Marcos se
sentaba tal como estaba dispuesta su mesa, de cara a la ventana que daba al
patio de la comunidad. Y, a pesar de tener la cortina echada, le pareció ver
algo por una pequeña rendija que quedaba. Abrió un poco más la rendija de la
cortina y, asomando un solo ojo, logró ver en la ventana de enfrente, al otro
lado del patio, una preciosa pelirroja cubierta solo por una toalla de ducha.
La vecina de en frente, Marcos nunca la había mirado de ese modo. Pero ahora,
completamente desnuda, con el cuerpo mojado, le estaba provocando la mayor de
las excitaciones.
Marcos dejó
de un lado el porno y se concentró en mirar por la rendija de su cortina. En un
lado, Marcos se pajeaba ante la visión que estaba teniendo. Al otro lado, la
vecina pelirroja se arreglaba el pelo cubierta únicamente por un trozo de tela.
Pero afortunadamente para Marcos, eso iba a cambiar. Inesperadamente, la
pelirroja deshizo el nudo de la toalla y la dejó caer. A Marcos se le
iluminaron los ojos. Por culpa de estar ella pegada a la ventana, Marcos solo
la podía ver de cintura para arriba, pero era suficiente para admirar
perfectamente su pecho izquierdo e incluso un poco del derecho, ya que ella
estaba de lado mirándose al espejo. La paja que se estaba haciendo Marcos aumentó
de intensidad. La pelirroja se cogió las grandes tetas con las manos y las
estrujó y masajeó a su gusto, colocándolas y recolocándolas en miles de
posiciones. Cuando estuvo satisfecha, se dio la vuelta para salir del baño. En
ese momento Marcos pudo apreciar perfectamente ambos pechos. Por un milisegundo
le pareció que había mirado disimuladamente hacia el hueco de la cortina por
donde estaba mirando Marcos. Sin embargo, ella acabó de darse la vuelta y salió
del baño. Para Marcos, que ya había estado viendo porno y pajeándose, eso fue
demasiado y se corrió.
Al día
siguiente Marcos se disponía a repetir su ritual masturbatorio diario y no
podía parar de pensar en la vecina pelirroja a la que había visto las tetas.
Todavía no había cerrado las cortinas para darse al placer, cuando vio, al otro
lado del patio, la vecina del día anterior otra vez en toalla. Esta vez estaba
seca, pues ahora se disponía a ducharse. Marcos iba a cerrar la cortina rápido
para evitar ser visto cuando la pelirroja se giró y le miró. Marcos se quedó
helado. Pensó que al haberle pillado se le había acabado el chollo, pero nada
más lejos, esto solo acababa de empezar. La pelirroja esbozó una sonrisa, y sin
dejar de mirar a Marcos a través de las ventanas, dejó caer de nuevo la toalla.
Marcos tuvo una erección instantánea. La pelirroja se dio la vuelta y caminó
hasta la ducha. Marcos pudo apreciar ese bonito culo, grande y redondo,
mientras ella caminaba. La vecina se metió en la ducha y abrió el agua. Se
empezó a duchar echando fugaces miradas a la ventana de Marcos de vez en
cuando. Éste, se pajeaba por debajo de su mesa de escritorio intentando
disimularlo al máximo. Sin embargo, era evidente que ella lo notaba… y que le
gustaba. ¡Qué zorra! Las manos de la pelirroja recorrían todo su cuerpo
enjabonando de arriba a abajo.
Ahí sí que
pudo Marcos apreciar ese cuerpo en todo su esplendor. Su vecina era una
preciosa pelirroja, de largos cabellos de un bonito tono rojizo oscuro. Tenía
un cuerpo de escándalo, pese a obviamente rondar los 40 años de edad. Era una
madurita sexy. Una MILF en toda regla
(Mother I’d Like to Fuck. En español MQMF:
Madre Que Me Follaría). Sus bonitas curvas remataban con unas brillantes y
largas piernas perfectamente depiladas. Su coñito, bonito y seguramente con
mucha experiencia, tenía un mechón de vello púbico, también pelirrojo. Esto
hacía ver que su color de pelo era natural, al contrario que sus tetas. Sus
pechos, gigantescos, firmes y redondeados, tenían aspecto de ser operados. Esto
encajaba perfectamente con el comportamiento de la vecina, a la que le gustaba
llamar la atención por lo visto. Y pocas cosas llaman más la atención que unas
grandes tetas.
