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viernes, 23 de noviembre de 2018

Noche de juegos picantes



Se abrió la puerta y apareció Carla con una sonrisa de bienvenida. Yo era el último en llegar a su casa. En el salón ya estaban los otros cuatro tomando el aperitivo. Saludé a Silvia, Marco, Cristina y Luis, y luego cogí asiento. Carla trajo más aperitivos y sugirió que pidiéramos la cena cuanto antes, ahora que ya estábamos todos.

Cenamos tranquilamente, entre risas y copas de vino blanco. Al acabar de cenar ya estábamos todos un poco a tono por el alcohol. La anfitriona vio que era el momento adecuado para desvelar una sorpresa que tenía guardada.
 - Chicos, he preparado un juego para esta noche.
 - ¿Qué juego? - Preguntó Mario intrigado.
 - Uno de pruebas.
Ante las miradas de desconcierto del resto, Carla dio un poco más de información.
 - Simplemente son unas tarjetas. Cada vez uno coge una tarjeta y hace lo que le toque. Será divertido.
 - ¿Qué clase de pruebas? - Lo preguntaba Silvia, que conocía demasiado bien a su amiga.
 - Ya lo veréis. Que si no se pierde la gracia.
 - ¿Y cuál es el objetivo? - Siguió Silvia.
 - Simplemente ser capaz de cumplir las pruebas.
Los seis nos miramos unos a otros y finalmente nos animamos a probar el juego de Carla.
 - Vale, pero si jugamos que quede una cosa clara: es obligatorio hacer la prueba que te toque. No se puede cambiar por otra. Quien no supere la prueba o se niegue a hacerla se tiene que ir a casa.
Soltamos algunas risitas hasta que vimos en la cara de Carla que iba totalmente en serio. No sé si fue animados por el alcohol que llevábamos encima, pero volvimos a aceptar todos.

Carla barajó cuatro montones de cartas independientemente y los colocó en la mesa alrededor de la cual estábamos todos sentados. Explicó que tres de los montones eran de pruebas, y que estaban clasificadas de menor a mayor dificultad. Empezaríamos por el primero y si al acabar el montón seguíamos con ánimo, pasaríamos al segundo, y luego al tercero. El cuarto montón era para cuando una prueba era de interaccionar con otro jugador, esa carta decidía con quién debía ser.

Una vez estuvo todo preparado, se hizo el silencio. Carla tomó la iniciativa.
 - Venga, ya que el juego es mío empiezo yo.
Cogió una tarjeta del primer montón y la leyó en voz alta.
 - ¿Cuándo te masturbaste por última vez? - Hizo una breve pausa y luego contestó sin titubear. - Hoy.
Los demás sonreímos. El juego iba a ser más interesante de lo que habíamos pensado.


Carla miró a Luis, que estaba sentado a su derecha.
 - Me toca. - Dijo él, para luego coger una tarjeta. - Confiesa cuál de los demás jugadores te atrae más.
Luis se rio y luego se ruborizó, pero finalmente contestó.
 - Silvia.
 - Oh, gracias Luis. - Contestó ella guiñándole un ojo de forma juguetona. - Y me toca.

Tercera prueba del juego. Silvia le leyó.
 - Si eres hombre: ¿Dónde te gusta correrte en una mujer? Si eres mujer: ¿Dónde te gusta que lo hagan? Venga, hombre... - Silvia lanzó la carta a la mesa.
 - Te ha tocado. - Le dije yo simulando resignación.
 - ¿En serio tengo que contestar a eso?
 - Si no lo haces te tienes que ir. Y lo que pase durante el juego luego no se cuenta... - Carla se puso estricta.
 - Pfff... - Silvia dio un trago a su copa de vino. - En la boca... - Masculló entre dientes.
 - ¿Qué? - Replicó Marco desde el otro lado de la mesa. - Desde aquí no se te oye.
 - ¡En la boca, ¿vale?! ¡Me gusta que se corran en mi boca! - Repitió muerta de vergüenza.
Le dimos la mayor naturalidad posible a su respuesta, pero los tres hombres nos miramos entre nosotros sonriendo.
 - Vamos Juan, te toca. - Silvia estaba deseando que se cambiara de tema.

