Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

domingo, 15 de febrero de 2015

Dos hombres para Luna



Era un viernes por la noche y habíamos quedado cuatro amigos a tomar unas cervezas y ponernos al día de nuestras vidas. Hacía tiempo que no nos veíamos. Fuimos a un local donde antes solíamos ir con frecuencia. Un sitio tranquilo, con la música con el volumen perfecto para dar ambiente y a la vez permitir conversaciones en las mesas sin tener que elevar la voz. Nos pedimos una cerveza cada uno y empezamos a contar las novedades en nuestras vidas.

Cerveza tras cerveza fue pasando la noche, hasta que dos amigos ya estaban cansados y se fueron. Nos quedamos Andrés y yo, que no teníamos prisa ninguna por irnos a casa. En mitad de la conversación vi que la mirada de Andrés apuntaba a otro sitio.
- Mira Juan, mira esa tía…
Me giré disimuladamente y en seguida detecté a la chica de la que hablaba. Era una morena muy sexy y joven, sería de nuestra edad. Tenía rapado un lado de la cabeza y lo demás era una larga melena negra. Vestía una camiseta de tirantes con buen escote y un pantaloncito. Un reluciente piercing decoraba su labio inferior. Era guapa y sexy. Estaba sentada en una mesa cercana fumando y hablando con quien debía ser una amiga suya. Aunque su amiga también estaba buena, no podíamos apartar la mirada de la morena.

Un rato más tarde ambas se levantaron y fueron a la barra a pagar. A la morena se le cayó una moneda al suelo, y al agacharse asomó por encima de su pantalón un bonito tanga naranja. Andrés y yo nos miramos con cara de sorpresa y reímos en silencio. Comentamos de broma sobre tirarle cosas al suelo para que se agachara, no solo por el tanga, sino porque tenía un culo increíble. Daban ganas de bajarle el pantalón y follárselo ahí mismo.

jueves, 5 de febrero de 2015

La ducha compartida


El agua estaba helada. Por más que esperara no salía agua caliente en mi ducha. Ni siquiera hacía el amago de calentarse un poco. Nada. No tuve más remedio que buscar otra solución.

Volví a vestirme, cogí la toalla, el gel y el champú y salí al pasillo. Me acerqué a la puerta de enfrente y llamé. En seguida me abrió Eva, que se extrañó al verme llevando todo eso.
- Hola Juan. – Saludó con su habitual sonrisa encantadora.
- Hola Eva. No tengo agua caliente, ¿te importaría que me duchara en tu casa?
- Ah, no, que va. Ningún problema. Pasa.
Entré por la puerta al tiempo que se lo agradecía y me dirigí directo al baño, que ya sabía dónde estaba.

Poco después estaba yo en medio de la ducha calentita cuando oí la puerta abrirse. Vi cómo Eva entraba el baño con una de sus sonrisas pícaras que pone cuando quiere polla. Llevaba solo una toalla cubriendo su cuerpo. Cerró la puerta tras de sí y se plantó en medio del baño. Ella me miraba y yo la miraba. Entonces dejó caer la toalla al suelo, quedando completamente desnuda. Mi mano fue instintivamente hasta mi polla y me la acaricié lentamente. Eva sonrió aún más, e hizo el gesto de la paja con la mano, como invitándome a ello. Obedecí encantado y me masturbé con suavidad mientras ella ponía poses desde fuera de la ducha. Me enseñaba el culito, se lamía los dedos, se acariciaba las tetas, se abría de piernas… Se ponía cachonda viendo cómo me masturbaba mirándola.