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sábado, 24 de enero de 2015

La despedida de soltera



Faltaba poco para la boda de una amiga de Lucía, y como dicta la tradición, había que celebrar la despedida de soltera. La novia y sus amigas fueron a un club de striptease donde tenían una mesa reservada. Al llegar les condujeron a su mesa, en la que ya había un par de botellas de ron y ginebra esperándolas. Nada más sentarse se sirvieron las primeras copas, ansiosas de que la fiesta empezase.

Lucía y sus amigas disfrutaban de los espectáculos de striptease a cargo de fornidos y musculosos hombres. Ellas les gritaban guarrerías. Ellos recorrían el local bailando y desnudándose, y se acercaban de vez en cuando a ellas, delatadas por sus diademas típicas de despedida de soltera. Cuando los strippers pasaban por su mesa, ellas tocaban sus tornos y acariciaban sus cuerpos. Al igual que sus amigas, Lucía se estaba poniendo tremendamente cachonda. Ya se había sorprendido a sí misma acariciándose la entrepierna un par de veces. Pollas y más pollas pasaban por su lado. Y con cada una de ellas Lucía se ponía más cachonda.

Uno de los strippers sorprendió al grupo cuando, bailando junto a la mesa de aquellas mujeres, cogió a Lucía de la mano y la llevó al centro del local, donde la sentó en una silla. Sus amigas chillaron histéricas de emoción. Así se encontró Lucía, en medio de un local de striptease con un hombre desnudo bailando a su alrededor. En cierto momento el stripper comenzó a hacer movimientos pélvicos circulares, de forma que su miembro se movía en círculos a escasos centímetros de la cara de Lucía, hasta que sin querer golpeó su rostro con ella. Lucía rio tímidamente. Sus amigas estallaban en carcajadas en su mesa. El stripper siguió a lo suyo, y Lucía seguía poniéndose más y más caliente.

El stripper se sentó en las piernas de Lucía mientras bailaba. Ella no pudo contenerse más y rodeó el cuerpo del hombre con el brazo hasta agarrar su polla. El bailarín puso cara de sorpresa pero se dejó hacer. Lucía acarició y masajeó el miembro de aquel hombre. Incluso se animó a masturbarle suavemente ante la incrédula mirada de sus amigas. Esto provocó que instantes más tarde el pene del bailarín erótico ya estuviera grande y duro.

El hombre se levantó, cogió el mantel de una de las mesas vacías y lo usó para atar las manos de Lucía por detrás de la silla. Luego se quedó de pie de cara a ella, quien estaba sentada quedándole la polla delante de la cara. Lucía miró la enorme polla erecta apuntando a su boca y luego miró hacia arriba, a la cara del stripper, con una expresión del estilo “¿De verdad intentas que te la chupe delante de todos?”

Al ver que no conseguía lo que era obvio que buscaba, el stripper insistió con unos golpecitos suaves en los labios cerrados de Lucía. Ella sonreía pero seguía sin ceder. El hombre cogió suavemente a Lucía de la cabeza con una mano y usó la otra para abofetear su cara con la polla.
- Abre… - Dijo amablemente.
Ante la negativa de la rubia, el stripper volvió a golpear su mejilla con la polla, ahora más fuerte. Lucía se reía. Sin saber por qué, pero seguramente dejándose llevar por lo cachonda que estaba, al fin abrió la boca, y medio segundo después tenía la polla dentro de ella. Pese a ser consciente de que todo el mundo les miraba, le encantó notar esa gran polla en la boca. Comenzó una suculenta mamada en medio de aquel local, mientras el stripper acariciaba su pelo rubio y la gente observaba atenta y animaba desde sus mesas. Lucía miró al hombre. La dulce pero feroz mirada de aquellos ojos verdes mientras lamía su miembro fue una de las visiones más encantadoras que había tenido aquel bailarín erótico.

Él se acercó más aún a la cara de Lucía y agarró sus propios huevos para luego soltarlos sobre la boca de la chica. Lamer esos huevos totalmente depilados debido a la profesión del dueño le puso más perra de lo que esperaba. Ella misma lo notó perfectamente en la calentura de su entrepierna, ya bastante húmeda.

