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lunes, 5 de enero de 2015

Amarna en el jacuzzi



Después de un largo viaje por fin estaba en el hotel, cansado y de mal humor, esperando que el recepcionista me entregara la llave de mi habitación. Cuando ya la tuve en mi poder, me encaminé hacia el ascensor para retirarme a mi habitación a descansar. De repente, una brisa de aire fresco en forma de belleza pelirroja me sacudió. Justo en ese momento, ella cruzaba el salón hacia la salida. En cuanto la vi se me aceleró el corazón. No podía creer que fuera ella, pero sí que lo era. Era… Amarna.

Amarna era una compañera de trabajo. Era increíble. Guapísima, simpática, agradable y con un cuerpo difícil de ignorar. Su personalidad encantadora y risueña, junto con el aspecto algo inocente que daba su pálida piel y su bonita sonrisa, solo hacían que aumentar su atractivo. No era la típica buenorra operada hasta las cejas que va provocando y llamando la atención por donde pasa, sino una simple preciosidad totalmente natural. Me había enamorado de mil formas. Con el pelo corto, largo, liso, rizado, rubio, moreno… Incluso verde, azul o violeta. Y cualquiera de ellos quedaba bien con sus relucientes ojos color celeste. En cierta ocasión me pareció oírle comentar a alguien que su color natural era el castaño, pero nunca la había visto de tal forma. En aquel momento lucía un brillante pelo naranja, casi rojo. La verdad es que había poca relación entre nosotros que fuera más allá de lo laboral. Algún saludo de vez en cuando, un par de frases cruzadas, aunque siempre con una sonrisa.

La vi salir del hotel y ella ni se percató de que estaba por allí. No me recuperé de la sorpresa a tiempo como para coger fuerzas y saludarla. Al perderla de vista la pesadez del viaje volvió a caer sobre mi cuerpo y me fui a la habitación.

Dormí unas horas y me levanté como nuevo y fresco, así que salí a cenar de inmediato. De vuelta en la habitación, ya con el estómago lleno, me acosté en la cama e intenté dormir, pero no tenía sueño. Al cabo de un tiempo me di por vencido y, totalmente desvelado, decidí aprovechar por una vez las ventajas del hotel. Fui al gimnasio y me lo encontré desierto. Me cambié en el vestuario y me puse un bañador. Luego fui hasta el jacuzzi y me metí en él despacio. El agua estaba perfecta. Dentro del jacuzzi había una especie de escalón dónde sentarse cómodamente y apoyar la espalda en el respaldo. Presioné un botón que vi a un lado y el jacuzzi se puso en marcha. Se estaba muy bien allí. Sólo se oían las burbujas. El casi completo silencio me ayudó a relajarme.

Minutos después, el sonido de la puerta a mis espaldas me alteró. Vaya, con lo bien que estaba yo solo con mis pensamientos y ahora tenía que compartir la estancia, o incluso el jacuzzi, con algún desconocido. Lo que mis ojos no esperaban ver era a Amarna aparecer en bikini y rodear el jacuzzi hasta verme de frente.
- ¡Uy, hola Juan! No sabía que estabas en este hotel. Qué casualidad. – Saludó ella con su habitual felicidad.
- ¡Hola Amarna! Yo tampoco. – Mentí – Sí que es casualidad.
Lo siguiente que dijo ella no lo escuché. Me quedé embobado viendo por primera vez su cuerpo tan escaso de ropa, y cómo lentamente cada centímetro de su piel se iba bañando con el agua del jacuzzi. Acabó de meterse y se sentó en frente de mí. Adiviné en su expresión qué esperaba una respuesta.
- ¿Eh? ¿Perdona?
- Te he preguntado qué haces aquí a estas horas, jajaja.
- Ah, nada, que no podía dormir. ¿Y tú?
- Acabó de llegar al hotel y me apetecía relajarme un poco en el jacuzzi antes de irme a dormir.
Ya era imposible que pudiera volver a relajarme como antes. No con Amarna compartiendo el jacuzzi conmigo. Sin embargo, sirvió para conocernos mejor y cruzar la barrera de “solo trabajo”. Hablamos y nos echamos algunas risas. Amarna era divertida. Nuestras carcajadas sonaban por toda la habitación vacía.

