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domingo, 21 de diciembre de 2014

La oficial Bonilla



El preso apellidado Santana, sentado en una cutre silla de plástico gris y con las manos esposadas a la espalda, tensó todos sus músculos mientras se corría a borbotones en la boca de la oficial Bonilla. La oficial de la penitenciaría sacó después la grotesca polla del presidiario de su boca y escupió con mala cara el semen en el cubo que había a su lado.
- Cómo te gusta, eh morena… - Dijo el preso ya satisfecho.
- Esto solo es trabajo. Créeme que no disfruto lo más mínimo metiéndome tu sucia polla en la boca. Y recuerda que estás hablando con una oficial, cuida tus palabras.
- Lo que tú digas. Pero creo que ya sé cómo has llegado a tal rango…
Ante tal comentario, Bonilla agarró con la mano la polla de Santana, apretándola fuerte. Él hizo una mueca de dolor.
- Las pollas que yo me coma no son de tu incumbencia, escoria. Solo tiene que importarte conseguir más información para que siga comiéndome la tuya.
- Sí, señora… - Contestó el preso conteniendo las lágrimas.
Bonilla soltó la polla. Santana respiró aliviado.

La oficial se levantó y sacudió el polvo de sus rodillas.
- Bueno, habías hablado de contrabando de cocaína. – Siguió la oficial mientras se enjuagaba la boca con agua.
- Sí. No sé cómo lo hace pero Rodríguez tiene algún contacto fuera que le pasa la materia. Ya le he visto haciendo intercambios con varios internos. Yo mismo le compré un poco para ver lo que era. Cocaína, sin duda.
- Muy bien, Santana.
Tras recibir la información, Bonilla le quitó las esposas. Santana se levantó y se guardó la polla dentro de su mono naranja de preso. La oficial abrió la puerta de aquella sala insonorizada e invitó al presidiaria a salir.
- Hasta la próxima, Santana.
- Quizás a la próxima pueda disfrutar de mi recompensa sin estar esposado.
- Ni lo sueñes. No me fío de ti ni un pelo. Ahora vuelve a tu celda.

El método de la oficial Bonilla para conseguir información era poco ortodoxo pero eficaz. Santana acudía a ella en cuanto se enteraba de algo para conseguir su recompensa, y por supuesto no podía contarlo porque estaría destapándose como chivato.

Tres días después Santana volvió a contactar con la oficial Bonilla y tuvieron otra reunión en la sala insonorizada. El preso esperaba sentado y esposado a que llegara la oficial. Cuando ésta irrumpió en la habitación fue directa al grano.
- ¿Qué tienes para mí, Santana?
- Esta vez traigo algo más grande. Mucho más que todo lo demás.
- ¿De qué se trata?
- Una fuga.
- ¿Cómo?
- Alguien va a intentar fugarse.
- Interesante… Bueno, ya sabes cuál es nuestro trato.
Bonilla se arrodilló entre las piernas de Santana y se recogió la melena morena dispuesta a empezar con el procedimiento habitual.
- Espera, espera. – La interrumpió él.
- ¿Qué pasa?
- Pues que esta información es especial. ¡Una fuga! Vale mucho más.
Bonilla le miró con cara de pocos amigos.
- Está bien. Te quitaré las esposas esta vez. Pero cómo intentes algo…
- No me refiero a eso. La chupas de miedo, guapa….
- Oficial. – Le corrigió ella.
- La chupas de miedo, oficial. Pero llevo años aquí y es mucho tiempo sin disfrutar de un coñito.
- ¿Me estás pidiendo una visita conyugal?
- No. Estoy pidiendo tu coñito. Quiero follarte.
La oficial se levantó sobresaltada por la petición y bastante molesta.
- ¿Estás loco, Santana?
- ¡Es una puta fuga! Vale mucho más que una mamada. Puedo decirte quién intentará fugarse esta noche.
Bonilla seguía molesta pero ahora su expresión mostraba reflexión y duda. Sin decir nada, salió con paso firme de la habitación.