Entonces
ella se dejó caer lentamente resbalando por la pared de la ducha hasta sentarse
en el suelo. Con la mano derecha hizo el gesto de hacerse un paja mirando
fijamente a Marcos, como invitándole a pajearse mientras miraba, cosa que
Marcos ya estaba haciendo. Después se llevó esa misma mano a la boca para
lamerse los dedos con sensualidad. Tras esto, el siguiente destino de su mano
fue su entrepierna. Se metió varios dedos en el coñito y empezó a masturbarse,
acompañando a Marcos. Ahí estaba Marcos, sentado en la mesa de su dormitorio
pajeandose mientras en la ventana de enfrente, su vecina madurita y maciza
estaba completamente desnuda, tirada en la ducha, masturbándose. La vecina dejó
de usar su otra mano para acariciarse los pezones, y pasó a usarla para meterse
un par de dedos por el culo. Para entonces Marcos ya estaba cachondísimo, y a
los pocos minutos eyaculaba sin dejar de mirar a la pelirroja madurita. Pese a
haberse corrido, Marcos se quedó mirando por la ventana hasta poder admirar el
orgasmo de su vecina en la ducha. Tras él, ella le lanzó un beso y desapareció.
¡Menuda calientapollas!
La tarde
siguiente Marcos estaba preparadísimo en su escritorio, mirando por la ventana,
esperando contemplar otro maravilloso espectáculo. De momento no aparecía
nadie. Marcos esperaba ansioso. Pero, como cada tarde desde hace unos días, la
vecina apareció. Entró al baño en ropa interior mirando directamente por la
ventana, buscando la mirada de Marcos. Sonrió al encontrarla. La vecina abrió
un cajón y sacó un consolador de él. A Marcos se le aceleró el corazón. Ella se
sentó en el suelo de la ducha y se metió el consolador en la boca. Marcos ya
tenía la polla en la mano y había empezado a masturbarse. Cuando ella hubo
empapado el consolador de saliva, se quitó las bragas. Apoyó la punta del
consolador en su coñito y luego en su culito. Después otra vez en su coñito y
miró con cara interrogadora a Marcos. Desde el otro lado del patio, Marcos negó
con la cabeza. La vecina apoyó entonces la punta del consolador en su culo y
volvió a mirar a Marcos. Ésta vez el asintió. Ella soltó una pequeña risita y
empujo con suavidad el consolador hacia su cuerpo. Poco a poco el consolador
fue entrando en su culo hasta que entró del todo. A partir de entonces la
pelirroja se masturbó a buen ritmo con su consolador. Sin embargo,
de repente la vecina se sacó el consolador de dentro, se puso un batín y se
fue, dejando a Marcos a mitad. “¡Será guarra!” exclamó Marcos aún empalmado.
Pasaron unos
minutos y Marcos dedujo que no iba a volver, así que encendió el ordenador,
puso su página porno favorita y cuando estaba eligiendo video llamaron a la
puerta. Menudo momento. Marcos fue a abrir disimulando la erección que llevaba
encima y cuando abrió lo que vio le dejó paralizado. Allí estaba, la vecina
pelirroja. Vestía unos shorts de deporte y un top que apenas le cubría sus
grandes tetas. Llevaba su consolador en la mano.
- He pensado que para qué usar plástico teniendo
aquí carne de verdad… - Dijo ella con cierto acento extranjero.
Marcos
seguía paralizado, así que la vecina simplemente entró dentro de su casa. Dio
unas vueltas por el salón, y dejó el consolador en la mesa. Marcos cerró la
puerta cual autómata y la siguió no pudiendo quitar ojo de ese culo.