Entonces llegó un momento a partir del cual todo se puso mucho más interesante.
- Bueno, estamos en confianza, ¿no?
Yo no respondí. Amarna se llevó las manos a la espalda y en cuestión de segundos la parte de arriba de su bikini descansaba en el suelo del gimnasio. Se la quitó con total tranquilidad.
- Qué bien, qué liberada… - Dijo mientras apoyaba la cabeza hacia atrás.
Mis ojos estaban abiertos como platos y no podía dejar de mirar las tetitas de Amarna rodeadas de agua burbujeante. Sin darse cuenta, o eso creí, sus manos acariciaron sus pechos húmedos, cosa que me puso tremendamente cachondo. Cuando Amarna volvió a mirarme se dio cuenta de mi nerviosismo.
- Tranquilo, jajaja. No será la primera vez que veas a una mujer desnuda.
- Ya… - Mascullé.
- Si nos llevamos bien y tenemos confianza, ¿qué problema hay? Mira…
Sacó la mano de debajo del agua y en ella llevaba la parte de abajo del bikini. Le dio un par de vueltas en el aire mientras sonreía y lo lanzo junto con la otra parte del bikini. Yo ya estaba alucinando. Desde luego, por lo que la había visto en el trabajo no esperaba que fuera tan extrovertida y exhibicionista. Cuando dejó de reírse Amarna volvió a hablar.
- Espera, mejor tener el bikini cerca por si entra alguien de repente, ¿no? Jajajaja.
Salió del jacuzzi totalmente desnuda. Me quedé con la boca abierta. Contemplé su bonito cuerpo pálido al descubierto. Su redondo culo, su apetecible coñito con un poco de vello púbico bien recortado… No podía creer lo que estaba pasando.

Amarna acercó su ropa de baño y volvió a meterse en el jacuzzi. Yo hacía rato que había pasado de estar un poco cachondo a tenerla dura como una piedra. Daba gracias porque las burbujas me cubrían. Otra vez los dos dentro, y ahora ella estaba sentada a mi lado. Amarna tramaba algo porque no decía nada y solo sonreía. En seguida descubrí lo que tramaba cuando noté su pie acariciar mi pierna. Tragué saliva y aguanté la compostura pero su pie siguió subiendo hasta llegar a la entrepierna y toparse con mi erección. Amarna rio al notarlo.
- Vaya. Ya está izada la bandera, capitán. – Bromeó.
Su broma consiguió relajarme un poco e incluso reí. Después, con una sonrisa de todo menos inocente, me dijo:
- Me apetece divertirme, ¿a ti no?
Me pilló por sorpresa. Me ruboricé bastante y me quedé inmóvil.

Amarna se subió encima de mí. Acariciando mi pelo mojado y dejando caer el suyo sobre mi pecho, Amarna me besó efusivamente. Recorrió cada rincón de mi boca con su lengua. Yo, cuando conseguí reaccionar, le correspondí con la mía, y las dos lenguas se fundieron en intensos y repetidos abrazos húmedos. Mi dura polla rozaba el coñito de Amarna, con la única separación de la fina tela del bañador. Me encantaba notar sus pechos desnudos y húmedos masajeando mi pecho mientras nos besábamos. Mis manos estaban en su culo, agarrándolo como si se fuera escapar. Su mano bajó lentamente hasta meterse por dentro de mi bañador, y me agarró la polla con fuerza. La masajeó masturbándome delicadamente bajo el agua.

Amarna pasó a la acción y me quitó el bañador, para luego lanzarlo al suelo junto a su bikini. Entonces, tras echarme una mirada cómplice, se sumergió en el agua, y segundos más tarde noté una lengua acariciar mis huevos. Las dos manos de Amarna agarraban mi polla y su lengua lamía mis huevos bajo el agua. Ni en mis mejores sueños eróticos habría imaginado una situación así con mi compañera de trabajo Amarna.