Un minuto después volvió a entrar. Ya no llevaba su arma, ni su placa, ni su porra. Tras cerrar la puerta fue directa a Santana y le quitó las esposas. Él sonreía satisfactoriamente.
- Nada de faltarme al respeto.
- Entendido.
- Nada de besos.
- Vale.
- Y cuando diga no, es no.
- No hay problema.
- Y no creas que esto significa que a partir de ahora tienes sexo gratis. Esto es una excepción, pero nuestro trato era sexo oral.
- Entendido.
Bonilla empezó a quitarse el uniforme. Santana se relamía mientras la miraba. Moría de ganas por ver el cuerpo de la oficial buenorra que tantas veces había imaginado en cueros.

El presidiario se había sacado la polla y se entretenía con ella mientras veía a la oficial quitarse la ropa. Bonilla quedó completamente desnuda y Santana se quedó unos segundos mirándola y disfrutando de la vista. Luego le indicó con un gesto que se acercara. Entonces Santana se dedicó a tocar todo su cuerpo desnudo. Bonilla nunca le había permitido tocarla durante las sesiones de sexo oral a cambio de información. Ahora lo estaba disfrutando. Estrujaba sus grandes tetas, lamía sus pezones, acariciaba su coñito y apretaba su culo con las manos.
- Chúpamela un poco…
Bonilla puso cara de no hacerle nada de gracia recibir órdenes, y menos suyas. Sin embargo, volvió a arrodillarse como tantas veces lo había hecho en aquella habitación y se metió la polla de Santana en la boca.

Durante la mamada Santana aprovechó que ya no estaba esposado para empujar la cabeza de la oficial. Ella aguantó de mala gana hasta que Santana empezó a empujar su cabeza tan fuerte que notaba la polla atravesar su garganta. Mientras tosía hizo un gesto con la mano que dejaba claro al preso que no tenía que hacer eso. Santana no tentó a la suerte y dejó que la oficial trabajara. En uno de los instantes en los que sacaba la polla de su boca para coger aire, Santana golpeó a Bonilla con ella en la cara. La babeante polla del preso chocó contra la mejilla de la oficial produciendo un sonido de chapoteo y salpicando algunas gotas. A Bonilla le sentó como una falta de respeto.
- Ni se te ocurra volver a hacer eso…
No es que a Bonilla no le gustará el sexo guarro y esas cosas. Simplemente no quería darle ningún lujo a Santana. Nada que pudiera hacerle sentir en la posición de dominante.

En cuanto la polla estuvo totalmente endurecida, tocó pasar a la acción.
- Cabálgame guapa… - Susurró Santana a la oreja de la oficial mientras ésta se sentaba sobre él.
Se hizo evidente el placer en el rostro de Santana cuando su polla entre en el coño de Bonilla. Disfrutó mucho de lo que hacía años que no saboreaba. Ella lo notó, y le puso algo cachonda, pero jamás lo reconocería. Movía la cintura lo mejor que podía intentando que Santana se corriera cuanto antes pero a la vez teniendo cuidado de que el muy cabrón no se corriera dentro de ella. Procuraba no mirar a la cara de Santana para no ver en ella el placer que estaba proporcionando a escoria como él. La cara de éste quedaba aprisionada entre las tetas de la oficial, que se restregaban por ella con las subidas y bajadas de Bonilla a lomos de Santana.
- ¿Quién va a fugarse?
- Te lo digo cuando acabemos.
- No me fío de ti. Dime quién se va a fugar o te dejo así y me largo.
- ¿Por qué debería fiarme de ti? – Todo esto lo hablaban sin dejar de follar.
- No tienes que fiarte de mí, pero yo soy la oficial y tú el puto preso.
Santana dudó un poco pero al final claudicó.
- Los de la celda 38.
- ¿Cómo lo sabes?
- Les oí hablar en el patio.
Bonilla pareció convencida con la información. Inmediatamente aumentó la intensidad de sus movimientos buscando que Santana se corriera en seguida, ahora que ya tenía la información.