Cogí una tarjeta.
 - Del resto de jugadores, ¿con cuántos has fantaseado alguna vez mientras te masturbabas? - Me puse muy rojo, tragué saliva y contesté. - Tres.
Se rieron todos ya que mi respuesta dejaba claro que había sido con las tres mujeres del grupo. Las tres me miraron sonriendo, lo que hizo que me diera aún más vergüenza.

 - Venga, voy. - Era el turno de Cristina. - Finge un orgasmo. Si el resto de los jugadores creen que no te has esforzado suficiente, pueden eliminarte.
Esto iba a ser divertido. Cristina dio un par de tragos de vino y dejó la copa en la mesa. Ante la atenta mirada de todos, empezó a jadear lentamente. Poco a poco, los jadeos se fueron convirtiendo en gemidos cada vez más altos. Gemía mientras se acariciaba el cuerpo por encima de la ropa. Durante casi un minuto pareció que de verdad estaba teniendo un orgasmo. Cuando terminó su actuación, los demás aplaudimos y la vitoreamos.
 - Joder, si es que nos engañan como quieren... - Comentó Luis.
Todos nos reímos, especialmente las tres mujeres.

Tocaba ya el último turno de la primera ronda. Marco cogió una tarjeta.
 - Cuenta una experiencia sexual curiosa que hayas tenido y que no sepan los demás jugadores.
Marco contó con todo detalle la historia de cuando estuvo en un festival, conoció a una chica y acabaron teniendo sexo en la tienda de campaña mientras el resto de gente estaba fuera bebiendo.

Copa de vino tras copa de vino, nos íbamos soltando y cada vez lo pasábamos mejor. Descubrimos el fetiche de Luis con las braguitas, la bisexualidad hasta entonces desconocida de Carla, los tres juguetes sexuales que tiene Cristina en su habitación y la fantasía sexual de Marco de tener sexo delante de otras personas que solo observen. En un abrir y cerrar de ojos habíamos acabado con el primer montón de tarjetas. Carla avisó de que la cosa aumentaba de tono en las siguientes pruebes, pero ninguno quiso dejarlo. Lo estábamos pasando bien.

Carla volvió a inaugurar el montón.
 - Consigue que otro jugador tenga una erección con un baile sensual. No se permite tocar, como mucho rozar. Tienes 3 minutos.
Para saber a quién tenía que bailarle, cogió una tarjeta del cuarto montón, que hasta el momento no habíamos tocado en toda la partida.
 - El jugador más joven.
Nos miramos entre nosotros, recordando mentalmente la edad de cada uno. La mirada de Carla se detuvo en mí y sonrió. Me puse nervioso cuando la vi levantarse tan decidida y caminar hacia mí. Silvia reprodujo una canción lenta con su móvil y Carla empezó a contonearse frente a mí. Se mordía el labio al mirarme. Se acariciaba los pechos frente a mi cara. Se sentó en mi cintura y meneó el culo, rozando mi entrepierna con él. Acabaron los tres minutos y Carla volvió a su sitio.
 - Yo diría que lo he conseguido. - Dijo con seguridad.
Silvia me puso la mano en mi pantalón y me palpó el paquete.
 - Confirmado, jajajaja.

Era el turno de Luis.
 - Deja que otro jugador te toque todo lo que quiera (por encima de la ropa) durante un minuto.
La tarjeta de jugador dijo que debía ser Cristina la encargada de llevarlo a cabo. Empezó acariciando los pectorales de Luis, su abdomen, su espalda... Pero enseguida se animó pasó a mayores. Apretó sus nalgas, le agarró bien la entrepierna... No se cortó lo más mínimo.

Silvia leyó su tarjeta e inmediatamente se tapó la cara con vergüenza. Todos estábamos expectantes.
 - Vaya tela... - Se lamentó.
 - ¿Qué? - Preguntamos los demás.
 - Quédate en topless hasta tu próximo turno.
Los tres hombres lo celebramos a lo grande. Silvia era la que tenías las mejores tetas del grupo. Tras unos segundos de duda, finalmente se quitó la blusa, se desabrochó el sujetador y dejó al descubierto sus bonitos senos. Se podía ver cómo brillaban de emoción los ojos de los tres varones, e incluso los de Carla.

