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lunes, 2 de septiembre de 2013

La suerte del voyeur



Como cualquier otra tarde, Marcos estaba de nuevo sentado frente a su ordenador, con los pantalones por los tobillos. Un paquete de kleenex abierto en la mesa. En el ordenador, su página porno preferida. Y mientras se reproducía un vídeo donde dos musculosos hombres destrozaban a una bella jovencita con sus enormes miembros, la mano derecha de Marcos se movía rítmicamente provocándose placer. Es decir, una tarde más, Marcos se pajeaba en la habitación viendo el porno que más le gustaba.

Marcos se sentaba tal como estaba dispuesta su mesa, de cara a la ventana que daba al patio de la comunidad. Y, a pesar de tener la cortina echada, le pareció ver algo por una pequeña rendija que quedaba. Abrió un poco más la rendija de la cortina y, asomando un solo ojo, logró ver en la ventana de enfrente, al otro lado del patio, una preciosa pelirroja cubierta solo por una toalla de ducha. La vecina de en frente, Marcos nunca la había mirado de ese modo. Pero ahora, completamente desnuda, con el cuerpo mojado, le estaba provocando la mayor de las excitaciones.

Marcos dejó de un lado el porno y se concentró en mirar por la rendija de su cortina. En un lado, Marcos se pajeaba ante la visión que estaba teniendo. Al otro lado, la vecina pelirroja se arreglaba el pelo cubierta únicamente por un trozo de tela. Pero afortunadamente para Marcos, eso iba a cambiar. Inesperadamente, la pelirroja deshizo el nudo de la toalla y la dejó caer. A Marcos se le iluminaron los ojos. Por culpa de estar ella pegada a la ventana, Marcos solo la podía ver de cintura para arriba, pero era suficiente para admirar perfectamente su pecho izquierdo e incluso un poco del derecho, ya que ella estaba de lado mirándose al espejo. La paja que se estaba haciendo Marcos aumentó de intensidad. La pelirroja se cogió las grandes tetas con las manos y las estrujó y masajeó a su gusto, colocándolas y recolocándolas en miles de posiciones. Cuando estuvo satisfecha, se dio la vuelta para salir del baño. En ese momento Marcos pudo apreciar perfectamente ambos pechos. Por un milisegundo le pareció que había mirado disimuladamente hacia el hueco de la cortina por donde estaba mirando Marcos. Sin embargo, ella acabó de darse la vuelta y salió del baño. Para Marcos, que ya había estado viendo porno y pajeándose, eso fue demasiado y se corrió.

Al día siguiente Marcos se disponía a repetir su ritual masturbatorio diario y no podía parar de pensar en la vecina pelirroja a la que había visto las tetas. Todavía no había cerrado las cortinas para darse al placer, cuando vio, al otro lado del patio, la vecina del día anterior otra vez en toalla. Esta vez estaba seca, pues ahora se disponía a ducharse. Marcos iba a cerrar la cortina rápido para evitar ser visto cuando la pelirroja se giró y le miró. Marcos se quedó helado. Pensó que al haberle pillado se le había acabado el chollo, pero nada más lejos, esto solo acababa de empezar. La pelirroja esbozó una sonrisa, y sin dejar de mirar a Marcos a través de las ventanas, dejó caer de nuevo la toalla. Marcos tuvo una erección instantánea. La pelirroja se dio la vuelta y caminó hasta la ducha. Marcos pudo apreciar ese bonito culo, grande y redondo, mientras ella caminaba. La vecina se metió en la ducha y abrió el agua. Se empezó a duchar echando fugaces miradas a la ventana de Marcos de vez en cuando. Éste, se pajeaba por debajo de su mesa de escritorio intentando disimularlo al máximo. Sin embargo, era evidente que ella lo notaba… y que le gustaba. ¡Qué zorra! Las manos de la pelirroja recorrían todo su cuerpo enjabonando de arriba a abajo.

Ahí sí que pudo Marcos apreciar ese cuerpo en todo su esplendor. Su vecina era una preciosa pelirroja, de largos cabellos de un bonito tono rojizo oscuro. Tenía un cuerpo de escándalo, pese a obviamente rondar los 40 años de edad. Era una madurita sexy. Una MILF en toda regla (Mother I’d Like to Fuck. En español MQMF: Madre Que Me Follaría). Sus bonitas curvas remataban con unas brillantes y largas piernas perfectamente depiladas. Su coñito, bonito y seguramente con mucha experiencia, tenía un mechón de vello púbico, también pelirrojo. Esto hacía ver que su color de pelo era natural, al contrario que sus tetas. Sus pechos, gigantescos, firmes y redondeados, tenían aspecto de ser operados. Esto encajaba perfectamente con el comportamiento de la vecina, a la que le gustaba llamar la atención por lo visto. Y pocas cosas llaman más la atención que unas grandes tetas.

