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viernes, 12 de abril de 2019

Microrrelato: Gloryhole - Ella



Con gran incertidumbre, Natalia se metió en aquella cabina y cerró la puerta tras ella. Se encontró en un espacio reducido y oscuro. Empezó a dudar de si aquello era buena idea. En realidad, desde que se le ocurrió por primera vez, siempre había tenido algo de duda, pero el morbo por probar aquella experiencia había sido su impulso para animarse a ello. Poco a poco, su vista se fue acostumbrando a la oscuridad, hasta que consiguió discernir unos pequeños agujeros en las paredes. Eso era todo. Un pequeño habitáculo con una puerta hermética con pestillo y paredes negras. Dos de ellas, las que estaban enfrentadas, con un agujero a la altura de la cintura. Natalia sabía perfectamente para qué eran. Al fin y al cabo, para eso estaba ella allí. Se quedó de pie, sin saber qué hacer, fruto de su inexperiencia. Entonces le pareció oír un ruido en la cabina contigua. Se quedó inmóvil, esperando. Nada. Unos segundos más... Nada. Al fin, de repente, por uno de los agujeros apareció un miembro masculino flácido. A Natalia se le aceleró el corazón. Le pareció un miembro bonito, bien afeitado, apetecible, delicioso. Tardó un poco en reaccionar. Luego se arrodilló con cuidado en el suelo, frente al agujero ahora ocupado. Aquella polla desconocida quedó a escasos centímetros de su cara. Notó que se ponía cachonda. Incluso el olor le ponía cachonda. No era de gran tamaño, pero era un pene bonito. No sabía por qué, pero deseaba tener esa polla en la boca. Se relamió. Tuvo un último instante de duda, pero su obsesión con el sexo oral era superior a todo. Tragó salvia y tiró para delante. Sacó la lengua, la apoyó en los huevos y relamió hacia arriba recorriendo toda la polla hasta la punta del glande. Escuchó un suspiro proveniente de la cabina contigua. Siguió lamiendo aquel miembro desconocido. Unas cuantas lamidas más fueron suficientes para que Natalia se relajara y comenzara a disfrutar plenamente del momento. Y así, ni corta ni perezosa, rodeó la polla con sus labios y la engulló. Subió y bajó friccionando el tronco con sus labios y jugueteando con la lengua por dentro de su boca. Notó cómo poco a poco la polla se fue endureciendo en su boca y acabó llenándola por completo. A Natalia le encantaba eso, notar una polla engrandecerse mientras la chupaba. Dejándose llevar por su instinto, Natalia miró hacia arriba buscando los ojos del hombre, pero se encontró con la pared. Sabía de la importancia del contacto visual, además de excitarle ver la cara de placer del recibidor de la mamada. Sin embargo, el morbo del anonimato era la experiencia que había ido a buscar. Mientras chupaba, se le venían a la cabeza las infinitas posibilidades de cómo podría ser el hombre al que estaba deleitando con su boca. Por el aspecto de su polla, pensó que debía ser alguien joven, pero era la única pista que tenía. Le ponía cachonda pensar que se la estaba chupando a un desconocido cualquiera, simplemente por vicio, y que seguramente nunca sabría quién era. Una vez duro del todo, el miembro resultó ser más grande de lo que parecía cuando estaba flácido, pero aun así no era ningún obstáculo para Natalia. Su amor por las felaciones le había hecho tener mucha experiencia de rodillas, así que muy grande tenía que ser un pene para no caberle en la boca. Con algo de esfuerzo, pero sin excesiva dificultad, Natalia conseguía alojar todo el miembro en su garganta, hasta notar su labio inferior rozar los huevos. Llegaba a tragársela entera, y una vez ahí podía aguantar unos segundos. Cada vez que lo hacía, oía suaves gemidos de placer a través del agujero. Por su parte, ella estaba muy mojada. Toda aquella situación la excitaba demasiado. Pese a que le gustaba usar todos sus recursos para hacer una buena mamada, inevitablemente una de sus manos se le iba de vez en cuando a la entrepierna, acariciándose por debajo de la falda. Percibió que el hombre iba a correrse en cualquier momento. Aumentó el ritmo de la felación buscando su orgasmo hasta que, sin previo aviso, chorretones de semen la invadieron. Lejos de amedrentarse, siguió chupando con fuerza mientras la corrida inundaba su boca. Tragó todo lo que pudo, pero la eyaculación era cuantiosa. Le caía de la boca, resbalando por su barbilla y goteando en el escote de su blusa. Sintió el líquido caliente colándose entre sus tetas. No paró de chupar hasta que cesó la eyaculación. Natalia cogió aire y se quedó mirando la polla goteando sus babas. Lamió y succionó las últimas gotas de esperma antes de dar por concluida la mamada. El miembro despareció por el agujero. Natalia se quedó arrodillada, con semen colgando de su barbilla, tocándose con la mano por dentro de las bragas mientras pensando en lo zorra que se sentía al haberse tragado la corrida de un completo desconocido. Entonces oyó algo a sus espaldas. Se giró y descubrió que otra polla había aparecido en el agujero de la otra pared. Una sonrisa apareció en la cara de Natalia.



Lee la versión desde el otro lado de la cabina: Gloryhole - Él