Emma parecía
una chica responsable, centrada en sus estudios, sociable, simpática, nada
problemática… Una perfecta compañera de piso. Aunque el dato que me hizo
finalmente decidirme por Emma antes que por otros candidatos perfectamente
cualificados fue que estaba increíblemente buena. Una increíble figura. Andares
sensuales. Voz muy erótica. Pelo largo moreno y liso, recogido en dos coletas
que caían sobre sus pechos. Ojos oscuros y penetrantes. Un culo bien firme y prieto. Largas piernas
brillantes. Y unas tetas… ¡qué tetas! Un buen par de tetas que no se esforzaba
por disimular. Grandes y bien puestas. En resumen, una jovencita de 19 años que
estaba cañón.
En las
primeras semanas todo fue genial. Emma era una excelente compañera de piso.
Comprometida en las tareas del hogar, muy sociable y divertida. Cuando sacaba
su ropa de la lavadora para meter la mía me ponía malo. Unos tangas… Lencería
sexy… Unas prendas que de solo imaginarme a Emma con ellas no podía evitar
ponerme cachondo. Por no hablar del recorrido desde la ducha hasta su cuarto,
tapada solo con una corta toalla. O lo ligerita de ropa que iba por casa.
Desnuda no, pero esos shorts y esas cortitas camisetas sin sujetador no eran
suficiente tela para tapar ese cuerpazo. Estaba claro que Emma no tenía ninguna
vergüenza de su cuerpo. Durante esas primeras semanas Emma fue la protagonista
de varias de mis pajas.
La sorpresa
me la llevé cuando cierta noche, navegando por páginas web de webcams eróticas,
vi una chica que me sonaba mucho. Miré sus fotos y… ¡era Emma! ¡Mi compañera de
piso cachonda era webcamer! No podía creérmelo. Tuve una erección instantánea.
Disfruté cada una de sus fotos, que me daban la posibilidad de ver por fin a
Emma desnuda, algo que hasta entonces solo había pasado en mi imaginación.
Decidí ir más allá. Me metí en su webcam, anónimamente por supuesto, y disfruté
de un show increíble, con el morbo añadido de que la conocía y de que estaba
emitiendo desde la habitación contigua. Los días posteriores visité varias
veces la webcam de Emma, con su consiguiente paja increíble. Desde entonces
miraba a Emma con otros ojos, pero intentaba disimularlo.
Un día volví
a casa más temprano por temas que no vienen al caso. Pasando por el pasillo oí
unos ruidos en la habitación de Emma. Al instante me vino a la cabeza la imagen
de mi compañera desnudándose para mí a través de la webcam. Aún a riesgo de ser
cazado, las ganas de asomarme por esa puerta eran superiores a mí. La puerta
estaba entreabierta. Me acerqué y la abrí un poco más. Lo suficiente para
asomar un ojo por ella. Y ahí estaba Emma. Totalmente desnuda, en su cama. Con
el portátil abierto hacia ella, y masturbándose. Llevaba esas coletas que se
hacía a veces, que le daban un aspecto juvenil e inocente, y que a mí tanto me
ponían. Instintivamente, mi mano se dirigió a mi entrepierna. Me metí la mano
por dentro de los pantalones y empecé a pajearme lentamente.
Estuve así
un par de minutos, disfrutando de cuerpo de Emma en directo, y oyendo las
guarradas que decía a través de su webcam. Pero de repente, un gesto de Emma girando
la cabeza hace posible que me vea de reojo. Entonces me miró, petrificada.
Ambos nos quedamos totalmente quitos sin saber qué hacer. Debí haberme apartado
de la puerta, pero mi cuerpo no respondió. Nos miramos fijamente a los ojos,
sorprendidos, durante un par de segundos que se hicieron eternos. Entonces,
afortunadamente, en la cara de Emma se dibujó una sonrisa traviesa. Mi corazón
se aceleró. Ella siguió tocándose, ahora mirando hacia mí. Mi polla ya estaba
muy dura.
Me animé y
entré en la habitación. Fui lentamente hacia ella, cerré su portátil y me senté
a su lado. Mis ojos no podían separarse de su cuerpo desnudo.
- ¿Algún problema, Juan? ¿En el contrato del piso pone algo sobre esto? - Emma no podía quitar de su cara esa sonrisa picarona.
- Creo que algo pone. - Mentí - Esto va contra las normas.
