Mía estaba más que acostumbrada a estar a cuatro patas, pero no tanto a que fuera subida a un potro, y menos con las manos atadas a la parte delantera. Estaba ansiosa por descubrir todas las formas posibles de usar tal aparato con L, además del aparato de L. Ver cómo se acercaba a ella con el miembro duro y una sonrisa en la cara la puso a mil. Si no hubiera estado atada al potro, se habría abalanzado sobre él. Pero esta vez estaba entregada a sus juegos perversos. Lo primero que hizo él fue posicionarse delante de ella, quedando el miembro a centímetros de su cara. La boca de Mía se abrió automáticamente. Sacó la lengua al máximo hasta conseguir lamer su glande, pero no llegaba a más. Miró hacia arriba a L con ojitos suplicantes. Con un suave movimiento de pelvis, L accedió a los deseos de Mía, introduciendo el miembro entre sus tiernos labios. Mía lo recibió en la boca con gusto, saboreándole, aportándole la calidez húmeda tan placentera de su boca, y estimulándole con su juguetona lengua. Mía también estaba más que acostumbrada a usar su boca, pero con las manos atadas y L agarrándole del pelo, era más bien él quien usaba su boca. L controlaba el ritmo y la profundidad. Mía la recibía en su garganta, salivaba por delante y chorreaba por detrás...
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