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domingo, 26 de marzo de 2017

La novia sumisa



A Carlota le encantaba ser sumisa en la cama y su novio Abel se ocupaba felizmente de hacerla sentir así. Ella siempre ofrecía una ferviente obediencia hacia quien le gustaba pensar que era su amo, mostrándose dócil ante el manejo de su pareja sexual. Experimentaba una excitación especial en sentirse usada y en satisfacer a su novio cumpliendo sus caprichos sexuales.

Esa noche Abel y Carlota habían recibido en su casa a un amigo de éste. Cenaron los tres acompañando sus charlas triviales con una botella de vino. Lo interesante vino después de la cena. Los anfitriones insistieron a David en que se acomodara en el salón mientras ellos acababan de recoger la mesa. Una vez llevados los últimos platos a la cocina, antes de volver para reunirse de nuevo con David, Abel se acercó a Carlota y la besó con fuerza. Metió la mano por dentro del pantalón de su novia y acarició su entrepierna con los dedos.
 - ¿Eres una buena sumisa?
 - Sí... - Contestó ella entre suspiros de excitación.
Carlota acariciaba el miembro de Abel por encima del pantalón. Sospechaba que se le habría pasado por la cabeza otra de sus perversas ideas.
 - Te gusta chuparla, ¿verdad?
 - Me encanta...
Carlota ya había empezado a desabrocharle el pantalón a Abel, deduciendo lo que quería.
 - No... - Interrumpió él. - Quiero que se la chupes a David.
 - ¿Cómo...? - A Carlota le pilló por sorpresa esa petición.
 - Me encantaría ver cómo se la chupas a mi amigo.
 - Pero... - El resto de la frase desapareció entre sus suspiros provocados por Abel, que ahora no solo acariciaba su coño sino que lo masturbaba metiendo los dedos.
Abel pasó a adoptar un tono más imperativo. Lo que antes parecía una petición ahora sonaba como una orden.
 - Te digo que le chupes la polla a mi amigo. ¿Eres una buena sumisa o no?
Carlota estaba cada vez más excitada. Abel nunca le había pedido algo así. Su sumisión siempre quedaba entre ellos dos. Sin embargo, el deseo de satisfacer a su novio superaba cualquier otro pensamiento. Aunque su primera reacción fue de rechazo, en su interior crecían las ganas de cumplir el capricho de su novio.

Carlota y Abel se miraron a los ojos durante unos segundos, sin decir nada, para luego fundirse en otro beso. Abel sacó la mano de la entrepierna de Carlota y le hizo un gesto para que se dirigiera al salón. Aparecieron los dos ante su amigo que estaba sentado en el sofá. Sin mediar palabra, Carlota se arrodilló y se colocó entre sus piernas. David miró a su amigo sorprendido y tenso, y Abel le correspondió con una sonrisa. David se sentía incómodo viendo cómo la novia de su amigo le desabrochaba el pantalón, pero no lo impedía. Carlota sacó la polla de David y se la llevó a la boca. Al principio, tanto David como Carlota estaban algo tensos, pero conforme pasaba el tiempo se iban tranquilizando.

Abel, de pie frente a ellos, disfrutaba viendo así a su novia.
 - Mírale a los ojos.
Carlota clavó sus pupilas en las de David. Ese contacto visual provocó en ella un arrebato de vergüenza, pero al mismo tiempo se sintió tremendamente excitada. Poco a poco, tanto ella como él fueron perdiendo la vergüenza y sintiéndose más cómodos. Carlota cada vez se entregaba más a la mamada con el objetivo de satisfacer al amigo de su novio y, consecuentemente, a su novio.
 - Cariño, enséñale las tetas. - Abel seguía ordenando a su novia.
David sonrió al oír aquello. Estaba deseándolo. Carlota dejó momentáneamente lo que estaba haciendo. Se quitó la camiseta y luego el sujetador, dejándolo caer al suelo. No pudo evitar acariciar sus propios pechos por lo excitada que estaba. Durante unos segundos, se quedó así, viendo cómo el amigo de su novio clavaba la mirada en sus senos. Volvió a sentirse algo avergonzada, pero aquello no hacía más que ponerla aún más cachonda.
 - Sigue.
Carlota obedeció de nuevo a Abel, y retomó la sesión de sexo oral. Abel no tardó en echar mano a su miembro. Se masturbaba lentamente observando la felación de su novia. Ella se dio cuenta y le encantó. Pese a que estaba realizando sexo oral a David, realmente era Abel quien quería que disfrutara.

