Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Eva en directo



Era una noche como cualquier otra. Después de un rato viendo la televisión, la apagué y me dirigí a mi habitación para dormir. Antes de acostarme, me sonó el móvil y vi que había recibido un mensaje de Eva. Solo ponía: "Mira tu email ya". Intrigado, encendí el ordenador y abrí el email que, en efecto, había recibido de mi vecina. En él solo había un enlace, no ponía nada más. En otro caso no lo habría abierto porque parecía un virus, pero el mensaje que me había enviado significaba que ella era consciente del email.

Hice click en el enlace y se abrió en mi pantalla un vídeo. Pese a la escasa iluminación de la escena, se distinguía a un hombre sentado al borde de la cama y a una mujer arrodillada entre sus piernas. Le estaba haciendo una mamada que, a juzgar por la expresión del rostro del hombre, estaba siendo muy buena. Solo cuando la mujer se apartó el pelo moreno de la cara, se pudo ver con claridad la polla entrando en su boca. No solo eso, sino que fue entonces cuando reconocí a mi vecina. La mujer del vídeo era Eva. ¿Me había enviado un vídeo porno suyo?

Aunque en un primer momento pensé que era un vídeo, iba a descubrir que era algo aún más morboso. Por primera vez me percaté de que la fecha y hora marcadas en la esquina superior izquierda eran las de aquel mismo instante. Eva estaba retransmitiendo su polvo en directo para mi disfrute. Por la mala iluminación no había reconocido el dormitorio de mi vecina, en el cual tantas veces había estado.

Ahora Eva disfrutaba lamiendo los huevos de ese hombre desconocido para mí. Le encantaba hacerlo y sabía por experiencia propia que lo hacía de maravilla. Durante la felación, Eva de vez en cuando miraba a la cámara. Sonreía al hacerlo, suponiendo que yo estaría observándola. El hombre, sin embargo, parecía no saber de la existencia de la cámara, ya que ni una sola vez desviaba la mirada hacia ella.

Tras unos minutos dejando a Eva a sus aires, al hombre le dio un arrebato de agresividad sexual. Se levantó y, agarrando la cabeza de mi vecina, se puso a follarle la boca sin contemplaciones. Gracias a la nueva posición, en la cual les incidía más la luz de la única lámpara encendida en la mesita de noche, yo podía ver la escena con mucha más claridad. La polla entraba entera y de golpe en la garganta de Eva, que aguantaba como una campeona. Alguna lágrima de esfuerzo brotaba de sus ojos, pero sin duda le gustaba esta práctica. Ella se dejaba hacer, cual muñeca hinchable, mientras con su mano se masturbaba presa de la excitación. Le excitaba ser usada y más aún cuando sabía que yo lo estaba viendo. Salía mucha saliva de su boca y caía por el escote de Eva. Tras una buena follada de garganta, la dura polla del hombre estaba preparada para algo más. Un par de golpes con la polla en la mejilla de Eva, mientras ella cogía aire, fue el toque final antes de pasar a mayores.

En un momento ambos se habían despojado de toda su ropa. Eva empujó al hombre tumbándolo sobre la cama. Ella también se subió a la cama mientras, con una sensual mirada, abría un preservativo. Dio un último lametón al erecto miembro antes de colocarle el condón. Luego se subió a él como si de una atracción se tratase y comenzó a cabalgar con fiereza. En ocasiones saltaba todo su cuerpo, y otras veces movía solo el culo, pero siempre provocando que la polla entrara y saliera de ella con dureza. La mirada de aquel hombre reflejaba su regocijo ante haber dado con toda una mujer como Eva.

Tan altos eran los gritos de placer de mi vecina que tuve que bajar el volumen de mis auriculares. Se me ocurrió una idea. Fui al dormitorio, que da pared con pared con el de mi vecina. Pegué la oreja a la pared y, tal como esperaba, oía los gemidos y gritos de Eva con total claridad. Por muy morboso que me pareciera eso, prefería volver al ordenador a seguir espiándola con su consentimiento.

