Creo que ninguno de nosotros fue capaz de
presentarse a Tamara mirándole a los ojos, dadas sus grandes tetas casi
descubiertas ante tal poca ropa. Vimos también que tenía un tatuaje de una
bruja en su hombro izquierdo, aunque no sé cómo fuimos capaces de verlo, ya que
cuando se giraba no podíamos apartar la mirada de su tremendo culo redondo y
bien puesto.
Después de la barbacoa empezamos con los mojitos y
trasladamos la fiesta a la piscina. Los chicos comentábamos entre nosotros
todas las guarrerías que le haríamos a Tamara y no dejábamos de admirar su
cuerpo con disimulo. A media tarde la gente empezó a irse a casa. Yo había
bebido demasiados mojitos, y decidí esperar a que se me pasara un poco la
borrachera antes de coger el coche. Poco a poco se fueron yendo los demás,
incluso la dueña del chalet se fue a su habitación a descansar, y acabé
quedándome a solas con Tamara.
Yo me encontraba bañándome en la piscina y Tamara
tomaba el sol en una hamaca. Yo no podía dejar de mirarla. Para mi sorpresa,
Tamara se llevó las manos a la espalda y con naturalidad se quitó la parte de
arriba del bikini. Me quedé boquiabierto. ¡Menudas tetas! Ver el cuerpo de
Tamara en topless tomando el sol me estaba poniendo muy cachondo.
Minutos más tarde, Tamara entró a la casa y volvió a
su hamaca con un helado. Sin ningún pudor comenzó a lamer ese helado de forma
fálica mientras tomaba el sol en topless. A esas alturas yo ya no podía
disimular y contemplaba la escena desde la piscina sin cortarme un pelo. Tamara
lamía y succionaba el helado como si de una polla se tratase, y las gafas de
sol que llevaba me impedían saber si me miraba al hacerlo. Por si eso fuera
poco, el calor de verano hizo que su helado comenzara a gotear por su pecho. Yo
ya estaba muy caliente y empalmado. Tamara se acabó su helado mientras éste aún
le goteaba por las tetas y luego se limpió los pechos con los dedos,
llevándoselos después a la boca.
Una vez limpia, se quitó las gafas de sol y se tiró
a la piscina. Yo me puse nervioso ya que para entonces tenía la polla muy dura,
así que me quedé en una esquina. Tamara nadaba por la piscina con las tetas a
la vista. Yo, con los brazos apoyados en el bordillo, actuaba como si no
tuviera una tremenda erección en mi bañador. Tamara dejó de bañarse y se giró
hacia mí. Yo sonreí nervioso. Ella también sonrió. Anduvo por dentro de la
piscina acercándose a mi rincón. Yo veía sus tetas descubiertas moviéndose
arriba y abajo con cada paso que daba. Sus grandes tetas mojadas. Las gotas de
agua cayendo de su pelo y resbalando por sus pechos. Las más afortunadas
llegaban a rozar sus pezones, duros por la temperatura del agua. Llegó hasta mí
y me dijo algo. No fui capaz de pensar en lo que me había dicho, dada la
tensión del momento. Tensión que aumentó considerablemente cuando noté la mano
de Tamara acariciar mi pecho y bajar hasta mi bañador.
Acarició mi polla erecta por fuera del bañador. No
noté ningún gesto de sorpresa. Seguramente Tamara ya intuía que estaba
empalmado. Las caricias por fuera del bañador cesaron, y pasó a meter la mano
por dentro. Me sobresalté un poco. Ella se rio. Acercó su cara a la mía y nos
besamos. Tamara pajeaba mi polla debajo del agua mientras su lengua pajeaba la
mía en nuestras bocas. Pero mi lengua no era suficiente para ella. Me bajó el
bañador, cogió aire, su sumergió bajo el agua y se metió mi polla en la boca.
Noté cómo la fría agua de la piscina cambiaba por la calidez de la boca de
Tamara. Volví a apoyar mis brazos en el bordillo y miré a mi alrededor por si
alguien nos estuviera viendo, pero no. Segundos después Tamara salía del agua
entre risas, pero solo lo suficiente para coger aire y volver al trabajo bajo
el agua. Nunca me habían hecho una mamada bajo el agua y resultó ser una
experiencia cuanto menos curiosa.
A la tercera vez que salió a por aire, me senté en
el bordillo de un salto, dejando mi polla a la altura de su cara. Tamara siguió
con su mamada, ahora sin tener que apenas inclinarse. De su pelo mojado caían
gotas que resbalaban por su cara y llegaban hasta mi polla. Su boca succionaba
mi polla mientras una mano la pajeaba y la otra se encargaba de masajear mis
huevos. Menuda tarde de verano… Tamara tenía verdadero arte en este tema. No se
privó ni de comerme suavemente los huevos mojados por la piscina, y lamerlos
con ganas y entusiasmo.
