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sábado, 20 de junio de 2015

Sexo salvaje en altamar



A las 10 de la mañana me encontré con mi amigo Carlos en el puerto. Nos había invitado a pasar el día en su barco. Estábamos los dos y Fran, otro amigo. Solo faltaba por llegar Andrea, que nos había dicho que vendría con una amiga. Cinco minutos después aparecía Andrea acompañada de su amiga, ambas en bikini. Al llegar nos presentó.
- Hola chicos, esta es Sofía.
Ella no saludó a todos con una bonita sonrisa.

Sofía era morena, de pelo liso y largo. Tenía una bonita figura. Bonitas piernas, bonitas tetas, bonito rostro, bonitos ojos... Tenía un gran atractivo físico, y luego descubriríamos que su personalidad también era atractiva. Algo que me llamó mucho la atención de Sofía fueron sus labios. No suelo fijarme mucho en esas cosas. Suena superficial, pero la vista me suele ir a las tetas, el culo o el cuerpo en general. Si una chica me llama la atención por sus ojos, labios, sonrisa, etc, es porque es realmente increíble. Pues de Sofía me encantaron sus labios. Eran bonitos y parecían deliciosos. Cuando me dio los dos besos noté una textura y un roce que me encantó. En seguida pensé en que sería capaz de elevarme al cielo usando esos labios. Además, cuando sonreía, asomaban entre ellos sus también bonitos y relucientes dientes blancos, quedando una sonrisa para enmarcar.

Su cuerpo estaba decorado por un tatuaje de un corazón en el costado izquierdo y uno de un barco velero en un tobillo. Cuando emprendimos el camino al barco de Carlos, al ir detrás de las chicas, descubrí también otro tatuaje, esta vez de un triángulo con un círculo dentro, en la parte central de la espalda pero un poco más abajo y a un lado. El tercer tatuaje no fue todo lo que descubrí, mi posición también me permitió observar su firme y redondo culo, tan bonito como el resto de su cuerpo.

Llegamos donde estaba atracado el barco y fuimos pasando de uno en uno. Era un catamarán de buen tamaño, perfecto para salir a pasar el día en altamar con un grupo de amigos, y tenía dos camarotes interiores con una cama en cada uno. Dejamos todas nuestras cosas en uno de estos camarotes y salimos a cubierta a abrir las primeras cervezas y emprender nuestro viaje.

A la hora de comer anclamos el barco y nos montamos un pequeño picnic en la cubierta. Comimos bajo el sol como auténticos señores. Sofía no paraba de rellenarse la copa de vino blanco, y eso le estaba provocando soltar algunos comentarios picantes que a los hombres presentes nos encantó escuchar. Al acabar de comer Sofía ya nos había encandilado a todos. Su personalidad agradable y extrovertida, con un buen toque de morbo, acompañaba perfectamente su radiante cuerpo, y nos provocaba a los tres hombres el deseo de querer empotrarla contra todas las paredes del camarote.

Tras la comida, Andrea dijo que se iba al camarote interior del barco a descansar un poco del sol y dormir un rato. Carlos estaba cansado también, así que se metió en el otro camarote. Fran, Sofía y yo decidimos quedarnos y relajarnos tomando el sol. Fran se tumbó a tomar el sol en la popa del barco. Yo me tumbé en la proa, donde habíamos comido. Sofía se puso a mi lado. Con total naturalidad, se llevó las manos a la espalda y se quitó la parte de arriba del bikini, para luego tumbarse boca arriba. Mis ojos se abrieron de par en par y tuve que disimular la sorpresa. Lo que no pude disimular fue la mirada de pervertido que eché a sus pechos.
- No me gustan las marcas... - Se excusó Sofía.
"Perfecto, porque a mí me gustan las tetas." pensé yo, pero no me atreví a decirlo en voz alta.

Cada dos por tres aprovechaba que Sofía descansaba con los ojos cerrados para echar miradas furtivas a su bonito par de tetas. Aún así, tenía la sensación de que ella lo sabía, y que además le gustaba. Cuando ya me puse nervioso de verdad fue cuando vi a Sofía coger el bote de protector solar, echarse suavemente sobre sus pechos y luego masajearse los senos con la crema. Menuda imagen. En cuanto mi cerebro me lo permitió, dejé de mirar de reojo para evitar que pudiera pillarme y vivir una situación muy incómoda. Cerré los ojos e intente despejar mi mente.

