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martes, 1 de marzo de 2016

Lía, mi compañera de clase



 - Pasad los dos a mi despacho. - Nos dijo el profesor mientras nos hacía un gesto con la mano hacia la puerta abierta. - Tengo que ir a hablar con el rector y enseguida estoy con vosotros. No tardaré.
Lía y yo entramos en su despacho, dejamos nuestras cosas en una esquina y nos sentamos en las dos sillas que había frente al gran escritorio del catedrático.

Lía era una compañera de clase en la universidad. Habíamos coincidido en la puerta del despacho de uno de nuestros profesores cuando los dos íbamos con la intención de aclarar algunas dudas respecto al examen de la semana siguiente. Ella estaba increíblemente buena. Con el pelo castaño oscuro, largo y liso cayéndole hasta más abajo de los pechos. Unos pechos bonitos y bien puestos. La guinda del pastel era su increíble culo. Redondo y firme. Era una delicia verla en clase jugueteando con el bolígrafo entre sus labios. Y esa sonrisa pícara que tenía. Solía vestir con ropa corta, presumiendo de cuerpo. Aunque nos conocíamos de clase, nuestra interacción se limitaba a cuando yo le miraba el culo al pasar. Era algo inevitable.


Apenas habían transcurrido unos segundos desde que el profesor cerró la puerta tras él, cuando percibí una mirada maliciosa de Lía. Se levantó de su silla y se paseó por delante de mí lentamente. Luego se sentó en el borde del escritorio y me miró.
 - ¿Nunca has fantaseado con follar en la mesa del profe? - Dijo, acariciando la superficie de madera con los dedos.
Me pilló por sorpresa y no supe que contestar, así que me limité a soltar una leve risa de complicidad. Lía se fue desabrochando con delicadeza los botones de la camisa ante mi atenta mirada. Cuando estuvieron todos desabrochados, se la quitó quedando en sujetador. Volvió a mirarme. Yo solo sonreía. Se llevó las manos a la espalda y con un sencillo movimiento se quitó también el sujetador rojo. Sus preciosas tetas quedaron expuestas ante mí. Ella sonreía y se las masajeaba para mí.
 - ¿No te apetece mancillar la mesa del profe?
Yo me moría por follarme a Lía, pero me podía la presión de saber que el profesor podía pillarnos.
 - Lía, que puede volver en cualquier momento.
 - Pues dejemos de perder el tiempo.
 - ¿Por qué no vamos a otro sitio?
Lía negó con la cabeza mientras se arrodillaba frente a mí. Me bajó la bragueta, metió la mano por la obertura y sacó mi polla. Sin contemplaciones se la llevó directa a la boca ante mi asombro. Pese a estar encantado, no podía evitar los nervios por el escándalo que se armaría si nos pillaban.
 - Lía, que nos van a pillar...
Pero ella no contestó. Solo me miró y me guiñó un ojo mientras seguía chupando. Tras unos segundos de incertidumbre decidí dejarme llevar por la situación. La lengua de Lía era demasiado convincente.

Su boca alternaba entre mis huevos y mi miembro, sin dejar un solo centímetro por recorrer. Yo la agarraba con fuerza del pelo, controlando el ritmo de la mamada a mi antojo. Ella parecía disfrutar tremendamente con ello.
 - Me encanta... - Me dijo mirándome a los ojos.
Yo no contesté, pero mi expresión delataba que a mi también me estaba encantando. En ocasiones forzaba su cabeza contra mi entrepierna, metiendo mi polla bien dentro de su garganta. Otras veces, soltaba su pelo y dejaba a Lía mostrar su talento natural. Era increíblemente buena chupando. Me volvía loco la sonrisa traviesa que ponía después de recorrer con su lengua desde mis huevos hasta la punta de mi miembro, o el brillo de satisfacción en sus ojos cuando conseguía metérsela entera en la boca.