Decidió cambiar de armas y se agarró las tetas para
apoyarlas en mis piernas, una a cada lado de mi polla. Después apretó una
contra otra, aprisionando mi miembro entre ellas, y las movió para empezar una
jugosa paja cubana. Sus grandes tetas cubrían casi toda mi polla, y solo
sobresalía el glande, el cual Tamara succionaba y lamía de vez en cuando. Tuve
que hacer verdaderos esfuerzos para no correrme en aquel momento. La razón más
importante que me llevó a conseguirlo fueron las ganas tremendas que tenía de
follármela.
Por ello volví a meterme en el agua. Me puse detrás
de Tamara y besé su cuello salvajemente mientras apartaba la parte de debajo de
su bikini e introducía mi polla en su interior. Tamara suspiró. Yo agarré sus
tetas desde atrás y comencé a follármela a buen ritmo. El agua de la piscina
chocaba contra el bordillo y nos salpicaba con cada embestida que daba. Al
despertar aquella mañana no imaginaba que por la tarde estaría empotrando a una
diosa contra el bordillo de una piscina. No me lo podía creer.
Ahora agarraba a Tamara de la cintura. Sus tetas se
aplastaban contra el bordillo mientras la penetraba. Estuvimos así hasta que paré en seco porque
noté que me iba a correr. Estuve a punto de correrme. Para dejar descansar un
poco mi miembro, Tamara y yo salimos de la piscina. Ella tenía la marca del bordillo
en sus tetas. Fuimos a la hamaca donde antes había estado ella tomando el sol.
Se tumbó y abrió las piernas. Yo hundí mi cara entre ellas, probando de ese
coñito totalmente depilado y húmedo. No me considero ningún artista del
cunnilingus pero le arranqué algunos gemidos de placer hasta que estuve
recuperado y podía volver a meterla sin riesgo a correrme.
Tamara se dio la vuelta, tumbándose boca abajo en la
hamaca. Me coloqué a la altura de su culo y abrí sus nalgas con las manos. La
entrada a su culo quedó al descubierto. Acerqué mi boca y dejé caer un poco de
saliva en su ano. Después apoyé en él la punta de mi polla, que aún goteaba
saliva de Tamara, y con cuidado fui empujando hasta conseguir metérsela entera.
Su culo no ofreció mucha resistencia, y Tamara tampoco. Había disfrutado
inmensamente de su coñito húmedo, y ahora disfrutaba de su prieto culo. Mis
idas y venidas por detrás de la tremenda morenaza provocaban que sus gemidos y
suspiros fueran nuestra música de ambiente. Cada vez que la metía entera en su
culo, y mis huevos chocaban contra él, Tamara se agarraba con fuerza a la
hamaca. Sin embargo gozaba tremendamente teniéndome bien dentro de ella, y no
dejaba de repetirme que no parara y que lo hiciera con más fuerza. Di por el
culo a Tamara hasta quedarme satisfecho, y entonces decidí dejarme hacer hasta
llegar al orgasmo.
Ahora era yo quien se tumbaba en la hamaca. Tamara usó
una toalla para limpiar mi polla que acababa de salir de su culo, y luego se
sentó encima de mí. Cuidadosa y lentamente fue sentándose sobre mi polla hasta
que estuvo entera en su interior. Luego inició toda clase de movimientos. Movía
la cintura en círculos, se movía de arriba a abajo lentamente, saltaba
salvajemente, movía su culo hacia delante y hacia atrás… En se punto yo solo me
dejaba hacer y disfrutaba agarrándole el culo o las tetas de vez en cuando
mientras Tamara me cabalgaba. Nuestros cuerpos, húmedos en una mezcla de agua
de piscina y sudor, friccionaban desnudos al sol de verano. Se oía un ligero
chapoteo cada vez que nuestros cuerpos chocaban. Tamara se azotaba a si misma
cada vez que su pelo mojado impactaba sobre su propio cuerpo.
Esa tremenda cabalgada de una pedazo de mujer como
Tamara y la vista de sus increíbles tetas mojadas botando delante de mí
hicieron que no pudiera contener mucho más la eyaculación. Avisé de que el
momento se acercaba y ella dejo de saltar sobre mí para agacharse hasta mi
miembro. Se metió mi polla en la boca otra vez, y me pajeó fuerte con las dos
manos. Yo me relajé por completo y dejé actuar a mi cuerpo. Tamara me la chupó
y pajeó hasta que notó que iba a correrme. Se la sacó de la boca, pero la
mantuvo abierta. Siguió pajeando con ambas manos mientras chorros de semen
salían disparados e impactaban en su cara o caían en su boca abierta. Me dejó
seco. Salió todo lo que tenía, y lo poco que quedaba dentro de mí lo succionó
con la boca. Tragó todo lo que cayó en su boca sin hacer ningún tipo de ascos.
Tras relamerse dijo:
-
¿Voy a limpiar
tu corrida de mi cara y nos damos otro baño?
Este relato está inspirado en la webcamer @Nena_KO y está dedicado a ella.
TamaraX publicó este relato en su página web
me encanta, y eso que soy mas de ver que imaginar, pero tus relatos me ponen a mil. besos
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