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domingo, 13 de octubre de 2024

Caricias en la ducha


Desperté y no estabas en la cama. Se oía el sonido de la ducha. Me levanté y me fui quitando la ropa de camino al baño. Abrí ligeramente la puerta, observándote desde fuera. El agua caliente resbalaba por tu bonito y tonificado cuerpo al desnudo. Entré sigilosamente. Con los ojos cerrados y el ruido del agua, no te diste cuenta hasta que te abracé por detrás. Me recibiste con una sonrisa. Te besé el cuello y mis manos fueron directamente a tus pechos, blanditos y agradables al tacto. Junté mi cuerpo al tuyo. Mi pecho apretado contra tu espalda. El chorro de agua bañando nuestros cuerpos desnudos mientras yo te acariciaba, te besaba y te susurraba al oído lo mucho que había disfrutado la noche anterior. Mis manos recorrían cada centímetro de tu piel mojada. Mi erección se clavó en tu nalga. Sentí tu mano agarrándome el miembro. Me lo acariciabas lentamente. Empecé a gemir suavemente en tu oído. Sin girarte, y sin mirarme, comenzaste a masturbarme. Tu otra mano buscó tu entrepierna, pero la mía fue más rápida y llegó antes. Yo acariciaba tu sexo mientras tú me masturbabas. Tu mano libre buscó entonces otro destino, y se encontró con mi otra mano en tus pechos. Las manos de ambos combinándose en caricias a tus tetas y en jugueteos con tus pezones. Y mi miembro no podía estar más duro. Mis gemidos crecían, los tuyos también, y tus movimientos eran cada vez más rápidos. Gruñí, te mordí el cuello, arqueé el cuerpo ligeramente y mis músculos se tensaron. Un torrente de espeso líquido caliente se derramó en tu culo, resbalando por tu pierna. Tus movimientos se fueron ralentizando, hasta volver a ser solo caricias. Te giraste, por fin, para mirarme a los ojos, y nos besamos.


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