Lía se levantó de entre mis piernas y acerco sus húmedos labios a mi oído.
 - Ahora fóllame...
Me negué. Aunque me moría de ganas, íbamos a hacer demasiado ruido. Una cosa era un poco de silencioso sexo oral y otra muy distinta un ruidoso polvo sobre la mesa.
 - No Lía, que haremos mucho ruido... Nos van a pillar...
Pero Lía quería caña y no desistía. Se quitó lentamente los pantalones vaqueros cortos que llevaba, para después hacer lo mismo con el tanga, todo sin dejar de mirarme maliciosamente. Quedó a la vista su coño, con una morbosa raya vertical de vello púbico, perfectamente recortado y cuidado. Sensualmente dio una vuelta sobre sí misma, permitiéndome contemplar su cuerpo desnudo desde todos los ángulos. Luego se inclinó sobre el escritorio del profesor y abrió las piernas, regalándome una visión perfecta de su coño. Era una clara invitación. Yo sabía que no debía, pero Lía me lo estaba poniendo realmente difícil.

Finalmente, ante tal espectáculo, no pude reprimirme más y di rienda suelta al deseo. Me levanté de la silla casi de un salto y me planté detrás de Lía, cuyos ojos brillaron al verme entrar en acción. Antes que nada no pude evitar agarrar su culo con las manos. Siempre lo había admirado, un culazo redondito y perfecto. Y ahora lo tenía entre mis manos.
 - ¿Te gusta? - Me preguntó Lía al verme deleitándome con él.
 - Sí...
 - Dímelo...
 - Me encanta tu culo, Lía.
Su sonrisa se amplió considerablemente al oírme decir eso. Me incliné sobre su espalda para decirle algo al oído y mi polla rozó su nalga. A los dos nos gustó notar aquello.
 - Tienes un culo impresionante, y ahora es todo mío... - Susurré.
Pude notar que le encantó lo que dije, y se había puesto aún más cachonda.

Ya no había más tiempo que perder. Dejé caer mis pantalones e hice lo mismo con los calzoncillos. Apoyé mi polla aún dura y goteando saliva de Lía en su coñito, para luego penetrarla sin ningún problema. Mi polla babeada resbaló dentro de su húmedo coño. Qué delicia...

Me follé a Lía todo lo fuerte que pude sin armar un escándalo. En cuanto una de mis embestidas era demasiado fuerte, la mesa se arrastraba unos centímetros con su consecuente ruido de las patas contra el suelo. Lía disfrutaba esas embestidas, pero yo me controlaba para evitar que nos oyera alguien. Alternaba movimientos rápidos con otros lentos, y Lía se volvía loca de placer. Yo gozaba enormemente penetrando a mi compañera de clase, la cual se retorcía sobre el escritorio. ¡Al fin me estaba follando a Lía!

Aunque intentaba por todos los medios no hacer más ruido del inevitable, con tan tremendo culo me fue imposible resistirme a soltarle un azotillo. Una firme palmada en su tersa nalga.
 - Más... - Me pidió Lía.
Le di otra, esta vez en la otra nalga.
 - Más fuerte...
Lo hice, pero inmediatamente después me arrepentí al oír cómo la palmada resonaba en toda el despacho. Sin embargo, el gemido que provocó en Lía y ver la marca roja de mi mano en su culo, hicieron que mereciera la pena.
 - Azótame más...
Pero yo ya no quería arriesgarme más, así que hice oídos sordos y di le pedí a Lía que se diera la vuelta.

Ella lo hizo sin rechistar. Se tumbó en el escritorio boca arriba y abrió las piernas para después atraparme entre ellas. Por mucho morbo que me diera la postura anterior, ahora quería ver bien su cara mientras me la follaba. Mi polla volvió a entrar en el interior de Lía tan fácilmente como antes, y en cuestión de segundos ya habíamos recobrado el ritmo. Me encantaba ver sus expresiones faciales cuando la penetraba. Denotaban un intenso disfrute. También veía sus preciosas tetitas moverse al compás del polvo. Lía se retorcía ahora con más libertad. Estiraba los brazos, se agarraba el pelo, se acariciaba el cuerpo, se estimulaba los pezones... Era una imagen increíble, que bien me habría servido para hacerme una buena paja, pero la realidad estaba siendo aún mejor.

