Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

jueves, 6 de junio de 2019

Microrrelato: Ducha mañanera


Se despertó con el miembro duro como una roca. Se desperezó y se acarició la erección matutina. Tirado en la cama, oyó el lejano sonido de la ducha. Se levantó y caminó somnoliento por el pasillo hasta llegar al cuarto de baño. Al entrar, se encontró con ella en la ducha. La visión de ella desnuda bajo la ducha, enjabonándose su perfecto cuerpo mojado, no hizo sino endurecerle aún más. Sin decir nada, se quitó el pijama y se metió en la ducha con ella. Le dio los buenos días con un azote en el culo que salpicó las paredes. Ella dio un pequeño brinco por el susto, al no haberse dado cuenta de que él se había metido en la ducha. Luego sonrió.
 - Buenos días. - Le saludó ella.
No le contestó, sino que directamente agarró sus tetas enjabonadas y le plantó un furioso beso con lengua. Ella notó su dura polla rozando su pierna. Tras un breve pero intenso beso, él le dio la vuelta furiosamente, para ponerla contra la mampara de la ducha. Aprisionada contra el cristal, notó cómo él le separaba las piernas, la agarraba de la cintura y, finalmente, se la metía bien dentro. Apoyada contra la mampara, se dejó follar por él a su antojo. Caía el agua sobre ellos mientras notaba su dura polla entrando y saliendo de su interior. Los pezones clavados en el cristal, donde, algo más arriba, su aliento lo empañaba. Él se había despertado bruto. Solo gemía, sujetaba su cintura y la embestía sin parar. El choque de cuerpos salpicaba por todo el cuarto de baño. Durante una breve parada de pocos segundos para coger aire, ella se intentó girar para besarle. Sin permitírselo, él volvió a ponerla contra la mampara y siguió follándosela. Tenía una gran energía para acabar de despertarse. Se la folló hasta estar a punto de correrse. Tras un par de profundas penetraciones, sacó finalmente la polla de su coño y se empezó a masturbar. Ella se deslizó suavemente, resbalando hasta quedar tumbada en la bañera, debajo de él. Desde ahí abajo, vio cómo él se masturbaba con fuerza apuntando hacia ella. Chorros de semen llovieron sobre ella. La corrida salpicó casi todo su cuerpo, especialmente las tetas. Cuando dejó de eyacular, se inclinó en la bañera y metió su polla en la boca de ella, forzándola hasta el fondo de su garganta. Ella succionó como pudo, encargándose de las últimas gotas de semen. Ya satisfecho, él se levantó, se puso una toalla y se fue a desayunar, dejándola en la bañera, manchada de corrida, con necesidad de una nueva ducha.


domingo, 2 de junio de 2019

Noche de hotel


Iván llegó al hotel hecho un manojo de nervios. Se moría de ganas por ver a Daniela. Llevaban muchísimo tiempo hablando y por fin había surgido la oportunidad de conocerse. En realidad, aunque aún no se habían visto en persona, ya era como si se conocieran. Sus largas conversaciones sobre cualquier tema les hacía sentir una conexión, desde los temas más cotidianos hasta los más íntimos. Se conocían muy bien el uno al otro. Un encuentro en persona era un gran paso, pero ambos estaban seguros de que saldría bien.

La vio en cuanto entró al bar del hotel. Estaba sentada sola, con una copa medio vacía en la mesa, y una silla libre dispuesta para Iván. Iba vestida con un vestido negro con buen escote, donde lucía un bonito colgante. Elegante y sensual. Llevaba el pelo suelto, cayéndole hasta por debajo del pecho. Iván, por su parte, vestía pantalones largos oscuros y la camisa por fuera, arremangada y con un par de botones desabrochados. Un poco más informal que ella, pero también elegante. La miró desde la entrada y percibió que también estaba nerviosa. Se acercó a ella caminando con seguridad. Se le aceleró el corazón en el momento en el que la mirada de Daniela se clavó en la suya. Ambos sonrieron tímidamente. Tras un par de besos y los típicos saludos, Iván pidió una copa al camarero que pasaba por su lado y se sentó a la mesa.
 - Por fin nos vemos. - Dijo Daniela, aunque el sentimiento era mutuo.
 - Sí. Estás guapísima...
 - Vaya, gracias. Tú también.
Ninguno mentía. Iván alucinaba con la belleza que tenía delante. Ya la conocía de alguna foto que habían intercambiado, y también de alguna videollamada, pero en persona era aun más alucinante. Por su parte, Daniela se había llevado una grata sorpresa. Iván siempre le había parecido guapo e interesante, pero le sorprendió mucho lo atractivo que le pareció en persona. Más de lo que había imaginado.

Estuvieron hablando, bebiendo y riendo durante un buen rato. Con el paso del tiempo y las copas habían perdido la timidez inicial y ya conversaban como siempre. Se notaba entre los dos una tensión sexual muy fuerte. Una atracción física imperiosa que superaba con creces a los calentones que habían tenido en ocasiones pasadas en las que la conversación había subido de tono. El carisma de Iván y sus constantes piropos bien traídos hacían sonrojar a Daniela, que cada vez estaba más a gusto con él. Se notaba porque se dejaba llevar y repetidamente tocaba en el brazo de Iván. Cada vez que el cuerpo de Daniela rozaba el suyo, o que le dedicaba una de sus bonitas sonrisas, su sangre se calentaba.

Se les pasó el tiempo volando y tuvo que acercarse el camarero a avisarles de que el bar iba a cerrar, interrumpiendo una divertida anécdota de Daniela.
 - Anda, sí que es tarde... En mi habitación hay minibar, si quieres subimos y tomamos la última mientras te lo acabo de contar.
 - Claro, vamos.
Iván siguió a Daniela al ascensor con la cabeza atiborrada de dudas. Le encantaba Daniela, pero no sabía qué pensaría ella. Durante el breve viaje en ascensor hasta la octava planta, Iván no le quitó el ojo de encima a Daniela. Tenía un cuerpazo increíble. Se quedaba embobado mirando sus largas piernas brillantes y, gracias a ser un poco más alto que ella, también sus grandes pechos asomando por su pronunciado escote. Por suerte, ella se giró justo cuando él la miraba a la cara, y se sonrieron el uno al otro.