Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Un gran día



Lara pasó las manos por sus pechos, acariciándolos. Le encanta acariciarse los pechos nada más despertarse. Estaba completamente desnuda en la cama. Su ropa interior estaba tirada por el suelo. Se giró en la cama y observó al hombre que yacía junto a ella. El hombre con el que había ligado la noche anterior. Metió la mano bajo las sábanas y acarició su cuerpo, también desnudo. Miró el reloj y comprobó que iba bien de tiempo. Se metió bajo las sábanas y bajó hasta colocarse entre las piernas del hombre. Lamió su polla flácida y sus huevos depilados. No tardó en meterse el miembro en la boca. Le encanta notar una polla endurecerse en su boca. Una vez dura, se ayudó con sus manos para hacer una buena mamada. Se dio cuenta de que el hombre ya había despertado porque sus manos acariciaron la cabeza de Lara.
 - Joder, es increíble lo bien que la chupas... - Fue lo primero que dijo el hombre al despertar.
A Lara le gustaba que le dijeran cosas así. Se sentía orgullosa y al mismo tiempo le ponía cachonda. Siguió chupando hasta que el hombre descargó en su boca.

Al salir de la ducha el hombre seguía tirado en la cama. Lara se vistió y cogió sus cosas.
 - Tengo que ir a trabajar. Puedes ducharte aquí si quieres.
Y dicho esto salió por la puerta.

Lara trabaja de secretaria en una oficina. Aquella estaba siendo una mañana muy tranquila. Abrió Twitter en su móvil y pasó un rato viendo los gifs porno que aparecían en su timeline. Cuando se dio cuenta, tenía una mano acariciándose el muslo, el cual estaba muy caliente. Dejó el móvil y revisó la agenda. Tras ello se dirigió al despacho de su jefe.
 - No tiene nada en la agenda hasta la hora de comer, señor.
El jefe dejó lo que estaba haciendo y miró a Lara. Sabía de sobra lo que ella insinuaba.
 - ¿Y qué se te ocurre?
Sin mediar más palabras, Lara se acercó a su jefe. Se arrodilló, le desabrochó el pantalón, sacó su miembro y se lo metió en la boca. Se la chupó hasta que la tuvo bien dura. Fue el jefe quien interrumpió la felación, apartó los papeles de su mesa e inclinó a Lara sobre ella. Le levantó la falda ajustada y le bajó el tanga hasta las rodillas. Ella abrió las piernas invitando al disfrute. En seguida notó la dura y gran polla de su jefe entrar en su interior. Agarrándola por la cintura, la penetraba con rabia. Cada embestida hacía temblar toda la mesa y hacía gozar a Lara. Él disfrutaba del poder de someter a su secretaria. Lara disfrutaba de la sumisión de ser usada para el placer. De vez en cuando recibía algún azote de su jefe, que alimentaba de esa manera su posición de superioridad. Ella, encantada, le ponen caliente unos buenos azotes. La gota que casi colma el vaso fue cuando le introdujo un dedo por el culo. Aún no disfrutaba plenamente del sexo anal, pero un dedo estimulándole esa zona le excitaba sobremanera. Estuvo muy cerca de correrse, pero las penetraciones se interrumpieron y notó el semen caliente caerle en la nalga. Se lo limpió y volvió al trabajo.

Tras una comida sin incidentes y un par de horitas más de trabajo, Lara salió de la oficina. De camino a casa paró en una cafetería a tomar un café mientras arreglaba unos asuntos pendientes. Tecleaba en su ordenador portátil mientras tomaba sorbos de su café, y no perdía de vista al camarero que le había servido. Le había parecido atractivo y ahora no podía evitar mirarle cada vez que pasaba por su lado. Él, por su parte, contestaba con simpáticas sonrisas. Cuando terminó lo que tenía que hacer, Lara recogió sus cosas y fue a pagar. Le entregó el dinero al camarero junto con una nota, para enseguida alejarse. El camarero se sonrojó al leer lo que ponía en la nota: "La propina te la doy en el baño."

Cinco minutos después Lara saltaba sobre el camarero en la taza del váter. Él, con los pantalones y los calzoncillos por los tobillos, se dedicaba a disfrutar de los movimientos de Lara. Ella, con la falda subida y el tanga en su tobillo derecho, movía la cintura con destreza. Debían ser rápidos, él tenía que volver al trabajo, y ella no quería que una interrupción la dejara a medias. Tal vez fuera por la carga de sexo que llevaba durante el día, pero Lara alcanzó el orgasmo con facilidad. El camarero tuvo que taparle la boca para evitar inundar la cafetería de gritos de placer. Ella se retorció sobre él mientras su cuerpo experimentaba el gozo del orgasmo.

