Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

domingo, 10 de septiembre de 2023

En las redes de África


Esa noche, mis amigos y yo habíamos quedado para probar un restaurante que acababan de abrir. Estaba situado en una zona de la ciudad bastante desconocida para nosotros, por lo que, después de cenar, tuvimos que vagar sin rumbo hasta encontrar un sitio donde tomarnos unas copas. Nos topamos con un local que tenía buena pinta, al menos por lo que se veía desde fuera, así que nos decidimos a entrar. A día de hoy aún doy gracias por la suerte que tuve al llegar a aquel sitio, pues el destino me deparaba una experiencia increíble.

El local nos encantó nada más entrar. Elegante, con buen ambiente, pero no excesivamente lleno de gente. La primera parada fue la barra. Pedimos las copas a una guapa camarera que atrajo la atracción de todos los chicos del grupo... menos la mía. Yo me fijé en una mujer escultural con un vestido negro corto y ceñido que conversaba animadamente en un grupito. Era una mujer despampanante. Volví en mí una vez nos sirvieron las bebidas. Cogimos cada uno su vaso y nos perdimos entre la gente.

Un rato después, volví a la barra a por una segunda copa. Mientras esperaba ser atendido, busqué con la mirada a la mujer de antes, y la encontré en el mismo sitio, con el mismo grupo de gente y con el mismo cuerpazo. Me quedé mirándola demasiado rato y, casi como si tuviera un sexto sentido, de golpe se giró hacia mí y me pilló mirándola descaradamente. Nuestras miradas se cruzaron de golpe. Me invadió una vergüenza tremenda. Si no fuera por la tenue iluminación del local, se me habría notado sonrojarme. Aparté la mirada lo más rápidamente que pude y me centré en observar cómo la camarera acababa de servirme mi copa. Después de pagar, antes de volver a mezclarme entre la gente, eché un último vistazo. La mujer seguía mirándome. Disimulé y me mezclé de nuevo entre la gente, en busca de mi grupo.

lunes, 10 de abril de 2023

Amigos anónimos



Licki estaba tan nerviosa como excitada. Aún no podía creer lo que estaban a punto de hacer, y eso que había sido idea suya. Surgió como una idea loca durante una noche de juegos de beber entre amigos, pero ahora estaba a punto de hacerse realidad. Las cuatro chicas se miraron entre sí. Todas tenían una sonrisilla nerviosa en sus rostros. Tras despedirse tímidamente de los chicos, se adentraron en el oscuro pasillo y se metieron aleatoriamente en las cabinas individuales.

Licki se encontró en una pequeña cabina escasamente iluminada por una tenue luz. Solo había cuatro paredes y un taburete. Bueno, y un agujero. Licki miró el agujero de la pared y se le aceleró el corazón. Eso que había visto en tantos vídeos y con lo que tanto había fantaseado, pese a no saber si algún día se atrevería a probarlo, al fin estaba allí para ella. Un agujero a la gloria. Se sentó en el taburete, frente al agujero. No le convenció la pose, así que apartó el taburete y se arrodilló en el suelo. Así mejor. Se recogió el precioso pelo rojo en una coleta. Ahora sí estaba preparada. La cabina contigua estaba tan oscura que no se podía ver nada. Licki pensó en lo que estaba a punto de hacer y se sintió un poco cerda, pero eso la puso aún más cachonda. Notó que su entrepierna empezaba a humedecerse y no pudo evitar deslizar la mano por dentro de sus pantalones, acariciándose.

Un ruido en la cabina contigua interrumpió su precalentamiento. Oyó la puerta abriéndose y cerrándose. Unos pasos. Un cinturón desabrochándose. Una bragueta bajándose. Licki conocía bien ese sonido, que siempre le provocaba que la boca se le hiciera agua. Se relamió ante lo que estaba a punto de llegar. Y al fin llegó. Por el agujero apareció de golpe una polla que quedó a escasos centímetros de su boca. Su olor le invadió las fosas nasales. Pese a estar flácida, la polla era de un tamaño considerable. Licki se sorprendió, pues no sabía que uno de sus amigos estuviera tan bien cargado. Se quedó unos segundos mirándola, con tremenda curiosidad por quién sería el dueño de esa herramienta, pero saberlo habría quitado la gracia de aquel “juego”.