de nuevo Nico.
 - Uf, y está buena, eh. - Añadió Andrés.
No hicieron falta más argumentos para convencer a Sandro.
 - La recogemos. - Sentenció.

Cuando llegaron a la curva, detuvieron el coche junto a la chica y Andrés bajó el volumen de la música. Los cuatro amigos la miraron de arriba abajo mientras se bajaba la ventanilla del copiloto. Era una pelirroja guapísima que vestía únicamente un bodi de rejilla, el cual dejaba ver un sujetador negro a través de él, y cuya parte baja era a modo de tanga. Lucía dos largas trenzas que le daban un aspecto inocente, pero no hacía el mínimo amago de taparse pese a ir medio desnuda. En cuanto empezó a hablar, también se percataron de un metálico piercing alojado en su lengua.
 - ¡Hola! - Saludó con una sonrisa.
 - ¡Hola! - Respondió Nico, entusiasmado, desde los asientos de detrás.
 - ¿Qué...? - Comenzó a preguntar Andrés, pero no supo cómo formular su pregunta.
Ella entendió de inmediato las dudas.
 - ¡Ah! Es que tengo una suerte... He venido a bañarme al río que hay por aquí y una ráfaga de viento se ha llevado casi toda mi ropa. Ha caído en el río y se la ha llevado la corriente. Así que, solo me ha quedado esto...
Separó los brazos y mostró su cuerpo apenas cubierto. Los cuatro amigos tragaron saliva al mismo tiempo.
 - ¿Os importaría acercarme a mi casa? Normalmente voy andando, pero está anocheciendo, empezando a llover…
Tras unos segundos de silencio, Nico abrió la puerta de atrás.
 - ¡Por supuesto! - Dijo mientras salía del coche para cederle el paso. - ¿Pero te importa ir en medio?
 - Para nada. No será la primera vez que esté entre dos hombres... - Rio jovialmente tras decir eso.
Una broma quizá inocente, o quizá no. Nico eligió penar mal y sonrió. No desaprovechó la oportunidad de mirarle el culo descaradamente mientras ella subía al coche. Luego subió él y se apretujaron junto a Fran.
 - ¡Muchas gracias! - Exclamó ella con alegría. - Soy Laura, por cierto.
Los chicos se presentaron diciendo cada uno su nombre. Sandro puso el coche en movimiento de nuevo y retomaron la carretera.
 - ¿Cómo es que has venido sola? - Preguntó Fran.
 - No necesito estar acompañada para disfrutar de un baño en el río. Aunque reconozco que alguna vez he venido acompañada, jaja...
Sandro y Andrés se miraron con una medio sonrisa ante la obvia connotación sexual de aquella afirmación.
 - Siempre voy andando, pero esta vez he tenido la suerte de quedarme casi sin ropa cuando se acerca una tormenta.
Sandro tomó una curva un poco más rápido de lo que debería y los tres que iban detrás se apretujaron contra el lado de Fran. Laura reaccionó apoyando la mano en el muslo de Fran para sujetarse, casi en su entrepierna. Nico no hizo demasiado esfuerzo por evitar que su cuerpo se pegara al de ella.
 - Perdón... - Se disculpó el conductor.
 - No importa. - Respondió ella. - No me importa un poco de roce, jaja.
Las risas, indirectas y dobles sentidos continuaron durante el resto del trayecto hasta la casa de la chica. Ella les seguía el juego de las insinuaciones sin ningún reparo.

Obedeciendo sus indicaciones, llegaron a una gran cabaña de madera en mitad del bosque. Los chicos miraron la casa extrañados desde dentro del coche. Tenía un aspecto descuidado, lo cual la hacía parecer abandonada. Para entonces ya llovía a cantaros.
 - ¿Queréis pasar a tomar algo? Es peligroso conducir con esta lluvia. Os invito a unas cervezas mientras esperamos a que pare un poco, como agradecimiento por traerme. 
Sandro dudó. No le convencía la idea, pero era cierto que llovía demasiado. Nico fue más rápido.
 - ¡Claro! ¿Quién dice que no a una cerveza?
Sandro le miró con desaprobación.
 - ¿Has visto cómo llueve? - Argumentó Nico. - Mejor hacemos algo de tiempo a ver si para un poco o podemos tener una desgracia en la carretera.
Los cinco caminaron con paso rápido desde el coche hasta la entrada, pues para entonces la lluvia ya era muy intensa.
 - Quieres entrar por la lluvia y no por ese culo que no paras de mirar, ¿verdad? - Susurró Sandro a Nico lejos del alcance de Laura.
 - Pero tío, ¿por quién me tomas? - Respondió en tono burlón, para luego hacer gestos obscenos como si azotara con la mano un culo invisible.
La casa, que de fuera parecía abandonada, por dentro era todo lo contrario. Ordenada, cuidada y acogedora, pese a su gran tamaño. Laura fue directa a la cocina y volvió con unos tercios de cerveza.
 - Aquí tenéis. Yo voy a cambiarme y vuelvo enseguida.
Los cuatro agradecieron la bebida y se sentaron en los sofás, mientras ella subía por unas escaleras al piso de arriba.
 - Joder, está cachonda la pelirroja, ¿eh? - Comentó Andrés.
 - Cachondo me tiene a mí, la cabrona... - Confesó Nico, mordiéndose el labio. - Menudo culo...
 - Y quiere rabo, pero vamos... Si ha metido mano a Fran en el coche, jajaja.
 - Ha sido sin querer... - Se limitó a decir Fran, quitando hierro al asunto.
Si Nico era el más extrovertido, lanzado y bocazas, Fran era todo lo contrario. Él era tímido, callado y respetuoso. Nico era deportista, corpulento y musculoso, mientras que Fran era pequeño y más bien enclenque. Sandro y Andrés se movían en el término medio, pero mientras el primero era el más responsable del grupo, el segundo era el más descuidado y confiado.
 - ¿Y el piercing de la lengua qué? - Insistió Nico.
 - Eso tengo que probarlo… - Siguió Andrés, coronando su intervención con exagerados gestos de una felación al aire.
 - Pues ponte a la cola. Cuando acabé conmigo es toda tuya…
 - Igual quiere con los cuatro a la vez. Las de aspecto inocente luego son las peores.
 - ¡Bukkake! - Exclamó Nico, quizá un poco más alto de lo que debería.
Los cuatro rieron. Se hizo el silencio de golpe en cuanto se oyeron los pasos de Laura bajando las escaleras.