-
Soy Kylee, encantada.
-
Yo Marcos. – Tartamudeó. – No eres de aquí,
¿verdad?
-
No, jiji. Soy americana, pero llevo en España
muchos años.
Sin perder
un minuto Kylee fue hasta el sofá y se sentó. Marcos estaba inquieto y no sabía
qué hacer, así que se sentó a su lado.
-
Bueno Marcos, tú ya me has visto, creo que me
toca a mí verte.
Marcos se
puso nervioso, y la erección que tenía ya no se podía disimular. Se quitó la
camiseta con dificultad. Miró a Kylee pero ella parecía seguir esperando, así
que Marcos se desabrochó el pantalón y se lo bajó. La erección se hizo ahora
más que evidente. Kylee solo sonrió y siguió a la espera.
Marcos dio el último paso y se quitó los boxers dejando su miembro al aire. Kylee no dijo nada, y simplemente le agarró el pene con una mano mientras acercaba su boca a la de Marcos. Cuando estuvieron pegadas ambas bocas, se fundieron en un beso fogoso mientras Kylee masajeaba la polla erecta de Marcos. La boca de Kylee se separó de la de Marcos. La pelirroja se recogió su bonito pelo y puso una mano de Marcos sobre él, para que se lo sujetara. Con el pelo bien sujeto por Marcos, ella bajó lamiendo su torso hasta llegar a su entrepierna. Se metió la polla de Marcos en la boca sin ninguna dificultad, y se esmeró en demostrarle cómo la chupaban las americanas. Chupaba cada centímetro de su miembro y lamía sus huevos con ansía, además de compaginarlo perfectamente con las manos. Era la mejor mamada que le habían hecho nunca a Marcos.
Marcos dio el último paso y se quitó los boxers dejando su miembro al aire. Kylee no dijo nada, y simplemente le agarró el pene con una mano mientras acercaba su boca a la de Marcos. Cuando estuvieron pegadas ambas bocas, se fundieron en un beso fogoso mientras Kylee masajeaba la polla erecta de Marcos. La boca de Kylee se separó de la de Marcos. La pelirroja se recogió su bonito pelo y puso una mano de Marcos sobre él, para que se lo sujetara. Con el pelo bien sujeto por Marcos, ella bajó lamiendo su torso hasta llegar a su entrepierna. Se metió la polla de Marcos en la boca sin ninguna dificultad, y se esmeró en demostrarle cómo la chupaban las americanas. Chupaba cada centímetro de su miembro y lamía sus huevos con ansía, además de compaginarlo perfectamente con las manos. Era la mejor mamada que le habían hecho nunca a Marcos.
Kylee dejó
de mamar y se levantó. Se quitó el top y el sujetador a la vez, dejando libres
sus bonitos senos. Luego se bajó, también al mismo tiempo, los shorts y las
braguitas. Para acabar se quitó las sandalias y echó todo a un lado. Caminó de
nuevo hacia donde estaba Marcos y se sentó encima de su polla, endurecida y
húmeda por las babas. Comenzó a cabalgarle en el sofá. Sus tetas operadas se
movían en círculos delante de la cara de Marcos, el cual alternaba la función
de sus manos entre masajear esas tetas y palmear su culo.
Un rato después
Kylee se levantaba, levantaba también a Marcos, y se ponía a cuatro patas en el
sofá. Marcos tardó medio segundo en volver a meter la polla dentro de Kylee,
que empezó a moverse como loca. Marcos ponía las manos en la cintura de su
vecina y se movía rítmicamente para follársela. Sin embargo eso no era
suficiente para la americana.
- ¡Más fuerte, Marcos! – Y Marcos empezó a
embestirla con dureza. – ¡Tírame del pelo! – Y Marcos obedecía. - ¡Azótame
Marcos! – Y Marcos le azotaba.