Las vistas estaban bien, pero Abel no se conformaba con quedarse en el banquillo. Él también se había excitado mucho con todo aquello, y ahora quería algo de acción. Se arrodilló detrás de su novia y le bajó el pantalón. Empezó usando los dedos pero comprobó que Carlota ya estaba muy mojada. Le levantó ligeramente el culo y le apartó a un lado las braguitas. A todo esto, ella no paraba de chupar la polla de David. Ni siquiera cuando notó la polla de su novio entrando en su coñito. Solo emitió un pequeño gemido que quedó ahogado por la polla que tenía en la boca.

Media hora antes estaban los tres sentados a la mesa conversando inocentemente, y ahora Carlota le comía la polla a un chico que acababa de conocer mientras su novio le follaba. Ella estaba a cuatro patas en el suelo del salón, con la cabeza entre las piernas de David, que disfrutaba de la mamada sentado en el sofá. Al otro lado de Carlota, Abel la cogía de la cintura para manejar las penetraciones, que eran intensas pero no demasiado para no complicar la mamada que hacía su novia.

David anunció que se iba a correr, pero Carlota siguió a lo suyo esperando la orden de su amo, que llegó en seguida.
 - Tú no pares de chupar. Que se corra en tu boca y tú no pares hasta que haya acabado.
Eso no iba a ser un problema para Carlota. No iba a ser ni mucho menos la primera vez que se corrieran en su boca, y esperaba que tampoco la última. El orgasmo de David fue precedido por unos gemidos que avisaron a Carlota de lo que le esperaba. Empujó con las manos la cabeza de la novia de su amigo mientras se corría en su boca. Ella disfrutaba notando el semen caliente que no paraba de caer sobre su lengua.

David ya se había corrido pero Carlota, que no había parado de chupar en ningún momento, aún seguía haciéndolo.
 - Enséñame la boca. - Otra orden de su novio.
Se giró y abrió la boca, mostrando la corrida de David.
 - No te lo tragues. Aguántalo.
Carlota no tenía dificultad en mantenerlo en la boca, ya que nunca le había desagradado el sabor del semen. Sin embargo, había algo de dificultad en no tragar algo accidentalmente mientras Abel seguía penetrándola. Ahora lo hacía con más fuerza.

El amigo de Abel descansaba en el sofá observando el desenlace de esta erótica situación. Su mirada se encontró con la de Carlota y ambos sonrieron, cómplices por lo que acababa de ocurrir entre ellos, y conocedores de que tanto él como ella habían disfrutado. Abel se folló a Carlota en el suelo del salón hasta que llegó su momento de clímax.
 - Abre la boca... - Dijo él mientras sacaba la polla del interior de Carlota.
Ella se acercó rápidamente a él, que estaba a punto de correrse, y abrió la boca obediente. Abel la agarró del pelo con firmeza y apuntó a la obertura entre sus labios. Su corrida brotó lentamente y fue cayendo en la boca abierta de Carlota. Desde el sofá, David vio perfectamente los chorros de esperma de su amigo entrando en la boca de su novia. Abel acabó de correrse y aún le quedaba una última orden para Carlota.
 - Enséñale a David cómo te lo tragas todo...
Carlota, que hacía ya tiempo que se había entregado totalmente al morbo, fue gateando hasta el sofá. y abrió la boca para enseñarle a David lo que había en su interior. David sonrió al ver la lengua de Carlota nadando en la mezcla de dos corridas que inundaba su boca. Luego cerró la boca, y cuando la volvió a abrir estaba vacía.



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