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jueves, 16 de octubre de 2014

Peli y paja


Paula, una amiga de mi compañera de piso, había venido a nuestra casa porque necesitaba un sitio donde dormir solo por esa noche. Ella era una morena encantadora y muy guapa. La encontré bastante atractiva, principalmente por el par de tetas que lucía.

Después de cenar, los tres nos pusimos a ver una película. A mitad de ella, mi compañera se excusó con que tenía mucho sueño y se fue a su habitación a dormir. Nos quedamos Paula y yo solos en el sofá.

De vez en cuando me perdía trozos de la película porque la mirada se me iba a los pechos de Paula, que apenas cubría su pijama con tan poca tela. De hecho, creo que en algún momento me pilló mirándola, pero actuaba con normalidad. Con esas tetas, debía estar acostumbrada.

En la película apareció una escena de sexo. Aunque ya éramos mayorcitos, creo que a los dos nos incomodó ver una escena sexual solos sin apenas conocernos. De reojo vi como su mano izquierda instintivamente rozó su entrepierna y se posó en su ingle. Además, se mordía sensualmente un dedo de la otra mano, sin dejar de mirar la escena. Me estaba poniendo cada vez más cachondo.

La escena de sexo ya había pasado, pero ahora en la cabeza solo tenía esa escena imaginándola con Paula como protagonista. Ella se levantó a beber, aunque habría preferido que no lo hiciera, ya que pude ver de primer plano su buen culo cubierto únicamente por un pequeño culotte muy sexy que usaba como parte de abajo del pijama.

Cuando volvió a sentarse me miró de pasada y puso una cara rara. Entonces me di cuenta de que mi erección se notaba ligeramente dado el finito pantalón de pijama que llevaba. Avergonzado, miré fijamente la pantalla del televisor intentando disimular mi erección con las manos.

Sin yo esperarlo, Paula se levantó de su sitio y fue hasta mí. Sin decir nada se sentó entre el respaldo del sofá y yo. Pude notar sus grandes tetas rozar mi espalda, incluso sus duros pezones. Así, me encontraba yo de cara a la televisión, con Paula detrás de mí en el sofá. Abierta de piernas y conmigo entre ellas aunque de espaldas. Me sobresalté al ver sus manos cubrirme hasta llegar, cada una por un lado, a mi entrepierna.

Pude oír una floja risilla pícara mientras me bajaba el pantalón de pijama hasta mis rodillas y luego hacía lo mismo con mis bóxers. Seguidamente, me agarró la polla con suavidad y firmeza, y comenzó a hacerme una paja.
- Te he visto mirarme. Seguramente luego ibas a hacerte una buena paja pensando en mí, así que te ahorro el trabajo.
La verdad es que lo había pensado. Lo que sí que no había pensado ni loco era que la paja me la iba a hacer ella.
- ¿Te gusta mi cuerpo? ¿Qué mirabas? – Me susurraba al oído mientras seguía masturbándome.
Yo permanecía en silencio, aun asimilando lo que estaba ocurriendo.
- No seas tímido. Quiero saber qué me estabas mirando.
- Las tetas… - Contesté al fin.
- ¿Me mirabas las tetas? – Dijo sensualmente al tiempo que las apretaba contra mi espalda. – Me gusta que te gusten. Tal vez deberíamos darles un poco de libertad.
Acto seguido sus manos cesaron en mi paja y vi como la parte de arriba de su pijama caía a mi lado. Luego me quitó a mí la parte de arriba y la echó al mismo sitio.

Me intenté girar para ver aquellas preciosidades pero Paula lo evitó agarrándome fuerte de la polla.
- Quieto, vaquero. No eres digno de verlas.
Prosiguió con la paja, pero ahora notaba sus tetas desnudas presionándome la espalda. Rozándola con cada movimiento. Las suaves manos de Paula hacían maravillas con mi pene. Su mano izquierda masajeaba delicadamente mis huevos. Su mano derecho me pajeaba alterando ritmos y técnicas. Mientras me masturbaba, Paula me besaba el cuello apasionadamente y me mordía las orejas en alguna ocasión. Podía oler su pelo cada vez que lo hacía. Con el pie acariciaba mi pierna sensualmente, lo cual añadía un toque extra de excitación. Además, no paraba de susurrarme guarradas al oído.
- ¿Te gusta la paja que te estoy haciendo? – Yo no contestaba.
Aumentó el ritmo de la masturbación. Su mano derecha alcanzaba velocidades de vértigo pajeándome. Está claro que tenía buena técnica.

Levantó la mano a la altura de mi cara y vi en primer plano cómo lamía la palma para lubricarla, antes de volver a coger mi polla.
- Quiero que te corras para mí. – Seguía susurrándome. – De ahora en adelante cada vez que te hagas una paja te acordarás de la maravillosa paja que te hizo Paula.
Notaba cerca mi orgasmo.
- Esto lo hago por ti, para complacerte. He visto que la tenías dura por mi culpa y me sentía en la obligación de remediarlo.
Yo ya casi ni la oía, disfrutaba de cada segundo antes de la eyaculación.
- ¿Te vas a correr para mí? ¿Vas a sacar toda la leche por Paula?
Yo me dejaba hacer. Al no contestar, Paula paró de pronto. Yo me alarmé, esperaba que no fuera tan mala de hacerme disfrutar así y dejarme al borde del orgasmo.
- ¿Vas a hacerlo o no? – Me tranquilizó saber que solo quería una respuesta.
- Sí…
- ¿Sí qué? ¿Qué vas a hacer? – Insistía sin parar de pajearme.
- Me voy a correr para ti.
La verdad es que era cierto, lo notaba muy cerca. Paula se había concentrado en un ritmo muy rápido de masturbación y el masaje de testículos seguía siendo a la vez sucio y delicado.
- Córrete, vamos. – Susurraba pegando sus labios a mi oreja. – Suéltalo todo. No pienses en nada, solo en mí. Córrete. Dame tu leche. Quiero sentir tu semen caliente…
No pude más y eyaculé grandes chorros de semen sobre el suelo del salón.
- Así me gusta… Así… Todo… - Seguía Paula.
Mi semen resbalaba desde la punta de mi polla por la mano de Paula, y caía hasta los huevos donde también impregnaba su otra mano.
- Mmmm… Qué calentito… Me gusta…

Mientras brotaban las últimas gotas me dijo una cosa más.
- Esto es por acogerme en vuestra casa. Gracias. Quizá la próxima vez el agradecimiento sea mayor.
Cuando se aseguró de que no salía más corrida de mi interior, dio un pequeño apretujón a mi polla para extraer las últimas gotas de jugo. Luego se levantó del sofá. Entonces la miré. Con cara de satisfacción, sus manos goteando mi semen y tapándose las tetas desnudas con los brazos. Se metió al baño y enseguida salió con las manos limpias y una toalla cubriéndole el cuerpo. Cogió su pijama y se dirigió a la habitación.
- Buenas noches…


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