Salió del agua pero solo me dio tiempo a ver una enorme sonrisa en su rostro y una profunda respiración, y en seguida estaba otra vez sumergida. Esta vez era mi polla lo que tenía en la boca. Las burbujas no me dejaban ver nada de lo que ocurría ahí abajo, solo notaba la dulce boca de Amarna en mi polla. La verdad es que su capacidad pulmonar era impresionante. Al rato volví a ver como una mata de pelo naranja salía del agua, y Amarna tras ella.
- Sal del agua que sino no puedo chuparla bien. Además, quiero verte la cara mientras lo hago…
Tenía razón. Por muy curioso que fuera una mamada bajo el agua, prefería que no tuviera que parar cada dos por tres para coger aire, y además también prefería ver cómo lo hacía. Ella también prefería ver la cara de placer qué me provocaba. Me senté en el borde del jacuzzi, poniendo los pies donde antes había estado sentado, como quien se sienta en el respaldo de un banco. Ahora el agua llegaba hasta escasos centímetros bajo mis huevos. Todo mi esplendor genital quedó al aire a merced de la pálida pelirroja.

Ahora Amarna tenía solo la mitad inferior del cuerpo en el agua. Se relamió al coger mi polla y no tardó nada en volver a metérsela en la boca. Se la tragaba entera. La podía notar por completo alojada en su garganta. Viéndola en el trabajo no tenía para nada aspecto de diosa del sexo oral, pero de momento lo estaba demostrando. Durante casi toda la mamada ella me miraba directamente a los ojos, y cuánto mayor gozo reflejaba mi expresión, más disfrutaba ella chupando. La chupó a su antojo y luego me instó a pasar a mayores.
- Creo que ya va siendo hora de que me la metas, ¿no?
La expresión traviesa que acompañaba a cada una de sus frases me volvía loco. Dándome la espalda, se sentó sobre mi polla, la cual entró con facilidad en su húmedo coño. Me encantó sentir cómo entraba hasta el fondo de Amarna. Ella apoyó las manos en mis rodillas y empezó a mover la cintura en círculos. Alternaba los círculos con pequeños saltos donde mi polla entraba y salía de su interior. En ocasiones ella permanecía quieta y era yo el que la metía y sacaba con movimientos pélvicos. Pero lo mejor era cuando nuestros movimientos coincidían. Se oían ruidos de chapoteos con cada impacto entre nuestros cuerpos.
- Date la vuelta, quiero verte. – Era la primera vez que tomaba la iniciativa.
Amarna obedeció de buena gana y continuamos el polvo en una posición parecida a la anterior pero cara a cara. Sus piernas, en vez de estar igual que las mías como antes, ahora rodeaban mi cintura y los pies se entrelazaban en mi espalda. Amarna rodeó mi cuello con sus brazos y los entrelazó también tras mi nuca. Cogiéndola de la cintura, la penetraba con movimientos pélvicos. La veía morderse los labios y poner cara de placer. También veía sus preciosas y naturales tetitas botar y moverse al ritmo de nuestro baile sexual.

Luego Amarna recogió las piernas, flexionándolas y sentándose de rodillas encima de mí, y empezó un movimiento de culo impresionante para follarme. Tenía buena técnica moviendo el culo, muy buena. Las apariencias engañaban, esta chica era una auténtica bomba sexual. Su boca mordía y besaba mi cuello. Me encantaba oír sus dulces gemidos junto a mi oído.

Liberé mis manos de su cintura y las usé para tocar sus pechos. No pude evitar llevármelos a la boca. Chuparlos, lamerlos, succionarlos, morderlos, besarlos… Noté un gemido especial al morder sus pezones, así que lo repetí en varias ocasiones. Sin embargo, Amarna era muy activa y le gustaba ir cambiando.
- Ahora fóllame como a una perrita. No podemos acabar sin que me haya puesto a cuatro patas, Juan.
Dicho y hecho. Aunque no exactamente a cuatro patas. Amarna tenía los pies donde antes estábamos sentados, dentro del agua. Sus piernas subían hasta salir del agua, y ella se recostaba en el respaldo, apoyando las tetas y dejando el culo respingón en pompa para que hiciera diabluras con él. Agarré su cintura y empujé hasta meter mi polla por completo en su coñito. Ella emitió un fuerte gemido. Empecé a embestirla con ansia desde atrás. Nuestros cuerpos estaban ya prácticamente secos pero sudados, y el golpe al impactar mi cuerpo contra las nalgas de la pelirroja resonaba en todo el vestuario.
- Dame más fuerte, Juan. Más… - Me decía entre gemidos.
Los gemidos de Amarna eran cada vez más frenéticos e intensos. Me entregué a fondo para intentar llevarla al orgasmo. Ella me cogió una de las manos y la puso en su pelo.
- Tírame del pelo. ¡Y azótame, joder!
No dudé ni un instante. Cogí su pelo con firmeza y tiré de él. Ella suspiró profundamente.

