Ya era época de verano, y yo
necesitaba comprarme ropa para esa temporada. Recorrí varias tiendas viendo
productos hasta que encontré algo realmente interesante en una de ellas. Lo
interesante no era la ropa, sino la dependienta. Una rubia tremenda. Una
preciosa mujer de pelo radiante que caía a la altura de sus pechos. Sus
adorables ojos y su piercing de nariz destacaban en su bonito rostro. Tendría
unos 30 años. Vestía una camiseta de tirantes con un escotazo imponente, y unos
shorts vaqueros bien cortitos. Por si no eran suficientes esas grandes tetas
admirables gracias a su escote, ese pantaloncito corto permitía apreciar un
culo firme y bien puesto, así como unas largas piernas brillantes.
La escasez de tela en su
vestimenta dejaba visibles varios tatuajes adornando su cuerpo. Un gran tatuaje
en su hombro derecho de un corazón y unas flores que seguían por su espalda. Un
poco más abajo, casi en el codo, un gato negro. En la zona de la clavícula
derecha, un timón de barco. Y una fecha grabada en su costado derecho.
La verdad es que entré en la
tienda solo por esa increíble mujer. Me paseé por la tienda haciendo como que
ojeaba las prendas, cuando en realidad observaba de reojo a la potente
dependienta. Aproveché un momento que había poca gente para acercarme a hablar
con ella con la excusa de estar interesado en unas prendas.
-
Hola,
soy Paty, ¿en qué puedo ayudarte? – Su dulce voz me encandiló.
Estuve un rato preguntándole por
modelos y tallas. Mi mirada iba muy ocasionalmente a sus tetas. Era inevitable,
menudo par de tetas. Creo que ella se daba cuenta. Y también creo que le
gustaba. Debía estar más que acostumbrada. Su encantadora personalidad hacía
conjunto con su asombroso cuerpo, y me ponía a mil. Aprovechaba cada estirada
que hacía para coger algo para mirarle el culo con disimulo.
Fuimos mirando todo tipo de
prendas mientras yo me armaba de valor para pedirle su número de teléfono. Ambos
nos mirábamos y sonreíamos. Me tocaba suavemente la mano cuando cogíamos alguna
prenda de la percha. Lo hacía a propósito. Al final cogí varias cosas y fui al
probador. Me metí en el último, como siempre suelo hacer.
Empecé a probarme varias cosas. De
repente, cuando estaba en ropa interior, la puerta se abrió y entró Paty de
golpe, cerrando la puerta tras de sí. Me miró.
-
¿Necesitas
algo?
Yo permanecí callado. Paty se
acercó a mí, hasta que escasos centímetros separaban nuestros cuerpos. Podía
notar su respiración en mis labios. Ambos nos quedamos inmóviles mirándonos a
los ojos durante unos segundos que me parecieron una eternidad. El silencio se
rompió cuando Paty acercó la cara hasta juntar sus labios con los míos. El beso
empezó siendo lento y tímido, pero pronto explotó la tensión sexual entre
nosotros y nos comíamos la boca el uno al otro. Nuestras lenguas jugaban, mi
corazón se aceleraba, su mano acariciaba mi entrepierna cubierta solo por unos
bóxers, mis manos agarraban a su prieto culo. Se me estaba poniendo dura solo
de besarme con ella y notar su mano en mi polla. Sus tetas se apretaban contra
mi pecho.
Paty me empujó hacia atrás para sentarme
en el pequeño taburete del probador. Separó mis piernas con sus manos y se
arrodilló entre ellas. Se llevó las manos a la cabeza, se cogió el pelo y se
hizo una coleta mientras sonreía y se relamía. Sonreía porque sabía todo lo que
yo iba a disfrutar y se relamía porque ella iba a disfrutar casi lo mismo que
yo. Luego me quitó los bóxers y los tiró a una esquina. Mi polla esta ya medio
erecta. La agarró con la mano y la empezó a lamer con suavidad. Un escalofrío
recorrió mi cuerpo justo al tocar mi polla con su húmeda y caliente lengua. Mientras
me pajeaba, descubrí un nuevo tatuaje que no había visto, una “R” en su muñeca
izquierda. Paty lamió y lamió cada centímetro de mi polla. También la besaba de
vez en cuando.
Entonces se la metió en la boca.
Me chupaba y succionaba la polla de una forma maravillosa. Tenía una técnica
increíble. Llevaba perfectamente el ritmo pajeándome con una mano, masajeándome
los huevos con la otra y usando la lengua al tiempo que sus labios envolvían mi
polla. Todo mi miembro entraba y salía entero de la boca de Paty sin el mínimo
signo de esfuerzo. Mi mano derecha descansaba sobre su cabeza, pero no hacía
fuerza, la dejaba hacer. Lo hacía de miedo. Estaba claro que sabía lo que
hacía. Le ponía muchas ganas, se notaba que le gustaba hacerlo. Parecía estar
disfrutando más que yo, aunque de verdad os digo que no era así. De vez en
cuando se miraba de reojo en el espejo del probador. Le gustaba verse a sí
misma chupando.
Noté que no iba a aguantar mucho,
y yo me la quería follar, así que la saqué de su boca. Creo que Paty lo
entendió. Pero no podía estarse quieta, su lengua y sus labios se dirigieron a
mis huevos. Los lamió y chupó como antes había hecho con mi polla, la cual
estaba ya durísima.