Me tocaba a mí.
 - Pasa una ronda entera con la ropa interior de otro jugador en la boca.
Fui a coger una tarjeta de jugador, pero me entró una duda de repente.
 - ¿Y si me toca un tío?
 - Si te toca... pues te ha tocado. - Dijo Carla sonriendo.
Cogí una tarjeta con miedo, pero en cuanto la leí respiré aliviado.
 - El jugador con el pelo más largo.
Carla llevaba el pelo a la altura de los hombros. Silvia y Cristina tuvieron que ponerse espalda con espalda para comparar, y resultó que el pelo más largo era el de Silvia. Metió las manos por debajo de su vestido y bajó sus braguitas azules por las piernas. Abrí la mano para recibir su ropa interior, pero Silvia me la apartó. Se encargó ella misma de meterme sus bragas en la boca. Inmediatamente me invadió su olor por las fosas nasales. Yo no tengo ningún fetiche con la ropa interior, pero la verdad es que la situación tenía su punto morboso. Luis se moría de envidia.

Cristina era la siguiente.
 - Quédate con el culo al aire y recibe tantos azotes de otro jugador como prendas lleves puestas.
Después de un pequeño debate, decidimos democráticamente que zapatillas y calcetines solo contaban como una prenda cada uno. Entre zapatillas, calcetines, pantalón, braguitas, camiseta y sujetador, le tocaban seis azotes. La tarjeta de jugador le dio el privilegio a Marco. Cristina se quitó el pantalón y se quedó en bragas. Un impresionante culo quedaba a la vista de todos nosotros. Estuve a punto de quedarme bizco al repartir mis miradas entre las tetas de Silvia y el culo de Cristina. Se levantó y sacó el culo para fuera adoptando una sexy postura para ser azotada. Marco se portó bien con los primeros azotes, añadió algo de fuerza con los siguientes y el sexto azote fue bastante sonoro. Cris no puedo reprimir un gemido que fue más de gusto que de dolor.
 - Joder, qué cabrón... - Susurró con una media sonrisa.
 - ¡Oye! Que en general he sido bueno, eh.

Marco cerraba la primera ronda.
 - Quítate tantas prendas como años te lleves con el jugador más joven.
Yo era el más joven, y Luis tenía tres años más que yo. Por ello, Luis se quitó las zapatillas, los calcetines y la camiseta. Y empezamos la segunda ronda.

Cuando acabamos el segundo montón de tarjetas, ya estábamos los seis completamente desnudos. Habíamos bebido mucho y ya no teníamos vergüenza. Así como al principio nos tapábamos nuestras partes más íntimas como podíamos, a esas alturas ya nadie se tapaba. El ambiente estaba cargado de excitación y deseo sexual.

La primera prueba para Carla ya mostró lo que nos esperaba el último montón de tarjetas.
 - Realiza una garganta profunda completa a cada miembro masculino del grupo. Por cada uno que no seas capaz de realizar, deberás pasar un turno sin jugar.
Carla se arrodilló sin dejar de sonreír. Desde que habíamos empezado el juego se notaba claramente que se lo estaba pasando en grande. Dada la situación a la que habíamos llegado, incluyendo la explícita desnudez de los seis amigos, los tres varones del grupo ya teníamos el miembro duro. Como si lo hubiéramos preparado, nos colocamos frente a Carla por orden creciente de tamaño de pene. Luis era el primero. Carla le agarró del culo para sujetarse y empujó la cabeza hacia delante. No necesitó esforzarse para metérsela entera en la boca. Las otras dos mujeres se acercaron, comprobaron que, en efecto, estaba toda dentro de su boca y contaron enérgicamente hasta tres para dar por buena la garganta profunda. Luis volvió a su sitio y me tocó el turno a mí. La húmeda y calentita boca de Carla envolvió mi polla, lo cual fue realmente placentero. Sus labios rozaron todo el tronco de mi miembro hasta llegar casi a mis huevos, pero no fue suficiente. Al segundo intentó forzó mi polla por su garganta hasta que entró del todo. Al sacársela, vi que ya brotaban pequeñas gotas de sus ojos por el esfuerzo. Me senté y observé cómo se enfrentaba al último nivel. La polla de Marco era realmente grande. A Carla se le abrieron mucho los ojos al verla acercarse a su cara. En el primer intento solo llegó a poco más de la mitad. Escupió y restregó su propia saliva por su miembro para lubricarlo y volvió a intentarlo. Tras un par de intentos más ya dábamos por hecho que no lo conseguiría, pero ella no pensaba rendirse, tal vez por no querer perderse un turno de excitante sexo o simplemente por orgullo personal.
 - Ayúdame. - Le dijo a Marco al tiempo que colocaba las manos de éste en su cabeza.
Cogió aire, cerró los ojos y volvió a metérsela en la boca. Marco empujó su cabeza con las manos. Fue entrando poco a poco en su garganta. Una lágrima resbaló por la mejilla de Carla. Finalmente, entró entera y consiguió aguantar tres segundos. En cuanto acabamos de contar, Marco la soltó y Carla cayó hacia atrás tosiendo. Las otras dos mujeres, impresionadas por lo que acababan de ver, la aplaudieron y vitorearon.
 - No es nada fácil encontrar una tía que pueda hacer eso, eh. - Le dijo Marco, que también estaba impresionado.
 - Es cuestión de práctica. - Respondió ella, guiñándole un ojo.
Se dieron un beso en los labios lleno de complicidad.

