Era verano, y yo me encontraba en una fiesta que daban
unos amigos en su apartamento. Pasé un tiempo saludando a conocidos y riendo
con mis amigos, así como conociendo gente nueva que me presentaban. Al rato, ya
asentado en la fiesta y con una copa en la mano, divisé a una mujer que me
llamó la atención. Estaba en una esquina, sentada en una silla, y como si la
fiesta no fuera con ella. Aquella mujer era de pelo castaño, casi rubio,
cayendo a la altura de sus pechos, los cuales era de un tamaño perfecto. No
eran inmensos pero de buen tamaño y bien puestos. Ella era guapísima y vestía
recatadamente, aunque se intuía un cuerpo increíble. Un vestido largo y azul
cubría todo su cuerpo.
El alcohol que ya llevaba en el cuerpo me
envalentonó y me atreví a acercarme a hablar con ella. Descubrí que se llamaba
Dafne y que estaba en la fiesta porque su amiga conocía a los organizadores y
prácticamente la había arrastrado allí para no ir sola. Resultó ser una chica
muy simpática y agradable, aunque me costaba mucho sacarle conversación dada su
timidez. Sin embargo yo insistía, ya que pese a su atractiva personalidad, mi
intención con ella no era la de hablar toda la noche. Parecía no haber roto un
plato en su vida, y dudaba seriamente en conseguir algo con ella por lo cerrada
que se mostraba. Como mucho, unos besos, pero nada más.
Finalmente conseguí que se viniera conmigo a una
habitación a seguir hablando tranquilamente. Entramos y eché el pestillo
discretamente. Nos sentamos en la cama y seguimos hablando, pero a los pocos
minutos me lancé a besarla. Afortunadamente no me rechazó, y tras segundos de
baile entre nuestras lenguas posé mi mano sobre su pecho. Al notar esto, ella
se levantó de golpe y se quedó de pie frente a la cama. Pensé que la había
cagado al dar ese paso, y que no querría hacer nada. Pero para mi sorpresa,
Dafne deslizó los tirantes de su vestido por sus hombros hasta que éste cayó al
suelo por su propio peso, dejando a Dafne desnuda frente a mí. Y cuando digo
desnuda, es completamente desnuda. No llevaba ropa interior. La chica tímida de
la esquina resulta que había venido a una fiesta sin sujetador ni bragas. Quedé
anonadado un tiempo observando su hermoso cuerpo de arriba a abajo, centrando
mi mirada en sus bonitas tetas y su coñito perfectamente depilado. Me puse duro
al instante. El botón de mi pantalón ya pedía ser desabrochado, y Dafne se dio
cuenta.
Se acercó a mí y me besó el cuello salvajemente
mientras me desabrochaba el pantalón con las manos. En un momento ya estaban
mis pantalones y calzoncillos por los suelos, y Dafne lamía mi cuerpo hacia
abajo, hasta acabar en mi polla. La lamió con intensidad, desde los huevos
hasta el glande. De repente echó mano de su bolso y de él sacó un bote de
sirope de chocolate. Lo usó para rociar mi polla. Con mi polla toda
chocolateada, siguió con sus lametones, y así estuvo hasta habérmela limpiado
por completo. No quedaban restos de sirope. Entonces se la metió en la boca y
se puso a chupármela.
Entraba y salía de su boca a una velocidad
endiablada. Sin casi esfuerzo conseguía metérsela entera en la boca, y rascarse
la garganta con mi glande, llegando incluso a tocar mis huevos con los labios.
Era increíble ver como mi polla desaparecía por completo dentro de su boca. La
intensidad de la mamada iba en aumento. Yo estaba flipando. Aquella chica
tímida de la esquina ahora mismo era un zorrón de cuidado. Qué forma de chupar.
Se la sacó de la boca únicamente para poder lamerme los huevos. Por cada rincón
de ellos pasaba la lengua de Dafne. Todo mi miembro y testículos estaban ya
cubiertos de su saliva. Ella respiraba intensamente y se daba golpes con mi
polla en la cara y lengua. Se restregaba mi polla por las mejillas y por toda
la cara. Luego hizo lo mismo con mis huevos. Era pura cerdería. Me cogió de las
manos y las puso sobre su cabeza.
-
Fóllame la boca
hasta que te corras. No pares hasta haber soltado la última gota de tu leche en
mi boca.
Yo más cachondo no podía estar. Por supuesto,
obedecí. Metí la polla en su boca, y empujé su cabeza fuertemente para follarle
la boca como me había pedido. De vez en cuando le entraba alguna arcada, pero
no pensaba parar hasta correrme.
Noté que estaba cerca de correrme y manejé su cabeza cada vez más rápido. Llegó mi momento, y sin soltar su cabeza comencé a correrme en el interior de su boca. Solo cuando la última gota de semen se hubo vertido en su boca, solté su pelo. Ella me miró con lujuria y abrió la boca para enseñarme que mi corrida aún estaba ahí. Luego se lo tragó todo sin parar de mirarme.