Entonces ella se dejó caer lentamente resbalando por la pared de la ducha hasta sentarse en el suelo. Con la mano derecha hizo el gesto de hacerse un paja mirando fijamente a Marcos, como invitándole a pajearse mientras miraba, cosa que Marcos ya estaba haciendo. Después se llevó esa misma mano a la boca para lamerse los dedos con sensualidad. Tras esto, el siguiente destino de su mano fue su entrepierna. Se metió varios dedos en el coñito y empezó a masturbarse, acompañando a Marcos. Ahí estaba Marcos, sentado en la mesa de su dormitorio pajeandose mientras en la ventana de enfrente, su vecina madurita y maciza estaba completamente desnuda, tirada en la ducha, masturbándose. La vecina dejó de usar su otra mano para acariciarse los pezones, y pasó a usarla para meterse un par de dedos por el culo. Para entonces Marcos ya estaba cachondísimo, y a los pocos minutos eyaculaba sin dejar de mirar a la pelirroja madurita. Pese a haberse corrido, Marcos se quedó mirando por la ventana hasta poder admirar el orgasmo de su vecina en la ducha. Tras él, ella le lanzó un beso y desapareció. ¡Menuda calientapollas!

La tarde siguiente Marcos estaba preparadísimo en su escritorio, mirando por la ventana, esperando contemplar otro maravilloso espectáculo. De momento no aparecía nadie. Marcos esperaba ansioso. Pero, como cada tarde desde hace unos días, la vecina apareció. Entró al baño en ropa interior mirando directamente por la ventana, buscando la mirada de Marcos. Sonrió al encontrarla. La vecina abrió un cajón y sacó un consolador de él. A Marcos se le aceleró el corazón. Ella se sentó en el suelo de la ducha y se metió el consolador en la boca. Marcos ya tenía la polla en la mano y había empezado a masturbarse. Cuando ella hubo empapado el consolador de saliva, se quitó las bragas. Apoyó la punta del consolador en su coñito y luego en su culito. Después otra vez en su coñito y miró con cara interrogadora a Marcos. Desde el otro lado del patio, Marcos negó con la cabeza. La vecina apoyó entonces la punta del consolador en su culo y volvió a mirar a Marcos. Ésta vez el asintió. Ella soltó una pequeña risita y empujo con suavidad el consolador hacia su cuerpo. Poco a poco el consolador fue entrando en su culo hasta que entró del todo. A partir de entonces la pelirroja se masturbó a buen ritmo con su consolador. Sin embargo, de repente la vecina se sacó el consolador de dentro, se puso un batín y se fue, dejando a Marcos a mitad. “¡Será guarra!” exclamó Marcos aún empalmado.

Pasaron unos minutos y Marcos dedujo que no iba a volver, así que encendió el ordenador, puso su página porno favorita y cuando estaba eligiendo video llamaron a la puerta. Menudo momento. Marcos fue a abrir disimulando la erección que llevaba encima y cuando abrió lo que vio le dejó paralizado. Allí estaba, la vecina pelirroja. Vestía unos shorts de deporte y un top que apenas le cubría sus grandes tetas. Llevaba su consolador en la mano.
-     He pensado que para qué usar plástico teniendo aquí carne de verdad… - Dijo ella con cierto acento extranjero.
Marcos seguía paralizado, así que la vecina simplemente entró dentro de su casa. Dio unas vueltas por el salón, y dejó el consolador en la mesa. Marcos cerró la puerta cual autómata y la siguió no pudiendo quitar ojo de ese culo.
-          Soy Kylee, encantada.
-          Yo Marcos. – Tartamudeó. – No eres de aquí, ¿verdad?
-          No, jiji. Soy americana, pero llevo en España muchos años.
Sin perder un minuto Kylee fue hasta el sofá y se sentó. Marcos estaba inquieto y no sabía qué hacer, así que se sentó a su lado.
-          Bueno Marcos, tú ya me has visto, creo que me toca a mí verte.
Marcos se puso nervioso, y la erección que tenía ya no se podía disimular. Se quitó la camiseta con dificultad. Miró a Kylee pero ella parecía seguir esperando, así que Marcos se desabrochó el pantalón y se lo bajó. La erección se hizo ahora más que evidente. Kylee solo sonrió y siguió a la espera.

Marcos dio el último paso y se quitó los boxers dejando su miembro al aire. Kylee no dijo nada, y simplemente le agarró el pene con una mano mientras acercaba su boca a la de Marcos. Cuando estuvieron pegadas ambas bocas, se fundieron en un beso fogoso mientras Kylee masajeaba la polla erecta de Marcos. La boca de Kylee se separó de la de Marcos. La pelirroja se recogió su bonito pelo y puso una mano de Marcos sobre él, para que se lo sujetara. Con el pelo bien sujeto por Marcos, ella bajó lamiendo su torso hasta llegar a su entrepierna. Se metió la polla de Marcos en la boca sin ninguna dificultad, y se esmeró en demostrarle cómo la chupaban las americanas. Chupaba cada centímetro de su miembro y lamía sus huevos con ansía, además de compaginarlo perfectamente con las manos. Era la mejor mamada que le habían hecho nunca a Marcos.