Esta
madurita era toda una puta en la cama. Bueno, en el sofá. Parece que le gustaba
que le dieran caña. Marcos tomó la iniciativa por una vez y sacó la polla, la
apoyó en la entrada a su culo y la metió de golpe de una embestida. Kylee, que
no se lo esperaba, tensó todo su cuerpo, apretó los dientes y las manos, y
emitió un gemido entre dolor y placer. A los pocos segundos, cuando Marcos ya
se la estaba follando por el culo, cambió su semblante a una sensual sonrisa de
placer. Kylee estiró la mano y llegó a coger de la mesa el consolador que había
traído. Lo chupó un poco y luego se lo metió por el coño. Marcos se la follaba
brutalmente por el culo tal como ella pedía, y Kylee se metía por el coño su
consolador. Esta escena se alargó durante bastantes minutos, hasta que la pobre
Kylee, avasallada por ambos agujeros, acabó explotando de placer.
- Oh yes, yes, yeeeeessss!! – Exclamó Kylee, a la
cual le vino instintivamente su lengua nativa durante el orgasmo.
En el
momento justo del orgasmo Marcos la metió entera en su culo y con la mano hizo
lo mismo con el consolador, metiéndolo hasta el fondo de su coño. Eso provocó
un placer muy intenso a Kylee durante su orgasmo, quien después de algunas
contracciones cayó desplomada en el sofá.
Se tumbó en el sofá, boca arriba, y Marcos siguió follándole el culo, esta vez cual misionario. Él se movía entre sus piernas mientras las grandes tetas de ella se restregaban por su pecho. Notó que faltaba poco para el clímax, así que se incorporó y se sentó en el vientre de Kylee, poniendo su polla entre las tetas de ésta. Marcos se apoyaba con las manos en el reposabrazos del sofá, con una a cada lado de la cabeza de Kylee. Ella, utilizaba sus manos para apretar sus tetas siliconadas contra la polla de él. Además, sacaba la lengua, así que mientras Marcos se follaba las tetas de su vecina, con cada movimiento la punta de su miembro llegaba a tocar la lengua de ella. Esto provocaba un placer añadido.
Se tumbó en el sofá, boca arriba, y Marcos siguió follándole el culo, esta vez cual misionario. Él se movía entre sus piernas mientras las grandes tetas de ella se restregaban por su pecho. Notó que faltaba poco para el clímax, así que se incorporó y se sentó en el vientre de Kylee, poniendo su polla entre las tetas de ésta. Marcos se apoyaba con las manos en el reposabrazos del sofá, con una a cada lado de la cabeza de Kylee. Ella, utilizaba sus manos para apretar sus tetas siliconadas contra la polla de él. Además, sacaba la lengua, así que mientras Marcos se follaba las tetas de su vecina, con cada movimiento la punta de su miembro llegaba a tocar la lengua de ella. Esto provocaba un placer añadido.
Pocos
minutos después Marcos no pudo aguantar más, y mientras se follaba las tetas de
Kylee se empezó a correr. Los latigazos de semen fueron cayeron sobre la cara
de la vecina madurita, manchando su rostro, su cuello, su pelo rojizo… Marcos
aguantó unos segundos más con la polla entre las tetas de Kylee, observando su
bonito rostro cubierto de su corrida. Ella solo sonreía. Luego Marcos se sentó
cansado en el sofá, y Kylee se arrodilló en frente de él y se puso a chupar un
poco más su polla. Succionó las últimas gotas que quedaban en él, y la lamió
entera hasta dejarla limpita. Después, aún con la cara manchada, se sentó en el
sofá con su consolador y se puso a rechupetearlo mientras Marcos le traía una
toalla.
Kylee se
limpió la cara con la toalla. Cogió sus braguitas y se las metió en la boca a
Marcos.
-
Para ti, para que tengas con que pajearte cuando
yo no esté en la ducha…
Finalmente
se puso su sujetador, su top, sus shorts, sus sandalias, cogió su consolador y
abandonó la casa.
Este relato está dedicado a mi fan y amigo
Marcos.
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