La preciosa dependienta se quitó entonces
la camiseta, y descubrí un piercing en su ombligo. Después el sujetador,
dejando libres unas tetas increíbles. Me quedé embobado mirándolas. Paty me cogió
las manos y las llevó hasta sus pechos. Reaccioné y las toqué con ganas. Ella
se levantó y se quitó los pantaloncitos y el tanga tan sexy que llevaba. Justo
en frente de mí quedó su coñito perfectamente depilado. Paty me agarró la polla
y se sentó sobre ella con cuidado. Con suavidad fue entrando en su cuerpo hasta
estar completamente dentro. Un suspiro salió de nuestras bocas. Paty puso sus
manos en mis hombros y yo las mías en su culo, y empezó a mover la cintura. Yo
estaba en la gloria con mi miembro metido en ese delicioso coñito, y Paty
follándome a buen ritmo. Mientras lo hacía me miraba y sonreía pícaramente.
Era inevitable que se me escapara
alguna vez un firme azote al culo de Paty, y siempre venían acompañados de un
gemido suyo. Ambos jadeábamos lo más bajito que podíamos para que nadie nos
oyera.
Minutos después Paty se levantó y
se volvió a arrodillar frente a mí. Volvió a meterse mi polla en la boca,
saboreando sus propios jugos vaginales. La chupo un poco más y volvió a subirse
encima de mí, esta vez de espaldas. Al girarse vi un tatuaje tribal en la parte
inferior de su espalda, por encima del culo. Esta chica no dejaba de
sorprenderme. Con Paty de espaldas botando sobre mi polla, vi una letra china
tatuada en su nuca. Mi boca besó su cuello. Lo mordí. Mis manos masajeaban sus
tetas mientras follábamos.
Entonces oímos un ruido que venía
de otro probador. Alguien se estaba probando ropa. Paty y yo bajamos el ritmo
lo suficiente para que no se nos oyera, pero no paramos. Ninguno de los dos
quería parar. Estuvimos así hasta que oímos que se fue y volvimos a follar como
antes.
Paty miraba en ocasiones al
espejo, en el que se veía la preciosa imagen de nuestro polvo. Menos mal que no
había casi gente en la tienda, y que Paty no era la única dependienta, porque
esto se estaba alargando. Noté que iba a correrme y quise posponerlo un poco.
-
Para,
para... – Susurré al oído de Paty.
Ella se rio y paró. Nos besamos
un poco en esa posición. Luego, otra vez, volvió a arrodillarse para chupármela.
Qué fijación tenía Paty con comerme la polla. En cada parón aprovechaba para
llenarse la boca. Debía gustarle mucho hacer mamadas. Pero esta vez fue muy
poco tiempo. Yo me levanté y senté a Paty en el taburete. Luego me hundí entre
sus piernas. Llevé mi lengua a su coñito, lamiéndolo con dulzura. Empecé a
comerle el coño como mejor pude. Además, usaba un par de dedos para
estimularla. Le comía el coño con muchas ganas, y por sus gestos y gemidos
parecía gustarle.
Cuando me hube recobrado un poco
la levanté y la puse contra el espejo del probador. Apoyé la punta de mi polla
en su coñito y la penetré fuerte desde atrás. Me puse a follármela con rabia,
embistiendo sus nalgas. Mi polla entraba y salía de su coñito a una velocidad
endiablada. Yo la cogía de la cintura con ambas manos. La cara de Paty se
apoyaba contra el cristal del espejo. Su aliento formaba vaho en él. Luego usé
una de mis manos para tirar de su coleta con firmeza pero suavidad. La otra
mano la tuve que quitar también de su cintura y usarla para taparle la boca, ya
que sus gemidos eran cada vez más altos. Se iba a correr. Seguí follándola al
mismo ritmo hasta que noté que se corría y, en ese mismo instante, la metí
hasta el fondo dentro de ella y le propiné un fuerte azote. Paty tuvo un fuerte
orgasmo. Sus piernas temblaban y tuve que sujetarla para que no se cayera
mientras me la seguía follando, que yo aún no me había corrido. Pero no tardé
mucho. Mientras la empotraba contra el espejo le susurré al oído que me iba a
correr.
Paty saltó como un resorte y se
arrodilló de nuevo. Me senté en el taburete y Paty volvió a chuparme la polla.
Estuvo chupando pocos minutos más.
-
Me
corro Paty.
Le avisé por cortesía pero a ella
no pareció afectarle. Siguió chupando con las mismas ansias mientras me corría
en su boca. Paty succionaba y chorros de lefa salían de mí directos a su
lengua. La dependienta tragaba mi semen sin parar de chupar. Ese orgasmo fue,
en términos claros, la puta hostia. Paty siguió mamando hasta que la última gota
hubo salido de mi polla. Luego se la sacó y la lamió un poco. No había ni
rastro de semen, se lo había tragado completamente todo. Paty sonreía,
satisfecha, dando los últimos lametones a mi polla.
Nos vestimos y fuimos a la caja.
Al final me iba a comprar un par de cosas que me habían gustado. La tienda
seguía casi vacía. Mientras Paty me cobraba me di cuenta de que otra
dependienta nos miraba. Tenía cara de estar pensando: “Sé lo que habéis hecho
ahí dentro.”
Este relato está
inspirado en la webcamer Paty (@Paty_4u_) y está dedicado a ella.
Mmmmm....me ha encantado, de verdad. Has dado en el.clavo con que chupe tanto la polla...es algo que me encanta.
ResponderEliminarCreo que mi próximo vídeo leeré antes el relato para ponerme cachonda ;)
Vaya relatito guapo que ha confeccionado Juan entre su polla y la boca, coñito y tetas de Paty! Quien sabe si lo llevais a cabo algun dia jijijiji ��
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