El stripper pareció tener suficiente y continuó bailando con el miembro goteando saliva de Lucía alrededor de ella, que seguía sentada en la silla. Se puso detrás de ella y se agachó hasta que las dos cabezas quedaron a la misma altura. Rodeó a Lucía desde atrás con los brazos. A ella le pareció raro esa especie de abrazo pero despejó sus dudas cuando vio que en realidad estaba cogiendo de ambos lados de su top sin tirantes estilo palabra de honor. Sin embargo se dio cuenta demasiado tarde, y en un abrir y cerrar de ojos el stripper tiró hacia abajo del top y las bonitas tetas de Lucía quedaron al descubierto. Su primer instinto fue taparse, pero notó que las manos atadas a la espalda se lo impedían. Sin embargo luego pareció acostumbrarse e incluso disfrutar. El stripper seguía bailando mientras dejaba que la gente admirara los pechos de Lucía. Los piercings de sus pezones brillaban por la luz de los focos. Al ser un local de striptease masculino, el público del local era femenino, pero llegó a advertir miradas de excitación de camareros, miembros de seguridad e incluso alguna mujer.

Minutos después, el stripper volvía a estar detrás de Lucía y sus manos amasaban las tetas y pellizcaban los pezones. Ella notaba la punta de la dura polla de aquel hombre clavándose en su espalda. No tuvo suficiente con tocarlas, el stripper volvió a ponerse frente a Lucía, y ahora colocaba su polla entre sus pechos. Luego, apretando los pechos de Lucía con las manos contra su polla, se puso a follarle las tetas. Lucía sacaba la lengua y en ocasiones llegaba a lamer la punta del glande, se le notaba en la cara que echaba de menos tenerla en la boca. Veía la polla yendo y viniendo entre sus tetas, apuntando hacia ella, y pensaba que en cualquier momento podría correrse y manchar toda su cara de leche sin poder evitarlo. La idea no le desagradaba del todo…

Tras un tiempo de jugueteo con las bonitas y grandes tetas de Lucía, le separó las piernas y se arrodilló entre ellas. Levantó la minifalda de Lucía hasta que parecía un cinturón, apartó las braguitas hacia un lado y metió la lengua en el coñito. Lucía empezó a disfrutar de una tremenda comida de coño. Desde luego, este hombre sí que sabía lo que hacía. Sabía muy bien cómo usar la lengua y acompañar con los dedos. Lucía cerraba los ojos y gemía de placer. Se retorcía en la silla. Cada vez que abría los ojos y veía a toda la gente que había en el local, se sentía expuesta. Allí sentada, con las manos atadas, las tetas al descubierto y un stripper comiéndole el coño ante la mirada de todos los presentes.

De repente, paró. El stripper dejó de hacerle sexo oral. Besó con furia a Lucía, mezclando las salivas de uno y de otro con los flujos de Lucía. Después se puso a bailar otra vez. Dejó a medias a Lucía, quien estaba realmente frustrada y ahora con el coño también expuesto a la mirada de todos. En ese momento, con el calentón que llevaba, habría dejado a cualquier hombre allí presente que la follara. Incluso a alguna mujer. Desafortunadamente para ellos, poco después el stripper volvió a la acción. Primero desató a Lucía y luego la colocó de forma que estaba un poco inclinada con las manos apoyadas en el respaldo de la silla y el culo saliendo de forma respingona. El stripper levantó la mano con la palma abierta y miró al público. Todos gritaron y aplaudieron a la vez, y el stripper correspondió con un firme azote en el culo de Lucía, la cual pegó un ligero brinco de sorpresa. El stripper hizo lo mismo dos o tres veces manos, azotando la dura nalga de Lucía. Ella estaba disfrutando de forma increíble. Cada vez que volvía a caer en la cuenta de toda la gente que miraba, le atacaban los nervios, pero luego conseguía calmarse y disfrutar. De hecho, notó como una cálida gota brotaba de su entrepierna y resbalaba por su pierna.

