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jueves, 5 de febrero de 2015

La ducha compartida


El agua estaba helada. Por más que esperara no salía agua caliente en mi ducha. Ni siquiera hacía el amago de calentarse un poco. Nada. No tuve más remedio que buscar otra solución.

Volví a vestirme, cogí la toalla, el gel y el champú y salí al pasillo. Me acerqué a la puerta de enfrente y llamé. En seguida me abrió Eva, que se extrañó al verme llevando todo eso.
- Hola Juan. – Saludó con su habitual sonrisa encantadora.
- Hola Eva. No tengo agua caliente, ¿te importaría que me duchara en tu casa?
- Ah, no, que va. Ningún problema. Pasa.
Entré por la puerta al tiempo que se lo agradecía y me dirigí directo al baño, que ya sabía dónde estaba.

Poco después estaba yo en medio de la ducha calentita cuando oí la puerta abrirse. Vi cómo Eva entraba el baño con una de sus sonrisas pícaras que pone cuando quiere polla. Llevaba solo una toalla cubriendo su cuerpo. Cerró la puerta tras de sí y se plantó en medio del baño. Ella me miraba y yo la miraba. Entonces dejó caer la toalla al suelo, quedando completamente desnuda. Mi mano fue instintivamente hasta mi polla y me la acaricié lentamente. Eva sonrió aún más, e hizo el gesto de la paja con la mano, como invitándome a ello. Obedecí encantado y me masturbé con suavidad mientras ella ponía poses desde fuera de la ducha. Me enseñaba el culito, se lamía los dedos, se acariciaba las tetas, se abría de piernas… Se ponía cachonda viendo cómo me masturbaba mirándola.

Se acercó a la ducha y abrió la puerta.
- No pensarías que iba a ser gratis ducharte aquí…
Entró en la ducha. Cogió el gel y se echo en las manos. Luego las llevó directamente a mi polla. La enjabonó con dulzura, masajeándola al mismo tiempo. Yo hice lo mismo con sus tetas, tocándolas a mi antojo con el pretexto de enjabonarlas. Luego hice lo mismo con su culito, mientras ella amasaba el mío. Yo, más que acariciar, agarraba fuerte su culo. Me gustaba notar su firmeza. Eva también se giraba y ponía el culo de manera que mi polla quedaba entre sus nalgas, para luego moverlo como si me masturbara con él. Muy sexy.

Cuando el agua ya había aclarado nuestros cuerpos, nos abrazamos y besamos con efusividad. Ella me masturbaba y yo metía dos dedos en su caliente coñito. La empujé hacia la pared de la ducha. Su espalda chocó contra los fríos azulejos. Le levanté una pierna con una mano y con la otra dirigí mi polla hacia su coño. La metí de un golpe. Eva gimió fuerte a mi oído. Eso me puso más cachondo de lo que estaba.

Empecé a follar a Eva en tal posición. Eva disfrutaba de la contraposición del frío de la pared de la ducha por detrás con mi cuerpo caliente por delante. Nos fundíamos en un excitante polvo mientras el agua caía sobre nosotros y resbalaba por nuestros cuerpos desnudos.
- Cómo te gusta, Eva… - Le susurré.
- Quería que me la metieras desde que has llamado a mi puerta…
Di la vuelta a Eva y la estampé de cara contra la mampara de la ducha con firmeza pero también con cuidado.
- ¡Oh, sí! Cómo me apetecía un buen empotramiento, Juan.
Le separé las piernas un poco para dejar fácil acceso. Luego agarré las nalgas de Eva y las separé. Entonces empujé, pero no por donde ella se esperaba, sino por el otro agujero. Lo ojos de Eva se fueron abriendo al mismo tiempo que su culo se abría al paso de mi polla. No avisé de que atacaría por ahí porque sabía muy bien que a mi vecina eso no le importaba nada. Es más, le gustaba mucho.

