Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

martes, 15 de diciembre de 2015

El día después



La luz de la mañana entrando por una rendija entre las cortinas despertó a Lucía. Los rayos de sol provocaban un bonito destello en uno de los piercings de sus pezones. Abrió los ojos lentamente y se quedó pensativa. No recordaba nada de la noche anterior, y un agudo dolor de cabeza le sugería que el alcohol podría ser la causa. Estaba completamente desnuda en su cama. Tenía en la boca un sabor raro pero familiar. El culo le ardía. Las sábanas olían a sudor. Se movió hasta el borde de la cama y apoyó los pies en el suelo. Al levantarse notó las piernas muy cansadas. Fue hasta la puerta con los ojos entreabiertos por la molestia de la luz solar y salió de la habitación.

Caminó hasta el baño sin siquiera preocuparse por pasearse desnuda frente a las ventanas abiertas del salón. Prefería alegrar la mañana a un vecino antes que enfrentarse a la intensa luz que entraba por ellas. Por el salón se encontró con su ceñido vestido azul tirado en el suelo. Pensó que cuando se le pasara el dolor lo recogería. Al llegar al baño se miró al espejo. Tenía ligeras marcas en el cuello y los pechos. Se los acarició. Solía hacerlo, le encantaban los pechos femeninos. La dureza de los piercings en sus pezones rascó las palmas de sus manos. Al darse la vuelta vio que sus nalgas aún conservaban un color rojizo. Se acarició el culo, esta vez casi por compasión. Su imaginación voló intentando adivinar qué había pasado la noche anterior. Sentía como si le hubiera atropellado un camión, o como si se hubiera follado a todo un equipo de rugby. Ese pensamiento provocó un vuelco en su corazón. Dos amigos suyos jugaban a rugby. La posibilidad de aquella locura le aumentó el dolor de cabeza, así que se metió en la ducha y abrió el agua fría. Notó que el agua casi helada limpiándole el cuerpo, después de lo sucia que parecía haber sido la noche anterior. "¿Cuántos jugadores hay en un equipo de rugby? ¿10? ¿15? Joder, 15..." Solo podía pensar en eso. Se imaginó a 15 hombres musculados a su alrededor, con enormes miembros apuntando hacia sus indefensos agujeros. Una mezcla de terror y excitación le sacudió.

Se duchó intentando borrar ese pensamiento de su cabeza. Se puso el albornoz y volvió a la habitación. Sus ojos ya se habían acostumbrado de nuevo a la luz. De camino recogió su vestido y lo llevó a la habitación. Al volver a entrar al dormitorio y verlo con claridad se dio cuenta de que estaba echo un asco. Vio su sujetador rojo tirado en el suelo. También las bragas a juego, pero estaban rotas. Y junto a la cama dos condones usados. Al menos solo había dos y no quince, pero Lucía no las tenía todas consigo. En la mesilla había algo. Se acercó y vio que era un dispositivo USB. Se extrañó porque no era suyo.

Volvió al salón y se sentó en el sofá. Abrió el portátil que tenía en la mesa y, cuando estuvo encendido, insertó el pendrive. Se abrió una carpeta con dos archivos. Lucía tragó saliva al ver que uno de ellos era un vídeo. Abrió primero el otro, que era un archivo de texto. En él solo ponía "Pensamos que querrías tener una copia". Lucía estaba cada vez más nerviosa. Hizo doble clic en el vídeo y, mientras se abría, rezó en su interior para que no aparecieran 15 tios en pantalla.

El vídeo empezaba con Lucía llevando únicamente las bragas rojas y acompañada de dos hombres tumbados desnudos en la cama. Uno de ellos agarraba la cabeza de Lucía y la movía arriba y abajo de follando. Mientras, masturbaba con una mano al otro hombre. La cámara se acercaba para grabar más de cerca y entonces alguien hablaba.
 - Saluda Lucía. - Dijo uno de los dos hombres.
Lucía trataba de decir algo pero el hombre no le dejaba sacar la polla de su boca. Era cómico verla emitir ruidos intentando hablar con la polla en la boca. Los dos hombres rieron. Cuando por fin la soltó, Lucía decidió cambiar el turno y se metió la polla del otro en la boca.

Tras unos minutos chupando y cambiando de una polla a la otra, uno de los hombres decidió dejar los preliminares. Mientras Lucía seguía haciéndole sexo oral al otro, este hombre se puso un condón y se arrodilló en el otro lado de la cama. Aunque no conocía a ninguno de los dos, al menos eran lo bastante sensatos como para usar preservativo. Levantó el culo de Lucía con las manos, y ésta apoyó las rodillas en la cama para mantener la posición. Una vez la tuvo en la posición deseada, le arrancó furiosamente las bragas, la penetró y comenzó a follársela. No le daban respiro ni por un lado ni por el otro. Le follaban la boca y el coño a gran velocidad.

