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lunes, 16 de julio de 2018

Lenguas en la oscuridad



La habitación estaba en la más absoluta oscuridad. Todo era negro. No era capaz de distinguir ni lo más mínimo los bordes de los muebles que suponía yo que habría en ese cuarto. Por esta razón, me costó comenzar a andar, pero finalmente me aventuré. Di pasos cortos y lentos para evitar cualquier golpe. Avancé muy lentamente entre las sombras hasta que el tacto de una mano en mi hombro me detuvo. El repentino contacto me asustó en un principio, pero en seguida conseguí controlar mis pulsaciones. Me detuve de pie en medio de la oscuridad. A la mano posada en mi hombro izquierdo se sumó otra en el hombro derecho. Por el tacto de los dedos noté que ese alguien estaba detrás de mí, pero aún así no me giré. No sabía cómo comportarme y lo único que se me ocurría era esperar a ver qué pasaba.

Aquellas desconocidas manos me quitaron la camiseta con delicadeza. Al acariciar mi torso ahora desnudo, noté la suavidad de las manos y estuve casi seguro de que se trataba de una mujer. Mis sospechas se confirmaron cuando noté los pechos desnudos de esa mujer tocando mi espalda. Noté incluso sus pezones duros. Después de unas pocas caricias, las manos se dirigieron a mi cinturón y lo desabrocharon. El primero sonido que se oyó en aquella habitación fue el de mis pantalones cayendo al suelo. Las manos acariciaron mi entrepierna por encima de mis bóxers, para luego colarse por dentro y agarrar mi polla. Me masajeaba el miembro con dulzura, lentamente, casi diría que con cariño incluso. Lo que empezó como caricias siguió como sacudidas. Seguía siendo con delicadeza, pero ya era una paja en toda regla. Se detuvo para quitarme también los calzoncillos, que bajaron hasta encontrarse con mi pantalón, pero después dejé de notar las manos en mi cuerpo.

Pasaron unos segundos en los que me quedé inmóvil deseando volver a notar esas manos suaves. Sin embargo, lo que noté fue incluso mejor. Una lengua comenzó a jugar con mi glande, haciendo círculos. Me puse tenso. La lengua fue recorriendo mi miembro por todos sus rincones, incluyendo por supuesto los huevos, con los que también se entretuvo.

Mi polla tardó muy poco en alcanzar la máxima dureza. Con ello llegó otra sorpresa. Mientras los labios de aquella desconocida mujer succionaban mis huevos, una segunda boca se apoderó de la polla. Unos nuevos labios rodearon el glande y acogieron en el interior de la boca a mi duro miembro. Esta vez no pude reprimir el gemido de gusto, que pese a ser discreto, inundó la habitación. Ya eran dos bocas las que me estimulaban oralmente. No sabía quiénes eran esas mujeres, ni cómo eran, pero lo que estaba claro es que sabían lo que hacían con sus bocas...

Tras unos minutos en los que las dos se fueron turnando mi polla y mis huevos, aunque juntándose en ocasiones sus labios en alguna parte, entró en escena la tercera mujer. Adoptó la postura en la que empezó la primera, a mis espaldas. De nuevo notaba unos pechos en mi espalda. Éstos eran más grandes. Y las manos de la mujer de los senos grandes también me acariciaron. No se limitaba a eso, sino que también besaba mi cuello, mordía los lóbulos de mis orejas... Todo tipo de estímulos para excitarme aún más. Noté de ella que olía extremadamente bien. Era un olor sensual, excitante.

Por primera vez me aventuré a tomar una iniciativa. Eché hacia atrás mi mano derecha y acaricié la pierna de la mujer que tenía detrás. Acaricié lentamente hacia su entrepierna, hasta que llegué a su coñito. Ella no se interpuso, así que yo seguí adelante. Rocé con mis dedos el coño de aquella desconocida, el cual estaba depilado completamente. No noté ni un solo pelo. Mis dedos se introdujeron en su interior poco a poco. Unos ligeros gemidos de la mujer entraron por mi oído, y enmudecieron porque ella siguió besando mi cuello.

Estaba en el cielo. Creía que me iba a despertar en cualquier momento. Sin embargo, aquel idilio continuaba y yo cada vez estaba más cerca de recompensar a estas tres mujeres por su gran labor. Pesé a que habían sido suaves conmigo, permitiéndome disfrutar de aquello durante un tiempo, llegó el momento en el que se pusieron seriamente a buscar mi eyaculación. Se notó claramente en la agresividad y el frenesí de sus movimientos.

Tuvieron que emplearse las tres para conseguir mi orgasmo. Una de ellas me masturbaba con fuerza mientras otra chupaba la punta de mi polla y la última lamía mis huevos sin parar. Ahí es cuando finalmente llegó el orgasmo. Di rienda suelta a mis gemidos mientras me corría en la boca de una desconocida en las sombras. Ninguna de ellas paró lo que estaba haciendo mientras yo seguía eyaculando, lo cual yo agradecí porque me hacía disfrutar muchísimo más.

En cuanto hubo salido de mí la última gota de semen, la primera en cesar sus movimientos fue la mujer que tenía detrás, la cual dejó de masturbarme. Después de una pequeña succión extra, la mujer que chupaba sacó de su boca mi polla por primera vez desde que todo aquello había empezado. La última en dejarlo fue la que se encargaba de mis huevos, que parecía haberse encaprichado con ellos. En cuanto los dejó en paz, se oyeron sonidos de besos, lo cual me llevó a imaginar que, entre las sombras, esas dos desconocidas compartían mi semen.

Poco a poco, los roces, los besos y las caricias fueron despareciendo, hasta que volví a encontrarme en la soledad de aquella habitación a oscuras.



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