La penetré por el culo con fuerza. A Eva se le aplastaba más y más la cara contra la mampara con cada embestida. Sus gemidos se oían más fuertes que durante el coito vaginal.
- ¿Te gusta follarme por detrás, Juan?
- Me encanta follarte el increíble culo que tienes, Eva.
- A mí me encanta que me des por el culo, Juan. Me pone muy perra. Como la perra que soy. Dame fuerte Juan, y demuéstrame lo perra que soy.
Esas palabras entre gemidos de Eva, que resonaban en todo el cuarto de baño, me excitaban muchísimo, y ella lo sabía. El impacto de nuestros cuerpos mojados sonaba de forma característica cada vez que se la metía hasta el fondo. Seguía dándole fuerte mientras el vapor en el interior de la ducha nos envolvía más y más. Por supuesto, no me olvidaba de darle unos azotes ocasionales, que sabía que le encantaban. Eran como miniorgasmos para Eva.

Eva se arrodilló en la ducha. Le echó agua a mi polla, que acababa de salir de su culo, y así luego metérsela en la boca. Hacía tiempo que no follábamos y había olvidado lo que era notar esos increíbles labios en mi miembro.
- Me encanta notar el agua caer mientras te la chupo.
- A mí me encanta que me la chupes.
Otra sonrisilla se dibujó en su rostro. Me la mamó y me lamió los huevos como hacía tiempo que no lo hacía. A Eva siempre se le notaba que se ponía muy cerda cuando hacía una mamada. Sacaba la lengua y se golpeaba en ella con la polla. La de veces que, en momentos de soledad, me había masturbado bajo el agua de la ducha con la imagen de mi vecina, y ahora era parecido con la gran diferencia de que ella estaba allí chupándomela.
- El uso de la ducha me lo pagas en semen.
- Por mi encantado. ¿Cuánto pides?
- Todo el que tengas.
Ambos reímos.

Aprisioné a Eva, arrodillada, contra la esquina de la ducha. Con su cabeza en la intersección entre las dos paredes, se dejaba hacer y era yo el que ahora llevaba la iniciativa, follándome su boca a placer. Eva se masturbaba al tiempo que mi polla entra y salía a toda velocidad de su boca. La metía entera sin problemas. Una garganta sin fondo era una de las mejores cualidades de mi vecina. Metía mi polla entera, notándola rascar su garganta. La mantenía ahí, apretando contra la boca de Eva, que estaba arrinconada sin poder hacer nada. Pero le gustaba. La mantenía entera dentro pese a sus pequeñas toses. Veía sus ojos enrojecerse del esfuerzo. Seguramente le caía alguna lágrima, pero se disimulaba con el agua de la ducha. Y la forzaba así hasta que veía que no podía más y la sacaba de la boca, viendo cómo Eva respiraba bocanadas de aire con desesperación.

Volví a la táctica de follarle la boca rápido. Todo lo rápido que podía. Eva seguía tocándose con una mano y ahora me acariciaba los huevos con la otra. Mi momento no tardó en llegar. Cuando lo noté cerca metí mi polla entera en la boca de Eva, hasta el fondo, y me corrí directamente en su garganta. Su labio inferior llegaba a tocar mis huevos mientras yo notaba cómo abundantes chorros de semen salían de mi polla y se colaban por la boca de Eva. Cuando acabé de correrme, Eva la rechupeteó como le gustaba hacer, succionando las últimas gotas que quedaban, para finalmente despedirse de mi polla con un beso en la punta como hacía siempre.
- Corriéndote directamente en mi garganta, eh Juan…
Yo solo sonreí. Eva continuó:
- Me gusta, pero ya sabes que prefiero saborearlo. Notarlo en mi lengua. La próxima vez quiero disfrutar de tu corrida.

Me encantó oír esas sucias palabras con la dulce voz de Eva. Ya satisfechos, nos duchamos juntos enjabonándonos y acariciándonos hasta quedar bien limpitos.

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