Cuando volví, Eva había dejado de dominar la situación. Ahora se estaba colocando a cuatro patas, de cara a la cámara que me retransmitía la escena. Me bajé pantalones y calzoncillos antes de sentarme. Me empecé a masturbar mientras veía al hombre penetrar a mi vecina. Primero lento. Luego más rápido. Y más rápido. Los gemidos de placer de Eva me envolvían, y el único otro sonido que le hacía sombra era el de los dos cuerpos desnudos al chocar. Me encantaba la cara que ponía ella cada vez que era azotada, mezcla de dolor y placer. Aquel tío no se andaba con chiquitas. Agarraba a Eva de la cintura y parecía que la iba a atravesar con cada embestida. Y mientras, yo seguía pajeándome con la imagen de mi vecina follando y sus gritos en mi cabeza.

El hombre pareció calmarse un poco. Disminuyó sus frenéticos movimientos hasta parar por completo. Entonces, los ojos de Eva se abrieron de par en par y se mordió el labio ante lo que estaba claro que era una penetración por la puerta trasera. La expresión de Eva no dejaba lugar a dudas.
 - Sí... - Suspiró ella, que parecía estarlo deseando.
Igual que antes, la rapidez y dureza de las penetraciones fue aumentando gradualmente, hasta el punto que Eva se agarraba con fuerza a la cama y apretaba los dientes. Pero le gustaba. Le encantaba.

Yo ya no podía más. Me masturbaba frenéticamente mientras veía a mi vecina siendo sodomizada. Le noté en la cara que se acercaba al clímax. Eva es muy expresiva y en cuanto la conoces, puedes saber muchas cosas a partir de sus gestos y expresiones. Ahora, a través de la pantalla del ordenador, yo veía que estaba a punto de correrse. Esas caras de placer de Eva a mí me ponían muy cachondo. No dejaba de masturbarme. De repente, cerró los ojos con fuerza y se entregó al placer del orgasmo. Su cuerpo incluso tembló ante tal clímax. Esa imagen fue la gota que colmó el vaso, provocando que yo también me corriera. Estaba manchando el suelo y mi mano estaba cada vez más pringosa, pero me daba igual porque había sido una paja magnífica. A solo unos metros de distancia, Eva y yo nos habíamos corrido juntos.

Me quedé sentado, acariciándome despacio y esperando ver el final de aquel polvazo retransmitido. Parecía que él también buscaba correrse, y para ello aumentó su agresividad. Empujó a Eva contra la cama, tumbándola boca abajo. Sin dejarla reaccionar, se tiró encima de ella, volviendo a metérsela por el culo. Se la follaba contra la cama, apretando su cara contra el colchón. Eva mordía las sábanas y sus nalgas parecían enrojecerse más por momentos. La cama temblaba con cada penetración.

De repente, él sacó su polla de dentro de Eva y giró su cuerpo dejándola boca arriba. Se sentó sobre su pecho, agarró a Eva del pelo con fuerza y apuntó con la polla hacia su cara. Mi vecina se masturbaba y sonreía ante lo que se le venía encima. Él también se masturbaba, sin dejar de apuntar al rostro de Eva. Tras un par de gemidos de aviso, vi cómo chorros de semen salían expulsados con violencia y chocaban contra la cara de Eva. Se corrió abundantemente, sin dejar de agarrarla del pelo para asegurarse de que hasta la última gota caía en su rostro. Cuando acabó de correrse, soltó la cabeza de Eva y se apoyó con las manos en la cama. Ella se metió la polla en la boca una última vez, succionando lo que quedaba de corrida.

Una vez finiquitado el polvo, oí a mi vecina indicarle al hombre que podía pasar a la ducha, que ella de momento se limpiaría con unos pañuelos antes de ducharse. Cuando el hombre hubo cerrado la puerta del baño, Eva se acercó sonriendo a la cámara que estaba retransmitiendo en directo. Tenía la cara cubierta de semen, que le resbalaba por la barbilla. El ojo derecho no podía ni abrirlo. Con esas pintas me mandó un beso para luego coger la cámara. Yo sonreí con complicidad como si ella pudiera verme, justo antes de que la pantalla se quedara en negro.


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