Al cabo de un rato ya solo pensaba en el calor del sol contra mi cuerpo, cuando algo me sobresaltó. Noté dos manos apoyándose en mi torso. Abrí los ojos de golpe y vi a Sofía sentada a mi lado, sonriéndome y acariciando mi cuerpo con sus manos. Se inclinó hacia mí y nuestras bocas se encontraron. Noté sus duros pezones contactar con mi pecho. Mi lengua parecía tener sexo con la de Sofía. Ella estiró el brazo y metió la mano por debajo de mi bañador, para pasar a acariciar mi polla. No parábamos de besarnos y Sofía me masturbaba suavemente.

En cuanto dejarnos de comernos la boca el uno al otro, Sofía esbozó una sonrisa picantona y se deslizó hacia abajo por la cubierta. Llegó a mis piernas y tiró de mi bañador hasta que me lo quitó. Sin pensárselo dos veces, se puso a dar besos a mi polla, con mucha delicadeza. Solo el roce de sus deliciosos labios en mi miembro ya lo hacía endurecerse. Los besos dieron paso a los lametones. Empezó por los huevos, lamiéndolos cuidadosamente, haciendo boca para el primer plato. Mientras descansaba el cuello mirando al cielo, sentí la lengua de Sofía recorriendo todo mi miembro. Tuve que volver a mirar. Aunque era incómodo estar tumbado y mirar todo el rato hacia mis piernas, no podía perderme ni un detalle de cómo me la estaba chupando Sofía. Me dio un escalofrío por todo el cuerpo al notar el contraste entre el fresco de la brisa marina y la calidez de su boca cuando se metió mi polla en su interior. Di un resoplido por el gusto que me estaba dando. Sofía no tenía problemas en tragársela entera aún estando totalmente erecta. Su forma de usar la boca, la lengua, de acompañar con las manos, de rodear mi glande con la punta de su lengua y demás tácticas orales, dejaba claro que no era una novata en esto de las mamadas.

La mamada era fantástica. Me estaba encantando. Notaba que estaba cerca de llegar al orgasmo. Pero entonces Sofía paró.
- No quiero que te corras aún. - Sonrió.
Desde luego, si tenía pensado pasar a algo más, yo tampoco quería correrme aún. Sofía se levantó y se bajó la parte de abajo del bikini hasta que le quedó por los tobillos. Luego, levantando un pie, lanzó con el otro la prenda a un lado. Su coño, perfectamente depilado, sin un solo pelo, quedaba a la vista. Era una vista increíble: Sofía, de pie en la cubierta del barco, desnuda, con la melena al viento y el sol bañando su piel. Entonces se sentó, abrió las piernas y me miró. Una invitación clara. Yo me abalancé sobre ella. Hundí mi cabeza en su entrepierna. Primero comencé usando un par de dedos. Estaba muy mojada, parece que la mamada que había hecho la había puesto muy cachonda. Luego empecé a introducir mi lengua, poco a poco, y moverla en el interior de su coño. Estaba delicioso. Los gemidos de Sofía me animaban al demostrarme que a ella también le estaba gustando.