- ¿Y qué vas a hacer al respecto? - Dijo sensualmente mientras se recostaba boca abajo sobre mi regazo.
- ¿Algún problema, Juan? ¿En el contrato del piso pone algo sobre esto? - Emma no podía quitar de su cara esa sonrisa picarona.
- Creo que algo pone. - Mentí - Esto va contra las normas.
- ¿Y qué vas a hacer al respecto? - Dijo sensualmente mientras se recostaba boca abajo sobre mi regazo.
Respondí a
esa pregunta con un firme azote. Un ligero gemido salió de la boca de Emma.
Antes si quiera de que pudiera hablar volví a azotar su culo. Acariciaba su
increíble culo entre azote y azote. Con cada nalgada mi compañera de piso
agarraba fuertemente las sábanas con las manos y se mordía el labio. Le
gustaba, y yo lo sabía. La azoté con ganas hasta que su culo cogió un color
rojizo. Aparté a Emma a un lado de la cama para quitarme los pantalones y los
bóxers. Ella me miraba y se acariciaba su propio culo caliente que acababa de
ser azotado.
Me quedé
sentado con la polla al aire esperando una respuesta. Emma lo entendió y
sonrió. Se bajó de la cama y se arrodilló frente a mí. Me cogió la polla con la
mano y acercó su boca. Respiraba sobre mi polla mientras me pajeaba. Notaba su
aliento caliente cuando abría la boca. Finalmente se decidió y la empezó a lamer.
Dios… acababa de empezar y ya estaba en el cielo. Esa lengua… Cuanta práctica
tendría esa lengua… Lamía con ganas cada centímetro de mi polla y me sonreía
mientras lo hacía. Por dios que guarrilla…
No solo mi
polla disfrutó de esa increíble lengua. También la pasó por mis huevos. Los
limpió a fondo. Y mientras no dejaba de pajearme. En seguida volvió a la polla.
Se nota que es lo que le gustaba. Emma la chupaba de maravilla. Me vine arriba
y la cogí de las coletitas. Empecé a estirar de ellas hacia abajo suavemente,
pero mi ritmo iba aumentando cada vez más. Instintivamente, mi pelvis empezó a
moverse hacia arriba y abajo. Cuando Emma se quiso dar cuenta ya estaba en mi
poder. La agarraba de las coletas y me follaba su boca a un ritmo endiablado. No
dejaba de caer saliva de su boca, resbalando por mis huevos. Solté una coleta
para empujar con la mano su cabeza hacia mi polla. Poco a poco mi polla fue
entrando en su boca hasta que entró entera. Su labio inferior tocaba con mis
huevos. La mantuve ahí unos segundos. Vi una un par de lágrimas brotar de sus
ojos por el esfuerzo. Emma aguantaba como una campeona. Empezó a toser y decidí
soltarla. La polla salió de su garganta bruscamente y Emma cogió aire a
bocanadas. La agarré otra vez del pelo y
abofeteé su cara con mi polla cubierta de sus babas. Ella sonreía.
Mi polla ya
estaba durísima y preparada para el ataque. Me quité la camiseta, que es lo
único que me quedaba, y me tumbé en la cama. Emma se sentó encima de mí, quería
cabalgarme. Se sentó encima de mi polla, la cual fue entrando en su delicioso
coñito lentamente. Emma se movía cual jinete. Me follaba rápidamente con su
habilidoso movimiento de cintura. También saltaba sobre mi polla. Sus grandes
tetas botaban y botaban frente a mí. De vez en cuando no podía evitar
tocárselas e incluso chupárselas. Emma se dejó caer sobre mi cuerpo, sin dejar
de follarme, y me metió la lengua en la boca. Me besó apasionadamente. Volvió a
incorporarse sobre mí. Aumentó el ritmo de la cabalgada, yo comencé a moverme
también rápidamente. Los gemidos de Emma se convirtieron en gritos. Se podía
ver la lujuria en su cara. Así estuvimos hasta que el cuerpo de mi compañera de
piso cayó sobre mí exhausta.
Me escurrí
entre sus curvas, besando su cuerpo con dulzura, hasta llegar a su entrepierna.
Lamí sus ingles y los alrededores de su zona púbica. Por fin mi lengua fue a
parar a su coño. Lo lamí con entusiasmo. Emma jadeaba. Yo agarraba cada una de
sus nalgas con mis manos y enterraba mi cara entre sus piernas. Estaba
delicioso. Disfrutaba inmensamente comiéndole el coño a Emma.