Kylee dejó de mamar y se levantó. Se quitó el top y el sujetador a la vez, dejando libres sus bonitos senos. Luego se bajó, también al mismo tiempo, los shorts y las braguitas. Para acabar se quitó las sandalias y echó todo a un lado. Caminó de nuevo hacia donde estaba Marcos y se sentó encima de su polla, endurecida y húmeda por las babas. Comenzó a cabalgarle en el sofá. Sus tetas operadas se movían en círculos delante de la cara de Marcos, el cual alternaba la función de sus manos entre masajear esas tetas y palmear su culo.

Un rato después Kylee se levantaba, levantaba también a Marcos, y se ponía a cuatro patas en el sofá. Marcos tardó medio segundo en volver a meter la polla dentro de Kylee, que empezó a moverse como loca. Marcos ponía las manos en la cintura de su vecina y se movía rítmicamente para follársela. Sin embargo eso no era suficiente para la americana.
-     ¡Más fuerte, Marcos! – Y Marcos empezó a embestirla con dureza. – ¡Tírame del pelo! – Y Marcos obedecía. - ¡Azótame Marcos! – Y Marcos le azotaba.
Esta madurita era toda una puta en la cama. Bueno, en el sofá. Parece que le gustaba que le dieran caña. Marcos tomó la iniciativa por una vez y sacó la polla, la apoyó en la entrada a su culo y la metió de golpe de una embestida. Kylee, que no se lo esperaba, tensó todo su cuerpo, apretó los dientes y las manos, y emitió un gemido entre dolor y placer. A los pocos segundos, cuando Marcos ya se la estaba follando por el culo, cambió su semblante a una sensual sonrisa de placer. Kylee estiró la mano y llegó a coger de la mesa el consolador que había traído. Lo chupó un poco y luego se lo metió por el coño. Marcos se la follaba brutalmente por el culo tal como ella pedía, y Kylee se metía por el coño su consolador. Esta escena se alargó durante bastantes minutos, hasta que la pobre Kylee, avasallada por ambos agujeros, acabó explotando de placer.
-    Oh yes, yes, yeeeeessss!! – Exclamó Kylee, a la cual le vino instintivamente su lengua nativa durante el orgasmo.
En el momento justo del orgasmo Marcos la metió entera en su culo y con la mano hizo lo mismo con el consolador, metiéndolo hasta el fondo de su coño. Eso provocó un placer muy intenso a Kylee durante su orgasmo, quien después de algunas contracciones cayó desplomada en el sofá.

Se tumbó en el sofá, boca arriba, y Marcos siguió follándole el culo, esta vez cual misionario. Él se movía entre sus piernas mientras las grandes tetas de ella se restregaban por su pecho. Notó que faltaba poco para el clímax, así que se incorporó y se sentó en el vientre de Kylee, poniendo su polla entre las tetas de ésta. Marcos se apoyaba con las manos en el reposabrazos del sofá, con una a cada lado de la cabeza de Kylee. Ella, utilizaba sus manos para apretar sus tetas siliconadas contra la polla de él. Además, sacaba la lengua, así que mientras Marcos se follaba las tetas de su vecina, con cada movimiento la punta de su miembro llegaba a tocar la lengua de ella. Esto provocaba un placer añadido.

Pocos minutos después Marcos no pudo aguantar más, y mientras se follaba las tetas de Kylee se empezó a correr. Los latigazos de semen fueron cayeron sobre la cara de la vecina madurita, manchando su rostro, su cuello, su pelo rojizo… Marcos aguantó unos segundos más con la polla entre las tetas de Kylee, observando su bonito rostro cubierto de su corrida. Ella solo sonreía. Luego Marcos se sentó cansado en el sofá, y Kylee se arrodilló en frente de él y se puso a chupar un poco más su polla. Succionó las últimas gotas que quedaban en él, y la lamió entera hasta dejarla limpita. Después, aún con la cara manchada, se sentó en el sofá con su consolador y se puso a rechupetearlo mientras Marcos le traía una toalla.

Kylee se limpió la cara con la toalla. Cogió sus braguitas y se las metió en la boca a Marcos.
-          Para ti, para que tengas con que pajearte cuando yo no esté en la ducha…
Finalmente se puso su sujetador, su top, sus shorts, sus sandalias, cogió su consolador y abandonó la casa.




Este relato está dedicado a mi fan y amigo Marcos.



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