A Luis le tocó dar dos minutos de sexo oral y su tarjeta de personaje decía:
 - Elige al jugador que desees.
Después de una rápida mirada a las entrepiernas de las tres opciones femeninas, eligió a Silvia sin dudar, la cual ya sabíamos que era la que más le atraía. El tiempo empezó a contar desde el momento en que la lengua de Luis entró en contacto con el coñito de Silvia. Conforme avanzaba el tiempo, también aumentaban los gemidos de Silvia. Luis saboreaba con deseo a Silvia. Yo no pude evitar acariciarme la polla suavemente al ver a mis dos amigos en esa situación. Me corté un poco al principio, pero me relajé al ver que tanto Marco como Carla y Cris también se estaban acariciando. Avisamos de que el tiempo había acabado, pero costó unos segundos más que Luis y Silvia se separaran. Se sonrieron mutuamente al acabar.

Silvia sacó una tarjeta con la mano derecha mientras se acariciaba los pechos con la izquierda.
 - Un minuto de besos con lengua. Se admiten ligeros tocamientos.
Marco, Luis y yo cruzamos los dedos. Carla también. Sin embargo, la tarjeta de jugador dijo que el beso debía ser con el jugador con el pelo más claro, y eso le correspondía a Cristina, que era rubia. Nerviosas pero decididas, las dos mujeres se acercaron una a otra quedando en el centro del círculo que formábamos. Se acariciaron con suavidad y se dieron unos primeros besos inocentes en los labios, pero enseguida se animaron a usar la lengua. Ambas eran heterosexuales, pero estaban totalmente abiertas a explorar. Era la primera vez que esas lenguas jugueteaban con la de otra mujer, y no parecía disgustarles. No se quedaban ahí, Cris acariciaba con los dedos el coño de Silvia, quien a su vez masajeaba los pechos de la primera. Lo que había empezado como unos besos inocentes, llegó al nivel de estar comiéndose la boca en toda regla. Al acabar el minuto que tenía, se fundieron en un abrazo.

Nervioso y excitado a partes iguales cogí la tarjeta de prueba que me tocaba. Cuando la leí, me encantó.
 - Durante 30 segundos, toca con tu sexo cualquier parte del cuerpo de otro jugador. Sin penetración.
Si la prueba ya me ilusionaba, esta ilusión aumentó cuando la tarjeta de jugador me otorgó el privilegio de elegir al jugador con quien llevar a cabo mi prueba. Miré los cuerpos desnudos de las tres participantes femeninas. Todas ellas sonreían, parecía que a ninguna de ellas le importaba que la eligiera a ella. En cuanto miré a Silvia, se iluminó una bombilla en mi cabeza. Sin anunciar mi elección en alto, fui hasta ella y me arrodillé a su lado. Agarrándome la polla con una mano, rocé con ella los bonitos pechos de Silvia. Como ya he dicho antes, el suyo era el mejor par de tetas del grupo, y con lo que me gustan a mí las tetas, era obvio que iba a aprovechar esta oportunidad. Tras unas pocas caricias y golpecitos, hice el gesto de poner mis manos sobre ella.
 - ¿Puedo? - Pregunté, ya que no era parte de la prueba.
Silvia se limitó a sonreír y encogerse de hombros, dándome libertad para divertirme con sus senos. Los cogí con las manos y coloqué mi miembro entre ellos. Froté mi polla entre sus tetas convirtiendo aquella prueba en lo que se llama "paja cubana". Silvia no dejaba de sonreír. Cuando quedaban diez segundos, se me ocurrió una maldad. Dejé en paz sus pechos y acerqué mi polla a su cara. Ella se sorprendió. Durante los últimos segundos di unos golpecitos en sus mejillas, mientras Silvia ponía cara de resignación. Cuando acabó el tiempo, volví a mi sitio, y desde allí vi cómo Silvia se acariciaba suavemente la entrepierna. Se había excitado con la prueba.