Una vez recobrado el aliento, Lara se levantó y se apoyó en la pared de aquel cubículo. El camarero se puso detrás de ella y se la volvió a meter. Entraba con mucha facilidad en el húmedo coñito de Lara. Ahora, el camarero con quien se había encaprichado le jadeaba a la oreja mientras se la follaba. A Lara se le escapaban sonrisas, no solo de placer sino también de perversión y satisfacción psicológica. Le había bastado una nota en un papel para conseguir lo que quería. El camarero agarraba con las manos las tetas de Lara y seguí empujando desde atrás, disfrutando cada segundo del increíble cuerpo de la mujer, aunque fuera en un entorno tan vulgar. Ella se apoyaba con las manos en la pared y disfrutaba de las penetraciones. Empezó a mover ella también el culo, intensificando la experiencia, buscando el orgasmo del hombre para que aquel polvo no se alargara más y los acabaran pillando. Con la colaboración de Lara, solo fueron necesarias unas pocas embestidas más para que el camarero se corriera. Gruñó al oído de Lara al tiempo que se la metía con fuerza como si se estuviera corriendo en lo más profundo de ella, si no fuera porque en realidad todo estaba yendo a parar al condón.

Lara se fue a casa luciendo sonrisa y con los ojos brillantes. Con solo recordar las experiencias sexuales de aquel día, su cuerpo ya empezaba a calentarse. En el ascensor de su edificio coincidió con Maite, vecina del mismo piso. Siempre se habían llevado muy bien por ser aproximadamente de la misma edad.
 - Ya es viernes, ¿algo pensado para esta noche? - Maite comenzó la conversación.
 - La verdad es que hoy no pensaba salir.
 - Yo tampoco. Si quieres puedes pasarte y vemos una peli o algo.
 - Genial, pues luego nos vemos.
Llegaron a su piso y cada una se fue por su lado.

Maite estaba acabando de limpiar los platos de la cena cuando Lara llamó a la puerta. Tras apagar las luces y acomodarse ambas en el sofá, dieron comienzo a la película. Todo iba bien hasta que llegó la primera escena de sexo. A Lara le vinieron todos los recuerdos a la mente de golpe: el chorrazo que se había tragado por la mañana, su jefe sometiéndola en la oficina, el polvo con el camarero guapo... Ya de normal su cuerpo se excitaba fácilmente, y ahora estas escenas y recuerdos ayudaban. Lara consiguió calmarse, pero la cosa no iba a acabar ahí. Un rato después llegó la segunda escena de sexo de la película. A Lara volvieron a invadirle unas ganas terribles de sexo, pese al día tan movidito que había llevado. Su mano acariciaba su entrepierna casi involuntariamente. Miró a Maite, y ahora la veía con otros ojos. Ahora se fijaba más en sus tetas, en los pezones que se le marcaban, en sus dedos rozando sus labios, en sus piernas casi desnudas por su pantaloncito corto, incluso en sus pies. Maite debió advertir que la observaba porque se giró y miró a Lara. Sus miradas se encontraron y la tensión era palpable. Lara fue la que reaccionó acariciando la pierna de Maite. La excitación era también visible en los ojos de la vecina. Las caricias en la pierna fueron acercándose a la zona crítica hasta pasar a ser tocamientos, lo que provocó ligeros suspiros en Maite. Sus cuerpos se acercaban poco a poco. Finalmente, estando ya a escasos centímetros, fue Maite la que se lanzó a besar a Lara.

Maite y Lara se iban desnudando la una a la otra sin separar sus labios. Cuando estuvieron completamente desnudas, Lara se tumbó encima de Maite. Había mucho contacto entre sus cuerpos. Sus labios se tocaban, sus lenguas se tocaban, sus pechos se tocaban, sus piernas se tocaban... Las manos de una recorrían el cuerpo de la otra. Lara bajó para lamerle los pechos a Maite. Se entretuvo jugueteando con sus pezones. Le gustaba mucho jugar con los pezones, tanto con los suyos como con los de otras personas. Sin embargo, tampoco perdió mucho tiempo con las tetas de Maite, porque lo que realmente le apetecía estaba más abajo. Siguió bajando hasta colar su cabeza entre las piernas de Maite y saborear su coño. A Lara le pareció delicioso. Su comida de coño tenía como música de acompañamiento los gemidos de placer de Maite. Lara sabía utilizar bien los dedos como estímulo adicional a su lengua. Hacía mucho que Maite no disfrutaba tanto, y eso se hizo evidente en el fuerte orgasmo que tuvo.

Pero Lara no era la única a la que le apetecía hacer travesuras con su lengua. Ahora era Maite la que hundía su cabeza entre las piernas de su vecina. Lara se estremeció. Había experimentado muchas cosas aquel día pero era la primera lengua que tocaba su coño. Indudablemente, Maite sabía lo que hacía. También usaba dos dedos junto con su lengua y sus labios para buscar el orgasmo de Lara. Una preciosa y atractiva mujer realizando sexo oral a otra preciosa y atractiva mujer. Una bonita escena solo iluminada por la luz del televisor. La lengua de Maite estuvo nadando por los recovecos del coño de Lara un buen rato hasta que finalmente se corrió en su boca.

Minutos después, desnudas y satisfechas, las dos chicas yacían tumbadas en el sofá, aún acariciándose una a otra.
 - No sabía que te gustaran las mujeres... - Dijo Maite con una sonrisa.
 - Soy bisexual... - Contestó Lara con otra sonrisa pícara. - Y una viciosa...




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