Se abrió la puerta y apareció Carla con una sonrisa de bienvenida. Yo era el último en llegar a su casa. En el salón ya estaban los otros cuatro tomando el aperitivo. Saludé a Silvia, Marco, Cristina y Luis, y luego cogí asiento. Carla trajo más aperitivos y sugirió que pidiéramos la cena cuanto antes, ahora que ya estábamos todos.
Cenamos tranquilamente, entre risas y copas de vino blanco. Al acabar de cenar ya estábamos todos un poco a tono por el alcohol. La anfitriona vio que era el momento adecuado para desvelar una sorpresa que tenía guardada.
- Chicos, he preparado un juego para esta noche.
- ¿Qué juego? - Preguntó Mario intrigado.
- Uno de pruebas.
Ante las miradas de desconcierto del resto, Carla dio un poco más de información.
- Simplemente son unas tarjetas. Cada vez uno coge una tarjeta y hace lo que le toque. Será divertido.
- ¿Qué clase de pruebas? - Lo preguntaba Silvia, que conocía demasiado bien a su amiga.
- Ya lo veréis. Que si no se pierde la gracia.
- ¿Y cuál es el objetivo? - Siguió Silvia.
- Simplemente ser capaz de cumplir las pruebas.
Los seis nos miramos unos a otros y finalmente nos animamos a probar el juego de Carla.
- Vale, pero si jugamos que quede una cosa clara: es obligatorio hacer la prueba que te toque. No se puede cambiar por otra. Quien no supere la prueba o se niegue a hacerla se tiene que ir a casa.
Soltamos algunas risitas hasta que vimos en la cara de Carla que iba totalmente en serio. No sé si fue animados por el alcohol que llevábamos encima, pero volvimos a aceptar todos.
Carla barajó cuatro montones de cartas independientemente y los colocó en la mesa alrededor de la cual estábamos todos sentados. Explicó que tres de los montones eran de pruebas, y que estaban clasificadas de menor a mayor dificultad. Empezaríamos por el primero y si al acabar el montón seguíamos con ánimo, pasaríamos al segundo, y luego al tercero. El cuarto montón era para cuando una prueba era de interaccionar con otro jugador, esa carta decidía con quién debía ser.
Una vez estuvo todo preparado, se hizo el silencio. Carla tomó la iniciativa.
- Venga, ya que el juego es mío empiezo yo.
Cogió una tarjeta del primer montón y la leyó en voz alta.
- ¿Cuándo te masturbaste por última vez? - Hizo una breve pausa y luego contestó sin titubear. - Hoy.
Los demás sonreímos. El juego iba a ser más interesante de lo que habíamos pensado.