Seguí embistiéndola mientras tiraba de su pelo y utilicé la otra mano para azotar sus nalgas ocasionalmente. La pálida piel de su culo enrojeció en seguida. Tiré fuerte, azoté fuerte y embestí fuerte, y al fin noté que se iba a correr. Usé la mano que no tiraba de su pelo para acariciar su clítoris mientras seguía follándomela hasta que conseguí que se corriera. Tembló todo su cuerpo y noté contracciones en sus músculos. Se estremeció de placer mientras yo seguía penetrándola, pero ahora suavemente y con delicadeza. Un tremendo orgasmo. Cuando recobró el aliento habló.
- Te toca correrte.
Me sentó de nuevo en el respaldo del jacuzzi, con los pies a remojo, y volvió a dedicarse a chupar mi polla, que ahora rebosaba sus flujos vaginales.

Me había costado mucho aguantar durante tanta acción y ahora iba a dejarme hacer hasta correrme. Amarna intercalaba lametones y chupadas con frases guarras.
- Vamos Juan, quiero que te corras para mí. ¿Vas a regarme con tu lefa? Mmmm…
Sus ojos claros se clavaban en mis ojos oscuros. Mi polla entraba y salía de su boca, y su lengua jugueteaba también con ella. Una de sus manos acompañaba la mamada y la otra acariciaba mis testículos.
- Córrete en mi boca Juan… Dame tu semen… Quiero tragármelo todo…
Su forma guarra de hablarme influía mucho en acercarme al orgasmo. Cuando noté que llegaba, me dejé llevar por el impulso y no me corrí en su boca como Amarna me pedía. En vez de eso, agarré la cabeza de la pelirroja con fuerza y la puse justo donde apuntaba mi polla. Amarna sonrió.
- Oh, quieres correrte en mi carita, eh Juan… Hazlo… Píntame la cara con tu semen… Quiero sentirlo en mi rostro…
Amarna me pajeó muy rápido con las dos manos, apuntando con mi polla a su cara.

De repente, chorros de semen salieron disparados cayendo sobre su blanquecina cara. Ella reía mientras notaba la corrida caliente manchando su rostro. Después de echar todo lo que tenía sobre su cara, Amarna se dio un par de golpecitos en su pringosa mejilla con mi polla, para luego metérsela en la boca y succionar las últimas gotas de jugo. No fue suficiente para ella, porque usó su dedo para recoger algo del semen esparcido por su rostro y luego se lo llevó a la boca.
- Bueno, voy a limpiarme este estropicio, jajaja.
Vi como Amarna, satisfecha y con una amplia sonrisa, caminaba desnuda hacia los vestuarios. Me fijé por última vez en su increíble culo, que ahora estaba tremendamente enrojecido. Yo también fui a limpiarme y cambiarme. Después nos dirigimos a la puerta, y Amarna señaló extrañada algo en el techo. Nos acercamos y en seguida nos dimos cuenta de lo que era. Una cámara de vigilancia. Encendida.




Este relato está inspirado en la actriz porno Amarna Miller y está dedicado a ella.






3 comentarios:

  1. jeje.... y a Amarna cuándo le toca lo suyo? ;)

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  2. (digo, después de tanto comer polla se habrá vuelto a entusiasmar la pobre...)

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    Respuestas
    1. En este caso no hay reciprocidad de sexo oral, jejeje. A veces lo incluyo en el relato y a veces no.

      Amarna juega un poco y luego ya quiere ser penetrada. Lo suyo se le da de otra manera ;)

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