Pasada ya
bastante noche, fui a la barra a por una copa. Como no, estuve mucho tiempo
esperando a que me atendieran, dada la cantidad de gente que había. De repente
llegó a mi lado una mujer bellísima. La miraba disimuladamente mientras
intentaba ser atendido. Tenía el pelo negro y largo, a la altura de los pechos.
Un rostro angelical con una sonrisa arrebatadora y unos ojos marrones
relucientes. Llevaba un vestido negro largo, de cuerpo entero, ceñido,
ajustado, que dejaba apreciar perfectamente las curvas de su cuerpo, y unos
tacones negros también. Sus pechos eran un poco pequeños pero parecían bonitos
y apetecibles, así como bien puestos. El vestido que llevaba le hacía un culo
increíble, prieto, redondito.
En seguida
llegó un hombre que se puso al otro lado de la mujer. Empezó a hablarle e
insinuarse pero ella parecía pasar. El hombre no desistía y llegó a ponerse
pesado con ella. Yo, que noté su malestar, me hice pasar por su pareja y le
dije:
-
Perdona, ¿te importa no molestar a mi novia?
Ella me miró
extrañada pero no dijo nada. Él, sin embargo, nos pidió perdón a ambos y se
fue. La chica me dio las gracias y llegó el camarero a atenderla. Pidió lo suyo
y lo mío para que no tuviera que seguir esperando. Volvió a darme las gracias
por librarle de aquel tipo y me invitó a ir a charlar. Fuimos a una mesa y nos
sentamos a hablar. Nos fuimos conociendo mejor y la conversación se puso más
interesante cuando dijimos a qué nos dedicábamos. Ella, Laura, era actriz
porno.
A partir de
ahí el tema fue centrándose en lo erótico, ya que Laura estaba dispuesta a
contestar cualquier cosa sin ningún tipo de reparo. Incluso cualquier cosa
íntima.
-
Tengo un tatuaje y piercings. – Aclaraba.
-
¿Dónde?
- El tatuaje lo tengo en la cintura, justo encima
de la pierna. En la pelvis se podría decir. Una mariposa. Y piercings tengo en
el ombligo, en la nariz y en los pezones.
- ¿En los pezones? Joder, qué morboso. Me
encantan.
Laura se
quedó unos segundos en silencio, sonriendo solo, y al final soltó:
-
¿Quieres verlos?
La pregunta
me sorprendió y sobresaltó bastante, pero no tardé ni medio segundo en acceder
a su propuesta.
Me llevó de la mano hasta los baños, y fijándose en que nadie nos viera, se metió en el baño para el personal del local, supongo que pensando en qué no habría gente. Efectivamente estaba vacío. Nos pusimos frente al gran espejo con los lavabos para lavarse las manos. Laura se subió suavemente el vestido hacia arriba hasta la altura del ombligo. Lo hizo para enseñarme el tatuaje de una mariposa que tenía. El tatuaje era bonito pero lo que era aún más bonito fue ver que Laura no llevaba bragas. Ella notó que mi mirada se centraba más en su coñito que en el tatuaje. Un coñito muy apetecible y con algo de vello púbico ordenadamente recortado.
Me llevó de la mano hasta los baños, y fijándose en que nadie nos viera, se metió en el baño para el personal del local, supongo que pensando en qué no habría gente. Efectivamente estaba vacío. Nos pusimos frente al gran espejo con los lavabos para lavarse las manos. Laura se subió suavemente el vestido hacia arriba hasta la altura del ombligo. Lo hizo para enseñarme el tatuaje de una mariposa que tenía. El tatuaje era bonito pero lo que era aún más bonito fue ver que Laura no llevaba bragas. Ella notó que mi mirada se centraba más en su coñito que en el tatuaje. Un coñito muy apetecible y con algo de vello púbico ordenadamente recortado.
-
Sin bragas. – Comenté ante la obviedad.
-
Soy así de guarrilla, jeje. – Dijo entre
sonrisas Laura.
Después de
esto se puso de nuevo el vestido negro elegante y procedió a bajárselo con
cuidado, hasta que fue suficiente para que sus tetas salieran por encima. Laura
también iba sin sujetador. Dos tetitas preciosas se asomaron. Un piercing en
cada pezón ponía el toque de morbo.
-
Venga, me has caído bien, adelante, toca. – Dijo
Laura ante mis ojos brillantes.
Levanté los
brazos hasta que mis manos tocaron ambos senos. Los amasé con delicadeza
disfrutando cada momento, y jugué un poco con sus pezones y sus piercings,
hasta que Laura me propuso algo:
- Mira, me has caído tan bien que te voy a hacer
una propuesta. Ya sabes que soy actriz porno. Pues mira, entramos en ese baño
de ahí y te chupo la polla si me dejas grabarlo para mi web. No se te verá la
cara, tú eres el que graba. ¿Qué te parece? Te hago una mamada por sujetar una
cámara, jaja.
Mis
estúpidos tartamudeos ante la propuesta hicieron ver a Laura que aceptaba. Me
metió en uno de los baños, me sentó en la tapa y cerró con pestiño. Sacó una
cámara del bolso, la puso a grabar, me la dio y se arrodilló en frente de mí.
-
Tú solo grábame a mí. – Me indicó.