Estuve unos minutos comiéndole el coño hasta que Sofía me agarró del pelo, me levantó la cabeza y me dijo:
- Fóllame ya...
La mirada lasciva que acompañó a esa frase es algo que nunca olvidaré. Era una mirada de vicio, de puro sexo. Me puse de cuclillas entre las piernas de Sofía y coloqué la punta de mi polla en su coño. Empujé con suavidad y mi polla fue entrando. Pero Sofía puso sus manos en mi cintura y empujó fuerte hacia ella, provocando una dura penetración y que nuestros cuerpos se fundieran de golpe. Escuché el tremendo gemido de Sofía justo en mi oído, y ella lo acompañó mordiendo mi oreja. Tras la brusquedad del comienzo, seguí con la misma dinámica. Movía la cintura todo lo rápido que podía. Mi polla entraba y salía de Sofía a una velocidad endiablada. Y de vez en cuando la penetraba dando un golpe fuerte y seco, lo cual veía en sus ojos que le gustaba. Me recosté sobre ella y seguí penetrándola con fuerza.
- ¿Te gusta? - Le dije.
- Calla y fóllame fuerte.
- Osea que te gusta...
- ¡Qué te calles! - Y me soltó un bofetón.
Eso me gustó. Ese carácter. Así que no volví a decir nada más y concentré mis fuerzas en follarla lo más salvajemente que pudiera. Sentía los arañazos que Sofía me estaba dando en la espalda con cada penetración con excesiva fuerza.

Sofía se dio la vuelta y se puso a cuatro patas. Su tremendo culo redondo y firme quedó frente a mí. Estaba rojo de la fricción con la cubierta del barco. Me arrodillé y se la metí de golpe, para luego reafirmarme con un azote en su nalga derecha. La cogí de la cintura y me puse a embestirla con rabia. Sofía hacía lo que podía por reprimir sus gritos de gusto, pero de vez en cuando se le escapaba alguno. Yo la castigaba con azotes. La agarré del pelo y tiré de él. Me sentía poderoso. Y además sentía que Sofía estaba gozando con ello. Menudo polvazo. Follando a destajo con esa increíble morena, con el sol y la brisa marina acariciando nuestros cuerpos. Hice lo posible para que Sofía se corriera y lo conseguí. Aumentó la frecuencia de sus gemidos, su cuerpo se tensó y tuvo un orgasmo.

Entonces algo nos sobresaltó.
- ¿Pero qué...?
Fran estaba de pie a nuestro lado, alucinando. Obviamente nos había oído desde la popa del barco. Sofía le tendió la mano entre jadeos. Por un momento Fran dudó, y lentamente le dio la mano. Sofía tiró de él para acercarlo, le bajó el bañador y se metió su polla en la boca antes de que pudiera siquiera negarse.
- Pero... - Y los labios de Sofía le enmudecieron.
Yo alucinaba con la situación. Me reactivé y continué igual que antes. Ahora con cada embestida que yo le daba desde atrás, la polla de Fran se le metía hasta la garganta.

De repente oí gritos a lo lejos. Giré la cabeza y vi un barco como el nuestro que nos pasaba cerca. Nos miraban y nos gritaban cosas mientras reían. Avergonzados, Fran y yo nos detuvimos y giramos la cabeza hacia el otro lado. Sofía, sin embargo, seguía moviendose hacia delante y hacia atrás, con mi polla entrando y saliendo de su coño y la de Fran de su boca. Yo diría que le ponía algo cachonda saber que la estaban viendo. Le faltaba saludar.

Cuando el barco se hubo alejado volvimos a perder la vergüenza. Fran se tumbó en el suelo y Sofía se le sentó encima. Con la polla de Fran ya en su interior, se movía como una auténtica vaquera. A mí se me ocurrió una idea maligna. Me puse detrás de Sofía igual que antes y la empujé por su espalda para que se dejara caer sobre el cuerpo de Fran. Su culo quedó vulnerable. Dejé caer un poco de saliva en su ano y apoyé la punta de mi glande en él, para luego empujar y meterle la polla entera.
- Dios... - Se le escapó a Sofía.
Su culo era estrecho pero no costó mucho meterla. Tampoco era novata con ese agujero. Fran y yo combinamos fuerzas para follarnos a Sofía por sus dos agujeros. El placer que le estábamos proporcionando provocaba que de vez en cuando saliera de ella algún "Dios...", "Joder..." y similares. De vez en cuando Fran y yo coincidíamos metiéndosela a la vez hasta el fondo y Sofía se retorcía como si se fuera a partir en dos. Tal intensidad significó el segundo orgasmo de Sofía, esta vez mucho más fuerte que el anterior. Después de correrse cayó exhausta sobre Fran. Dejó de moverse un rato para descansar, pero nosotros seguíamos follándonosla.