Noté que estaba cerca de correrme y manejé su cabeza cada vez más rápido. Llegó mi momento, y sin soltar su cabeza comencé a correrme en el interior de su boca. Solo cuando la última gota de semen se hubo vertido en su boca, solté su pelo. Ella me miró con lujuria y abrió la boca para enseñarme que mi corrida aún estaba ahí. Luego se lo tragó todo sin parar de mirarme.
Yo me acosté en la cama, aún impresionado por lo que
acababa de pasar. Sin embargo, ahí no acababa la cosa. Esta bomba sexual que
había resultado ser Dafne no había tenido suficiente. Sentada en la cama,
frente a mí, se abrió de piernas y se llevó una mano a la entrepierna. Comenzó
a tocarse sensualmente, mirándome fijamente a los ojos. Me quedé inmóvil
disfrutando de las vistas. De cómo sus dedos entraban y salía de su coñito
húmedo. En seguida mi miembro volvía a endurecerse. La sonrisa de Dafne se
volvió más amplia.
Agarró mi polla con la mano y escupió sobre ella. Se
sentó sobre mí, introduciéndola en su interior. Gimió de placer. Yo suspiré.
Poco a poco fue moviéndose cada vez más rápido hasta llegar a soltar ese animal
que llevaba dentro. Me cabalgaba de forma increíble. Esta chica era puro vicio.
Movía la cintura, saltaba, gritaba, gemía, se tiraba sobre mí, se volvía a
incorporar… Y todo sin sacarse mi polla de su interior. Me cogió las manos y
las llevó hasta sus bonitas tetas, que botaban delante de mi cara. Las masajeé
y apreté a mi antojo. Luego volvió a echar mano del chocolate, para esta vez
echárselo en las tetas. Sin pensármelo lamí sus tetas como si muriera de
hambre, prestando especial atención con mi lengua a sus pezones chocolateados,
que incluso me atrevía morder.
-
Azótame fuerte… - Dafne volvía a pedirme cosas.
Azoté su
culo un par de veces con timidez.
-
¡Más fuerte, que me duela!
Esta vez la
azoté con todas mis ganas y un gran gemido salió de su boca, seguido de una
lasciva sonrisa.
Luego Dafne
se puso de rodillas en el suelo, a un lado de la cama y apoyó el cuerpo sobre
ella, dándome la espalda. Con las manos se separó las nalgas. Yo, arrodillado
también en el suelo, me puse detrás de ella y apoyé la punta de mi polla en su
vagina.
-
Hasta el fondo… Fóllame hasta hacer que me
corra…
Sin decir
nada empujé hacia delante y mi polla se abrió paso por su chorreante coño hasta
haber entrado por completo. Dafne se agarró a las sábanas al sentirla tan
dentro. Luego comencé a penetrarla con ganas, añadiendo de vez en cuando alguno
de esos azotes que me había pedido. Ya que le iba lo intenso, se me ocurrió
tirarle del pelo, y así lo hice. Agarré su pelo castaño con firmeza y tiré de
él hacia mí sin dejar de embestir a Dafne.
-
¡Sí! – Un sonoro grito de placer me confirmó que
le gustaba.
Minutos
después el cuerpo de Dafne se contraía y un fuerte orgasmo sacudía su cuerpo.
Tuve que taparle la boca con la mano para que sus gritos y jadeos no se oyeran
por el resto de la casa, en la que recuerdo que se estaba dando una fiesta.
Tras esto, Dafne quedó desplomada en la cama.
-
Sigue follándome. Dame hasta correrte otra vez.
Así lo hice.
La agarré de la cintura y me la follé con más fuerza que nunca hasta que
también llegó mi orgasmo.
-
Me corro… - Avisé.
-
En la cara… - Susurró ella.
-
¿Qué…? – Tartamudeé incrédulo.
-
¡Que te corras en mi cara!
No tuvo que
repetirlo otra vez. Gustosamente me entregué a correrme sobre el precioso
rostro de Dafne. Ella se arrodilló en el suelo y yo me levanté. Me lamió los
huevos con suavidad mientras yo me pajeaba para correrme. Segundos después
chorros de lefa salían de mi polla y caían sobre su cara, en la que tenía una
gran sonrisa de satisfacción. Tres grandes chorros cruzaron su cara y las
últimas gotas cayeron en su barbilla. Mi semen goteaba por su barbilla y caía
sobre sus tetas. Dafne succionó mi glande para sacar todo lo que quedara y
luego me guiñó un ojo lujuriosamente.
Dafne se fue
al baño a darse una ducha y yo me tiré en la cama a descansar e intentar
asimilar el pedazo de polvo que acababa de echar.
¿Por curiosidad no sabes su nombre real ni nada no?xD
ResponderEliminarHola Jordi.
EliminarDafne Duff es el nombre artístico de la webcamer que protagoniza esta historia ficticia, la puedes encontrar en Twitter: @Dafne_Duffing.
Su nombre real no lo se. Las webcamers usan nombre artístico para mantener privado su nombre real.
Un saludo!