- Ya basta de esto, yo tenía que castigarte. - Dije yo, aún con fluidos vaginales en mi boca. - Ponte a cuatro patas, Emma.
- Ya basta de esto, yo tenía que castigarte. - Dije yo, aún con fluidos vaginales en mi boca. - Ponte a cuatro patas, Emma.
Ella
obedeció con una sonrisa. Yo me arrodilló detrás suya. La cogí de la cintura.
Su bonito culo aún seguía ligeramente enrojecido. Apoyé la punta de mi miembro
en la entrada de su coñito y la metí de golpe.
- ¡Sí! – Gritó Emma.
Empezaron
mis fuertes embestidas castigando su cuerpo. Si antes había sido suave con ella,
incluyo comiéndole el coño, ahora llegaba su castigo de verdad. Las embestidas
eran fuertes. Me la estaba follando duramente. Los golpes de mi pelvis contra
sus nalgas se oían fuertemente.
- ¡Castígame Juan! ¡Por ser una guarra que se
desnuda!
- ¿Qué eres?
- ¡Una guarra! ¡Soy una zorra! ¡Una putilla!
Esas
palabras me pusieron aún más cachondo. Me dejé llevar y agarré a Emma de las
coletas. Tiré de ellas fuertemente pero con cuidado de no hacerle daño mientras
me la follada al estilo perrito. Ella gemía más fuerte y pedía más. Se notaba
que le gustaba que la follaran bien duro y fuerte.
Llevé un
dedo a su ano y lo intenté meter. Ella lo notó y apretó el culo.
- ¡No, no, no! Por ahí nada...
- ¡Calla! - Grité, y le solté un buen azote en el culo.
Ese azote sonó tanto que podían haberlo oído los vecinos. Desoyendo la petición de Emma, forcé el dedo hasta que entró en su culo. Me entraron unas ganas tremendas de forzar también mi polla y castigar a Emma dándole por el culo, pero preferí no pasarme.
- ¡No, no, no! Por ahí nada...
- ¡Calla! - Grité, y le solté un buen azote en el culo.
Ese azote sonó tanto que podían haberlo oído los vecinos. Desoyendo la petición de Emma, forcé el dedo hasta que entró en su culo. Me entraron unas ganas tremendas de forzar también mi polla y castigar a Emma dándole por el culo, pero preferí no pasarme.
Total, que
seguí follándomela brutalmente desde atrás con un dedo jugando dentro de su
culo. Emma simplemente se dejaba hacer. Empujé su cabeza contra la cama y seguí
follándola como se merecía. La cabeza abajo y el culo en pompa hacia arriba en
una postura perfecta. Mi polla entraba y salía de dentro de Emma a una
velocidad endiablada. Los gemidos de Emma se volvieron cada vez más fuertes
hasta que cesaron de golpe y sus piernas temblaron. Emma se estaba corriendo.
Pero yo no paraba de follármela.
Decidí
cambiar. Tumbé a Emma boca arriba con sus manos entre su cuerpo y la cama. Me
senté sobre su vientre, justo bajo sus tetas. Primero metí la polla en la boca
de Emma, dejando que chupara a su gusto. Entonces empujé suavemente metiéndola
toda. Entro entera en su garganta. Al sacarla estaba toda babeada, eso es lo
que buscaba. Puse la polla entre sus tetas y usé las manos para aprisionarla
entre ellas. Me follé las tetas de Emma con rapidez pero no con la brusquedad
con que la había estado penetrando antes. Mi momento iba a llegar. Emma lo
notó, y ponía cara de viciosa sabiendo lo que le esperaba. Seguí follándome sus
tetas y no pude más. Emma lo averiguó:
- Échamelo todo… - Y abrió la boca.
Con mi polla
entre sus tetas, empezaron a salir chorros de semen. Los primeros cruzaron su
precioso rostro, dejando su carita medio pintada con mi leche. Los últimos
chorros fueron más flojos y cayeron un par dentro de su boquita abierta y otro
par en su cuello. Emma sonrió mientras tragaba lo que le había caído en la
boca, y luego me sonrió con aún restos de semen en los labios.
Algo que me
faltó fue correrme en esas increíbles tetas. Lo cumplí más adelante, pero eso
ya es otra historia…
Este relato está
inspirado en la webcamer Emma Rou y está dedicado a ella.
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