Santana puso las manos bajo las piernas de la oficial y la levantó en el aire a pulso. La llevó así hasta la pared y se la folló contra ella. A Bonilla nunca la habían follado de esa manera y, aunque no lo dijo, le encantó que un hombre fuerte la sostuviera en el aire y la penetrara duramente contra la pared. Gotas de sudor resbalaban por la frente de Santana y caían sobre las tetas de Bonilla.

Estuvieron follando así todo el tiempo que Santana pudo aguantar sosteniendo el cuerpo de Bonilla en el aire. Luego dejó a Bonilla en el suelo y le dio la vuelta, poniendo la cara de ésta contra la fría pared de la habitación. Entonces, sin aviso alguno, empujó la polla contra el culo de la oficial. Al notarlo, ella apretó los glúteos y echó el cuerpo hacia delante.
- Ese agujero no es, imbécil.
- Venga, te va a gustar.
- Como intentes meterla por ahí te meto tres meses en la celda de aislamiento.
- Vamos… Tengo más información. Te puedo decir cuándo y dónde van a intentarlo.
- Dímelo.
- No, solo si me das tu culo.
- Dímelo y te doy mi culo.
- No. Te lo digo después o me lo llevo a la tumba.
La oficial Bonilla dudó de si tendría realmente esa información. Sin embargo, la importancia de esos datos y lo cachonda que estaba la impulsaron a aceptar la propuesta.
- Como la información no sea buena se acabó nuestro trato habitual y te pasas los tres meses en aislamiento.
- Es buena.
- No seas bruto o acabamos aquí. – Dijo finalmente Bonilla relajando el culo y acercándolo a la entrepierna de Santana.
Santana se relamió un par de veces mientras apuntaba al culo de la oficial, y luego empujó con cuidado hasta que la penetró por la puerta trasera. Bonilla puso los ojos en blanco y apretó los dientes. Nunca había tenido una polla tan grande dentro de su culo.

Santana empezó con cuidado y suavidad, y poco a poco fue aumentando la fuerza mientras la oficial no se quejara. Llegó darle por el culo con embestidas bastante fuertes, pero como Bonilla no se quejaba siguió haciéndolo. La oficial notaba la fría pared en su mejilla, la áspera mano de Santana en la otra mejilla empujando contra la pared y la dura y gran polla del preso entrando y saliendo de su culo.
- Córrete ya, cabrón… - Masculló ella, que notaba como el escozor de su culo iba en aumento.
- ¿Quieres que me corra? Pues voy a por ello.
Santana llevó a Bonilla hasta la mesa que había en el centro de la habitación y ella se inclinó sobre ella dejando el culo en alto. Santana volvió a meter la polla por ese agujero y aumentó el ritmo de las embestidas. Se dejó llevar y azotó el culo de la oficial.
- Ni se te ocurra volver a azotarme.
El preso no contestó y siguió atacando desde atrás.

Bonilla se agarró a la mesa y aguantó las últimas embestidas hasta que Santana llegó al orgasmo.
- Voy a correrme en tu preciosa carita… - Dijo él notando que llegaba el momento.
- Ni lo sueñes.
- Vamos…
- No vas a echarme tu asqueroso semen en la cara, imbécil.
- Como quieras…
Resignado, Santana propinó una última embestida que Bonilla notó como si la atravesaran por dentro, y emitiendo un fuerte gemido se corrió dentro de la oficial. Ella notó el espeso y caliente esperma derramándose en el interior de su culo. Él mantuvo la polla metida hasta que acabó de correrse. Después la sacó y se dejó caer sobre el cuerpo de la oficial Bonilla. El semen salió de su culo y resbaló lentamente por su pierna mientras Santana le susurraba al oído la información prometida.



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