Se notó que Cristina tenía ganas de acción porque se apresuró en coger su tarjeta para descubrir su prueba. Descartamos la tarjeta que sacó porque era una prueba que solo podía realizar un hombre. Básicamente había que tener pene. Cristina sacó otra tarjeta.
 - Si no eres capaz de demostrar que puedes meterte dos pollas en la boca, deberás abandonar el juego. El resto de los participantes deben juzgar si mereces continuar.
Cristina se relamió los labios con malicia. A esas alturas ya ninguno ocultaba sus gustos ni deseos. La tarjeta de jugador dijo que debíamos ser los demás jugadores los que eligiéramos quién debía participar. Los tres chicos levantamos las manos rápidamente ofreciéndonos voluntarios, lo que hizo reír a Cris. La decisión recayó en las otras dos mujeres, Carla y Silvia, que decidieron que los afortunados fuéramos Marco y yo. Éramos los que más grande la teníamos de los tres, y les pareció divertido ponérselo lo más complicado posible a Cris. Nos acercamos los dos a ella, que estaba arrodillada en el suelo.
 - Joder, es que las tenéis muy duras, eh. - Dijo agarrándonoslas con la mano. - A ver...
Se metió primero mi polla en la boca. Le cabía bien. Luego se la sacó y probó con la de Marco. También entraba. Pero debían ser las dos a la vez. Nos pidió que nos juntáramos más. Se metió primero la de Marco, que era la más grande. Abrió la boca todo lo que pudo y metió la mía por el otro lado. Obviamente no entraban enteras, pero había conseguido meterse ambos miembros hasta la mitad aproximadamente. Silvia y Carla observaron de cerca, les pareció bien y contaron hasta tres. Durante la cuenta, Marco y yo sujetamos la cabeza de Cris para mantener nuestras pollas en su boca. Tras oír el número tres, Cristina salió disparada hacia atrás. Tosió. Tenía las tetas empapadas de saliva que le había caído de la boca.
 - ¿Y bien? - Preguntó cuando dejó de toser.
 - Superada. - Contestaron las otras dos mujeres al unísono.
 - ¡No! ¡No! Nada de superada... - Protestó Luis.
Se acercó a Cris y plantó su polla delante de su cara. Sin dudar lo más mínimo ella se la llevó a la boca. Tras unos segundos de rechupeteo, Luis cedió.
 - Está bien. Superada.

Marco cerraba la primera ronda de estas tarjetas bastante explícitas.
 - Si eres mujer, masturba a un jugador hombre. Si eres hombre, mastúrbate ante los demás jugadores. Si el jugador se corre o pierde la erección, debes abandonar el juego. Un minuto de duración.
Marco se masturbó delante de todos sin pudor alguno. Silvia, Cristina y Carla se excitaron ante tal espectáculo y las tres empezaron a masturbarse también, lo que provocó que Luis y yo, al ver a tres mujeres tocarse ante nosotros, nos uniéramos a ellos. El resultado, tres chicos y tres chicas, todos muy excitados, masturbándose unos frente a otros. Miradas cruzándose. Follándonos con la mente. Así durante un minuto que se hizo corto. Siguiente ronda.

Tuvimos una segunda ronda llena de momentos excitantes, pero al llegar a la tercera ronda la cosa ya se nos había ido de las manos. Era el turno de Silvia, pero no cogía tarjeta porque estaba ocupada chupándosela a Marco. Cristina se habría quejado, pero tenía mi polla en la boca. Y la lengua de Luis en el coño de Carla provocaba que no supiera ni a quién le tocaba. Después de las pruebas que habíamos estado haciendo, los preliminares ya eran innecesarios, pero sí que hubo un poco de sexo oral por simple vicio. Los hombres ya estábamos todos durísimos y ellas muy mojadas.