Lucía se sorprendió a sí misma con el albornoz abierto, acariciándose los pechos y la entrepierna mientras miraba el vídeo. La cantidad de luz en el salón le sirvió para darse cuenta de que no había cerrado las cortinas. Miró de golpe a la ventana. En el edificio de enfrente, un señor mayor apartó la mirada y disimuló como pudo. Aunque Lucía tenía una vena exhibicionista, aquel no era el momento. Paró el vídeo, se cerró el albornoz y se levantó a cerrar las cortinas. Ya con más intimidad volvió a sentarse y continuó con la reproducción de su propio vídeo porno amateur.

 - Date la vuelta. - Dijo la misma voz que antes.
Lucía giró sobre sí misma entre los dos hombres arrodillados. Lamía sus propios jugos vaginales de la polla de aquel hombre y el otro se ponía también un preservativo. En la cara que puso en el vídeo se vio que la penetración la sorprendió de golpe. Ahora era el otro el que disfrutaba de su coño.

La verdad es que más de una vez había pensado en grabarse mientras practicaba sexo, pero nunca había llegado a hacerlo. Tener una grabación de sexo es siempre arriesgado. Además, no sabía si verse a sí misma le excitaría o le avergonzaría. Ahora ya sabía que le excitaba.

El hombre que se estaba follando la boca de Lucía quiso volver a disfrutar de su coño. Se tumbó en la cama y Lucía se sentó encima suyo, dándole la espalda para así poder chupársela al otro mientras follaba. En seguida ya compaginaba armónicamente su movimiento de cintura para follarse a uno con la mamada al otro. La cámara entonces se acercó a Lucía y grabó un primer plano enfocando sus tetas, las cuales se movían al ritmo del polvo. Los piercings en sus pezones dibujaban círculos en el aire.

Esos mismos pezones se pellizcaba Lucía en el sofá mientras el vídeo se reproducía. Estaba muy cachonda viendo lo guarra que había sido la noche anterior. No podía evitar meterse dos dedos en su chorreante coño y darse placer ante tal excitación.

Nadie hablaba en el vídeo. El único sonido era la orgía de gemidos, suspiros y jadeos, mezclados con el choque entre cuerpos y el movimiento de la cama intentando aguantar aquel frenesí sexual. Sin siquiera avisar, el hombre sobre el que botaba Lucía sacó la polla de su coño, separó bien las nalgas con las manos y la metió en su culo. Tampoco es que necesitara pedir permiso, a Lucía le gustaba el sexo anal, pero la expresión en su rostro demostraba que no había sido del todo cuidadoso al penetrarla por tal estrecho orificio. A esos hombres no les importaba Lucía. La estaban usando para su propio placer. Ella lo sabía mientras veía la escena en la pantalla de su ordenador, y le estaba gustando lo que veía.

El hombre que estaba de pie recibiendo sexo oral de Lucía tuvo una idea. ¿Por qué turnarse para follarse a esa increíble rubia cuando podían hacerlo los dos al mismo tiempo? Se arrodilló y estiró las piernas de Lucía. Ella intuyó lo que iba a hacer pero con lo cachonda que estaba en ese momento, a muy pocas cosas se iba a negar. El hombre se colocó entre las piernas y lentamente penetró su coño mientras su culo tenía alojada la polla del otro hombre. Lucía se sintió llena literalmente. Poco a poco los hombres fueron moviéndose más y más, y al rato ya se la follaban como si ella llevara toda la vida haciendo dobles penetraciones. La estaban partiendo en dos. Los mamones no tenían ningún miramiento. Parecía algún tipo de mecanismo. Cuando la polla de su culo salía un poco era cuando la del coño entraba entera, y viceversa. Pero peor era cuando no estaban sincronizados y le metían las dos pollas enteras al mismo tiempo. Los gritos lujuriosos de Lucía evidenciaban por lo que estaba pasando. Tanto intenso placer de golpe acabó provocándole un fuerte orgasmo. Los hombres sonrieron a la cámara satisfechos de haberle causado tal clímax y orgullosos de estar aprovechándose de ese magnífico cuerpo de mujer. Ellos también estaban muy cachondos. El hombre tumbado le mordía el cuello y el otro no podía evitar lamer, chupar y morder las preciosas y redondas tetas de Lucía.

Como era de esperar, el hombre que se estaba follando a Lucía por delante quiso probar también su culo. Mientras el otro hombre descansaba y bebía algo, ella se puso a cuatro patas y el otro de rodillas en la cama. Se puso detrás de ella y se la metió por el culo, pero éste con más cuidado que el otro bestia. Tenía la polla más grande, ella lo notaba perfectamente en su prieto culo. Cada poco tiempo el hombre que le follaba el culo le cedía su sitio al otro. Esto provocaba que durante el tiempo que tenían el culo para su disfrute, dieran todo lo que tenían y aprovecharan al máximo. Como Lucía no quería meterse en la boca una polla que acababa de estar en su culo, el otro hombre descansaba o se masturbaba viendo la escena hasta que le cedieran otra vez el sitio. Al de la polla más grande le gustaba azotar, y las nalgas de Lucía sufrían las consecuencias. Al otro, sin embargo, le gustaba más usar las manos para agarrar firmemente la cadera de Lucía y así follársela con más intensidad.