Yo ya había aguantado más que suficiente con esta tremenda mujer. Ya llegaba mi clímax y así lo hice saber.
- Me voy a correr...
Sofía se dio la vuelta y cayó tumbada boca arriba en la cubierta. Yo la volví a meter y seguí follándome su culo hasta que no pude más. La saqué justo a tiempo y me corrí sobre el cuerpo de Sofía. Chorros de semen salieron expulsados cayendo sobre su vientre y sus tetas. Semen que ella misma se restregaba por las tetas en un regocijo de lujuria. Una sonrisa de oreja a oreja adornaba la cara de la preciosa morena. Cuando estuve seguro de que no quedaba nada más que derramar sobre su cuerpo, me retiré y dejé que continuara con Fran.

Sentado a un lado, observé cómo ellos seguían. Sofía volvió a subirse encima de Fran, pero ahora quería probar por detrás también. Ella se dejó caer hasta que su culo engulló la polla por completo. Entonces movió la cintura en círculos. Luego hacia delante y hacia atrás. Se movía realmente bien. Mientras saltaba sobre Fran, las tetas de Sofía botaban sensualmente. Fran cogió a Sofía de la cintura y empezó a moverse él también frenéticamente. Se la follaba muy duramente. El placer hacía que Sofía no pudiera parar de masajearse las tetas y pellizcarse los pezones. Además, también se estímulaba el coño con los dedos. El choque entre los cuerpos de Fran y Sofía era muy duro, y producía un fuerte sonido.

Así estuvo Fran follándose a Sofía hasta que no pudo evitar correrse. Avisó tal como yo había hecho antes y se levantó. Sofía se arrodilló frente a él dispuesta a recibir la corrida. Fran la cogió del pelo con firmeza y se masturbó acercando la polla a la cara de Sofía. Tras un fuerte gemido, empezó a descargar esperma en el rostro de Sofía. Yo me acerqué para ver mejor la tremenda escena. La corrida sobre esa preciosa cara. El semen resbalaba por su frente y mejillas. Algo de semen caía hasta su boca, que tenía abierta, y que no cerró cuando notó que entraba en ella la corrida de Fran. Sofía estaba preciosa con la cara pintada de corrida, y sonreía ampliamente. Se metió la polla de Fran en la boca para succionar las últimas gotas. Yo me acerqué hasta ellos con la intención de correr la misma suerte y así fue. Sofía chupó ambas pollas y las limpió a lametones.

Fran y yo caímos rendidos a la cubierta. Sofía alcanzó su toalla y la usó para limpiarse el cuerpo.
- ¡¿Pero esto qué es?!
Los tres nos sorprendimos al ver a Carlos, que acababa de salir de echarse la siesta en el camarote y nos había pillado a los tres desnudos.
- Mi barco no es un picadero, seréis cabrones... ¡Es mí barco!
Sofía cogió su bikini y fue hasta Carlos, cuyo rostro reflejaba que estaba indignado y enfadado. Le cogió de la mano y le condujo otra vez al camarote de donde venía.
- Tienes razón, es tu barco. Sería injusto que te fueras de vacío. - Le decía ella.

No volvimos a saber de ellos en un rato. Unos siete u ocho minutos más tarde volvieron a salir. Ahora Sofía ya llevaba puesto el bikini. Carlos ya no estaba enfadado y ambos sonreían ampliamente.

Nos enteramos de lo que ocurrió cuando los tres hablamos días más tarde. Sofía lo metió en el camarote, lo sentó en la cama y le bajó el bañador. Se arrodilló frente a él y se metió la polla de Carlos en la boca. Era la tercera que saboreaba esa tarde. Y quién sabe si habrían sido más si llegamos a ser más hombres en el barco. Sofía le comió la polla tan extraordinariamente como me la había comido a mí antes, pero esta vez no se detuvo y Carlos explotó en el interior de su boca. Sofía seguió chupándola segundos después de que Carlos ya se hubiera corrido, y cuando se sacó la polla de la boca ya se había tragado todo el semen con una sonrisa.



Este relato está inspirado en mi sexy y morbosa amiga Sofía, y está dedicado a ella.



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