Después de un largo rato realizando los actos predefinidos por las pruebas, ahora todo se dejaba a la improvisación y al vicio. No nos privábamos de nada. Nadie hacía ascos a nadie. Al igual que tuve el placer de recibir mamadas de las tres mujeres, siendo Carla la mejor feladora sin duda, también tuve la oportunidad de "devolverles el favor" a todas, siendo Cris la más deliciosa. Las parejas sexuales se iban intercambiando. Y no solo en parejas se quedaba la cosa. Cuando Luis y yo nos encargábamos de dar caña a Silvia los dos juntos, Cris y Carla unían fuerzas para dar placer a Marco. Cuando él y Luis hacían un sándwich con Carla, Silvia y Cris compartían mi polla. Y así, probando todas las combinaciones. No dejábamos de beber alcohol, y eso ayudaba a que duráramos más.

En cuanto descubrí que Cristina era la única de las tres que se dejaba hacer por detrás, estuve pendiente de ella. Tan pronto como estuvo disponible, fui a por ella. Luis estaba sentado en el sofá y ella, arrodillada en el suelo, desplegada sus habilidades orales. Me puse detrás de ella, levanté su culo suavemente y apoyé mi polla en la entrada. Como no opuso resistencia, seguí adelante y penetré su culo hasta el fondo. Por la cara que puso Luis, debí provocar que ella apretará la boca. Su culito estaba realmente apretado, fue increíble. Se la metía hasta el fondo y ella no hacía el menor gesto de queja. Cuando decidí dejarla descansar, me quité el condón, me tumbé delante de Silvia y ella automáticamente se metió mi polla en la boca.

Los seis estuvimos follando un buen rato, rodeados de condones usados tirados por el suelo. El momento más placentero fue probablemente el sexo anal con Cris, pero algo que realmente se me quedó grabado fue cuando Luis y Marco hicieron una pausa para beber agua. Las tres mujeres, insaciables, se abalanzaron sobre el único hombre en acción, osea yo. Fue breve hasta que los demás volvieron, pero pude vivir el espectacular momento en que tres mujeres me la chuparon al mismo tiempo. La imagen de Carla comiéndome los huevos mientras Cristina y Silvia me lamían la polla no la voy a olvidar nunca.

El primero en caer fue Luis. No pudo aguantar la cabalgada de Carla, que se movió sin parar encima de él hasta que le hizo explotar. El siguiente fui yo. Recordé que Silvia había dicho que le gustaba la corrida en la boca, así que le avisé de que estaba a punto. Se metió mi polla en la boca y la chupó con fuerza exprimiéndome al máximo, al tiempo que se iba tragando cada chorro de semen que salía de mí. Los cuatro que ya habíamos terminado nos sentamos alrededor de Marco y Cristina. Marco también dio el aviso de que estaba a punto de llegar al clímax.
 - ¡En la cara! - Gritó Carla, al oír que se iba a correr.
 - ¡En la cara! ¡En la cara! - Le seguimos los otros tres.
Marco se levantó y Cristina se arrodilló. Él la agarró del pelo con firmeza y se masturbó frente a su rostro hasta eyacular. Cris cerró los ojos justo a tiempo para que la corrida de Marco no le entrara en ellos. Le cayó semen en la mejilla, la frente, los labios... Una buena corrida. Luis, Carla, Silvia y yo aplaudimos y vitoreamos entre risas mientras Marco se corría en la cara de Cristina.
 - ¡Qué guapa, Cris! - Le dijo Silvia cuando Marco acabó de echar esperma.
 - Papel, por favor... - Pidió Cristina, que no podía ni abrir los ojos.

Cuando nos hubimos limpiado un poco, nos tiramos los seis desnudos en los sofás. Estábamos exhaustos. Aún nos acariciábamos entre nosotros. Acabábamos de vivir algo increíble.
 - Alguna vez habrá que acabar el juego, ¿no? - Sugirió Silvia.
 - A saber qué otras pruebas nos había preparado Carla...
 - Pues había alguna muy interesante... - Respondió ella. - Como un bukkake, por ejemplo.
Nos quedamos los seis en silencio, pero en los ojos de las tres chicas se podía leer quién de ellas habría estado dispuesta a ello.



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