Mientras se masturbaba en el sofá, Lucía alucinaba viendo lo que había hecho la noche anterior. Con razón le dolía el culo, unas horas antes se lo habían estado turnando como si fuera un videojuego. En el vídeo se veían con claridad las grandes pollas entrando enteras en su culo. Le dolía solo con verlo.

Aquella aventura sexual continuó así hasta que el hombre que estaba en ese momento en poder del culo de Lucía no aguantó más. Se puso de pie en la cama, se quitó el condón y lo tiró al suelo. Ella se arrodilló.
 - Abre la boca. - Dijo él.
Ella obedeció. Él se masturbaba frenéticamente frente a su rostro. El otro hombre le imitó y, tras quitarse también el condón, se subió también a la cama masturbándose. La cámara se acercó a la cama para grabar de cerca lo que iba a ocurrir a continuación. En seguida el primer hombre agarró del pelo a Lucía con una mano y apoyó la punta de la polla en su lengua. Primero unas pocas gotas se vertieron en la lengua de Lucía, y luego chorros de semen caliente se colaban en su boca. Acabó de correrse y Lucía seguía con la boca abierta. Se giró hacia el otro hombre, esperando la segunda recompensa. Apenas unos segundos más tarde ese hombre también agarraba firmemente el pelo rubio y suave de Lucía, y también apoyaba el glande en su lengua. La segunda corrida fue más abundante y uno de los chorros le provocó una arcada al golpear su garganta, pero Lucía supo reponerse. Terminó de correrse y lo finiquitó con unos golpes con la polla en la sonrojada mejilla de Lucía, como dando por concluido el abuso a su cuerpo. Ella finiquitó la aventura tragando las dos corridas almacenadas en su boca.

Una vez concluido el trío, los hombres se encendieron un cigarrillo y se tumbaron en la cama. Lucía fue al baño, y la cámara la siguió. Desnuda frente al espejo, la preciosa rubia se enjuagaba la boca con agua y acariciaba su maltratado culo. Mientras veía esa parte final del vídeo Lucía cayó en la cuenta de algo que no había pensado antes. No sabía si por estar acostumbrada a ver porno o por qué, pero no había pensado que si la cámara no estaba fija significaba que había alguien manejándola. Los dos hombres y ella no eran los únicos en la habitación, había una persona más, la que grababa todo.

Resultó que era otro hombre y también resultó que no se contentaba solo con presenciar la escena. Tras meterse en el baño con Lucía, se bajó la bragueta y sacó su miembro por ella, mirando a Lucía. Ello lo vio y de inmediato entendió que no quería irse de vació. Se arrodilló frente a él y le chupó la polla con la cámara sobre su cabeza grabándolo todo. 

Lucía se entregó a fondo en esta mamada para hacer que se corriera cuanto antes, y así evitar que quisiera follarle también el culo, el cual no aguantaba una tercera polla. Pese al cansancio que le había causado el trío, chupó esa polla lo mejor que pudo y en cuestión de minutos hizo explotar al cámara. En el momento del clímax el hombre usó la mano libre para empujar con fuerza la cabeza de Lucía hacia su polla, evitando cualquier posibilidad de no correrse en su boca. En el rostro de Lucía se hizo evidente el momento en el que el hombre empezó a correrse. Con la polla casi entera en la boca de Lucía, la corrida fue directamente a su garganta. Generalmente a ella no le gustaba eso, ya que prefería que el semen cayera en su boca y poder saborearlo. Pero escasos minutos atrás acababa de saborear dos corridas distintas, por lo que tampoco le importó demasiado. El hombre no soltó la cabeza de Lucía hasta haber expulsado la última gota de esperma. Luego se guardó el miembro en los pantalones y despidió de ella con una palmada en el culo.

El vídeo terminaba con una fugaz vista de Lucía abriendo la ducha, y luego se cortaba. En el sofá del salón, Lucía vio su propio reflejo en la pantalla en negro del portátil. Con el albornoz abierto y masturbándose viendo su propio vídeo porno. Volvió a reproducir el vídeo y avanzó hasta el momento de la doble penetración. Viéndose a sí misma follada por dos hombres al mismo tiempo se masturbó con fuerza hasta correrse. Al acabar respiró hondo y trató de asimilarlo todo. Se habían aprovechado de su cuerpo. Se la habían follado sin miramientos con el único fin de acabar corriéndose en su boca. La habían usado. Y eso le ponía muy cachonda.

Esa noche Lucía se fue a dormir pensando en las pajas que se harían aquellos tres hombres viendo una y otra vez el vídeo en el que se la follaban. Incluso sin estar presente, ella era partícipe de muchas otras corridas. Eso le hizo tumbarse en la cama con una amplia sonrisa.




No hay comentarios:

Publicar un comentario