La intensidad de sus gemidos y suspiros, así como el comportamiento de Lía, me indicaban que estaba a punto de correrse. Parecía que había pillado el punto que le estaba encantando, así que continué follándomela de esa manera y además llevé un par de dedos a su entrepierna para ayudar a estimularla. Poco a poco fue acercándose al clímax hasta que el orgasmo sacudió su cuerpo. No pudo controlarse y gimió con fuerza. Tuve que taparle la boca con la mano que tenía libre para evitar que se le oyera, aunque sin parar de follar, todo sea dicho. No quité la mano de su boca hasta que su cuerpo se relajó completamente y noté que el orgasmo ya había pasado.

Uno o dos minutos después llegaba también mi momento. Estaba yo tumbado encima de Lía, con mi pecho presionando sus tetas. Esta pose nos permitía besarnos ocasionalmente. Ya que no estaba disfrutando de la exquisita lengua de Lía en mi polla, al menos la disfrutaba en mi boca. Me regocijé pensando en cómo iba a correrme sobre ella, regando su precioso cuerpo con mi esperma. Sin embargo, mi compañera de clase tenía otros planes.
 - ¿Vas a correrte en mi boquita? - Me dijo repentinamente.
Oír eso indudablemente adelantó mi orgasmo unos minutos.
 - ¿Quieres que me corra en tu boquita?
 - Sí... ¿Tú quieres que me lo trague?
 - Solo si te gusta...
 - Me encanta tragármelo.
 - ¿Sí?
 - Hasta la última gota...
Mi aguante llegaba a su fin, y ella lo sabía.
 - Vamos Juan, córrete en mi boca... Estoy deseando saborear tu corrida...
Me eché hacia atrás, saliendo de entre sus piernas. Ella se bajó rápidamente de la mesa y se arrodilló frente a mí. Abrió la boca, sacó la lengua y apoyó mi glande en ella. Luego, sin apartar la mirada de mis ojos, cogió mi polla con ambas manos y me pajeó con fuerza. Segundos después chorros de semen salían y caían en el interior de su boca o sobre su lengua. Ella no paraba de masturbarme. Después de que salieran los primeros chorros, Lía cerró la boca, atrapando mi polla entre sus labios. No pude ver cómo salía el resto de mi esperma pero pude notar cómo caía sobre su húmeda y caliente lengua. No paró de masturbarme hasta que estuvo segura de que no iba a salir nada más. Finalmente, abrió la boca para mostrarme que no quedaba ni rastro de toda mi corrida. Buena chica.

Nos vestimos a la velocidad de la luz, pero a Lía no le dio tiempo a encontrar su tanga, así que se puso el pantalón directamente. Cuando entró el profesor ya estábamos vestidos y sentados como si nada hubiera pasado, aunque Lía aun se relamía disimuladamente. Mientras preguntábamos al catedrático sobre las dudas que nos habían llevado a su despacho, se me aceleró el corazón al ver el tanga de Lía junto a una pata de la mesa. Disimuladamente conseguí traerlo hacia mí con el pie, y actuando cómo si buscara algo en mi mochila pude guardármelo en el bolsillo.

Al acabar la reunión con nuestro profesor, ambos salimos al pasillo. Le dije que tenía su tanga, y metí la mano en el bolsillo con la intención de dárselo. Sin embargo, Lía me guiñó un ojo mientras decía:
 - Puedes quedártelo...



Este relato está inspirado en la webcamer Lía Cruz (@LiaCruz22gatita) y está dedicado a ella.








1 comentario:

  1. Pues lo dicho Juan, que me encanta tu relato guapo, ojalá cada día me escribieran uno así, me alegra cada vez que lo leo. Te aseguro que lo seguiría al pie de la letra si me viera en una situación así, las coincidencias pueden ser increíbles... Nunca se sabe con quien puedes encontrarte, el mundo es un pañuelo jeje. Un besazo guapo :) Y gracias de nuevo.
    Lía Cruz.

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