Después de los azotes, el stripper se colocó detrás de Lucía. Al pasar unos segundos sin notar nada, Lucía se giró para ver qué hacía y lo vio con un condón ya puesto y apartando sus bragas hacia un lado. El corazón se le aceleró, se puso nerviosa y no supo cómo reaccionar, pero con lo caliente que estaba no habría podido negarse ni aunque quisiera. Miró de nuevo hacia delante y notó cómo una polla grande y dura entraba por su coñito suavemente. Se mordió los labios de placer. Quien le iba a decir unas horas atrás que ahora estaría siendo follada por un stripper mientras a su alrededor mesas llenas de mujeres miraban y gritaban. Y allí estaba, disfrutando las embestidas del fornido stripper. Miraba hacia atrás y le veía, cogiéndola de la cintura y moviéndose hacia atrás y hacia delante. Miraba hacia delante y veía a toda la gente en las mesas mirándola. Notaba como si todos aquellos observadores también se la estuvieran follando. Sobre todo los hombres, que sí que se la estaban follando con la mirada. Pensó que alguno ya tendría material para la paja de la noche, y ese pensamiento la puso más cachonda si podía.

El stripper la penetraba a buen ritmo, y Lucía cada vez gozaba más y más. Gemía sutilmente y reprimía los gritos de placer por vergüenza. Él le metió un dedo por el culo, lo que aumentó el disfrute. Luego pasaron a ser dos dedos en su culo, mientras la polla acaparaba la totalidad de su coño. Notaba que se acercaba el clímax. Cada vez estaba más cerca del orgasmo. Iba a llegar pronto. Estaba a punto. Y entonces él stripper paró y sacó la polla. Lucía no se lo podía creer. Se giró hacia él y le gimió “Sigue…” entre jadeos. Pero él tenía otros planes.

Sacó los dedos del culo de Lucía y apoyó la polla en el ano. “Espera, ¿qué?” pensó ella.
- Espera… eh… - Jadeó ella, que se puso muy nerviosa solo de pensar en ese enorme pollón entrando por su culo.
Sin embargo el stripper comenzó a empujar. Lucía podía haberse ido en ese momento, pero ya solo pensaba en correrse, quería el orgasmo que tan cerca estaba, así que se calló mientras la polla del stripper se abría paso poco a poco por el interior de su culo. No era la primera vez pero nunca lo había hecho con una polla tan grande. Cuando la hubo metido hasta el fondo, Lucía sentía como si la estuvieran partiendo por la mitad. Apretó fuerte los dientes y cerró los ojos. Luego se giró al stripper y le dijo: “Vamos, vamos…” Quería correrse cuanto antes. Estaba desesperada por correrse. Ya se había quedado a punto durante la comida de coño y luego cuando había dejado de follarle el coño de repente. El stripper obedeció y fue aumentando el ritmo hasta que alcanzó el mismo que antes pero ahora por la puerta de atrás.

Toda la gente gritaba guarradas, aplaudía y vitoreaba. Lucía no podía creer que tantas personas estuvieran viendo cómo la sodomizaban. Hacía ya rato que no miraba a la mesa de sus amigas por vergüenza.

No hizo falta mucho tiempo más para que Lucía al fin consiguiera lo que buscaba. Un tremendo orgasmo sacudió su cuerpo, y fue ensalzado por los aplausos y gritos de la gente que aumentaron de volumen e intensidad al notar que Lucía se estaba corriendo. Le temblaron las piernas y casi pierde el equilibrio. Sin embargo aguantó el tirón mientras detrás de ella el stripper seguía dándole por el culo.

Cuando el stripper no aguantó más, puso a Lucía de rodillas en el suelo, la agarró del pelo con una mano y con la otra se masturbó hasta eyacular en su bello rostro ante la impaciente mirada de los presentes. Los aplausos y vítores se repitieron como en el orgasmo de Lucía. Ésta sintió una mezcla entre morbo y humillación al estar arrodillada en medio de aquel local con toda esa gente viendo cómo se corrían en su cara, pero no se sintió mal. Le confundió un poco que en realidad le gustara. El stripper se corrió abundantemente sobre su cara. Mientras él seguí soltando chorros, el semen de las mejillas de Lucía bajaba por su cuello y resbalaba hasta sus tetas. Cuando no hubo más esperma con el que pintar el rostro de Lucía, el stripper acercó a su boca la punta de la polla con la última gota colgando. Lucía la succionó encantada.

Al acabar, aquel hombre ayudó a Lucía a sentarse en la silla. Tras unas reverencias se marchó a los vestuarios, dejando a Lucía en la silla, dolorida, desnuda y con la cara cubierta de corrida.



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