Aún iba con
el vestido bajado y las tetas fuera. Me bajó la cremallera y sacó el pene sin
titubear. Apenas había tocado mi polla con los dedos y ya se la había metido en
la boca. Mi miembro, aunque empezaba a despertar, estaba aún medio flácido, y
fue creciendo en la boca de Laura. Mi aparato no era para nada pequeño, pero
aun así no era inconveniente para que pudiera metérsela entera hasta la
garganta. Siendo actriz porno, la de pollas más grandes que la mía se habrá
tenido que comer. Yo gozaba increíblemente que tuviera en su boca cada
centímetro de mi pene.
Se la sacó
de la boca por primera vez para dedicar unos minutos a mis huevos. Con las
manos seguía pajeando mientras ahora su lengua nadaba entre mis bolas. Mi pene
chorreaba de su saliva. Ella jugaba con mis testículos. Se metía uno en la
boca, luego el otro, luego los dos. Y succionaba tirando de ellos.
Luego volvió
a lamer el pene. De arriba abajo. Lenta y suavemente. Hacía círculos con su
lengua alrededor de mi glande. Luego volvió a metérsela en la boca para seguir con
la mamada. Una de sus manos le ayudaba con el pene y la otra masajeaba los
huevos. Me costaba cada vez más sujetar la cámara ante tal espectáculo. Laura
no paraba de chupar y me miraba fijamente a los ojos mientras lo hacía. Eso me
intimidaba un poco pero también me encantaba. Instintivamente moví mi brazo
libre, el que no sujetaba la cámara, para cogerle la cabeza pero apenas había
tocado su pelo lo quité, por si no le gustaba. No quería arruinar el momento.
Sin embargo Laura, sin dejar de chupar, me cogió el brazo y me puso la mano
encima de su cabeza guiñándome un ojo. Aproveché la ocasión y empujé su cabeza
ligeramente para marcar el ritmo de sexo oral que más me gustaba.
De repente
se oyó un ruido. Algún empleado había entrado en el baño. Laura se puso el dedo
índice en los labios indicándome que guardara silencio, y después volvió a la
mamada. Yo me callé como pude, evitando emitir ningún gemido y lo único que se
oía de vez en cuando era un ligero ruido de chupeteo que hacía Laura. Estuvimos
así unos minutos, en los que Laura no paraba de chupar, y luego se oyó de nuevo
la puerta. Volvía a respirar. Laura soltó unas risotadas pero no se distrajo de
su faena. Yo aumenté la velocidad de la mamada empujando su cabeza con mi mano.
Me animé y acabé presionando su cabeza contra mi entrepierna de tal modo que
toda mi polla entró en su garganta y la nariz de Laura llegaba a tocar mi
pelvis. Laura se limitó a aguantar, e incluso sacó un poco la lengua llegando a
lamer ligeramente los huevos. Yo no la soltaba, la mantenía así. Tres, cuatro,
cinco, seis… y cuando llegué a ocho segundos Laura no pudo más e hizo fuerza
hacía fuera. Yo la solté y toda mi polla salió de su garganta. Laura quedó
inmóvil, respirando, buscando aire. El rímel se le había corrido por unas pocas
lágrimas que habían salido de sus ojos. Un hilillo de baba colgaba desde su
labio inferior hasta la punta de mi miembro. Una vez se hubo recuperado sonrió
y volvió al tema. Me había gustado tanto eso que lo repetí alguna vez más
durante la mamada, llegando a durar Laura hasta 15 segundos con toda mi polla
en su boca.
Yo estaba en
el cielo pero Laura también estaba disfrutando de lo lindo. Parecía que mi
polla fuera su postre, o que llevara meses sin comer y de repente le hubieran
sacado un chuletón.
De vez en
cuando sacaba la lengua y se daba golpecitos en ella con mi polla. Y cuando le
entraba la zorrería, incluso se golpeaba con dureza las mejillas con mi polla.
La restregaba por su cara. Hasta la olía. Le había salido la vena guarra.
Pasé a sujetar
la cámara con las dos manos porque notaba que iba a correrme. Ella también lo
notó, porque aceleró el ritmo de las chupadas. No paraba de mirarme a los ojos,
y yo no apartaba la mirada. Empecé a eyacular semen y ella seguía chupando y
mirándome. Notaba cómo iban saliendo chorros y caían en el interior de su
caliente boca, sobre su lengua. Laura no dejaba de mover la lengua ni de
chupar. Estuve así hasta que notó que había echado todo el semen que
tenía. Luego succionó durante unos
segundos para sacar hasta la última gota y remató con un beso en la punta de mi
glande. Todo esto manteniendo en todo momento el contacto visual conmigo, era
una auténtica profesional. Cuando tuvo toda mi corrida en la boca miró a la
cámara y abrió la boca para enseñar su premio. Movió la lengua para removerlo
dentro de su boca, jugando con él. Luego Laura se sentó en mis piernas,
mirándome. Se inclinó sobre mí, casi abrazándome. Puso su boca pegaba a mi
oreja y pude oír perfectamente un GLUP. Sonido inequívoco de que se lo había
tragado todo.
Este relato está inspirado
en la actriz porno Laurita Peralta y está dedicado a ella.
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