Silvia era una buena amiga mía, pero solo eso. Ella era indudablemente una chica muy guapa y con buen cuerpo, pese a no tener mucho pecho. Su impresionante culo era lo mejor de ella. Su bonito pelo castaño ondulado estaba ahora recogido en una coleta para evitar tener más calor. Pese a todo, entre nosotros nunca había habido nada ni había expectación de que ocurriera en un futuro. Simplemente éramos amigos que nos llevábamos de fábula. Tanto era así que aunque al resto del grupo no les gustó la idea del viaje en autoestop, Silvia y yo decidimos hacerlo igualmente por nuestra cuenta.
De repente, a lo lejos se oyó el motor de un coche. Nos giramos hacia atrás esperanzados, con la mirada iluminada. Efectivamente, un coche se acercaba a nosotros a lo lejos. Nos acercamos todo lo que pudimos a la carretera sin invadir el carril y levantamos el pulgar, gesto mundialmente conocido de que necesitas que te lleven. Afortunadamente, el coche redujo la velocidad cuando nos vio hasta pararse a nuestro lado, seguramente incentivados por Silvia, una chica atractiva vistiendo unos shorts vaqueros y una camiseta anudada por encima del ombligo.
Dentro del coche iba una pareja de unos 30 años. Silvia se fijó en el conductor, un moreno guapete de pelo corto, barbita y piercing en la nariz. Yo me fijé en la copiloto, una bella mujer muy tatuada de pelo castaño y corto, con dilataciones en ambas orejas, un piercing en el frenillo de la boca y el llamado septum (en el interior de la nariz). Algo que me llamó mucho la atención fue un enorme tatuaje en el pecho, justo por encima de sus grandes tetas apenas cubiertas con un top. Era una pareja muy atractiva. Tras explicarles que necesitábamos llegar al próximo pueblo, aceptaron sin reparos en llevarnos. Tanto Silvia como yo respiramos aliviados al soltar todo nuestro lastre en el maletero de aquel coche y sentarnos en los cómodos asientos traseros. Hicimos entonces las pertinentes presentaciones antes de contar nuestras respectivas historias. El conductor se llamaba Obrayan, y la copiloto era su pareja, Betty.