Aunque básicamente se celebraba como antaño, ya no era necesario buscar pareja ni bailar pegados. Era un baile más moderno que los tradicionales. Año tras año, en el baile de graduación siempre ocurrían historias sexuales. De hecho, raro era que alguna de las chicas de Pi Alfa Mi no acabara la noche con la boca llena. Pero había una tradición que sí que seguía en pie: la proclamación de los reyes del baile. Y, aunque parezca una tontería, las ansías de destacar de la gente hacían de esto un tema importante. Hasta el día del baile, los universitarios tienen que votar de forma secreta. Durante el baile se conoce al rey y la reina de ese año.
Llegó el gran día. Los estudiantes de último año se pusieron sus mejores galas y acudieron entusiasmados a la fiesta. Alicia se había puesto un largo vestido azul celeste con mucho escote y que le llegaba hasta las rodillas. En sus pies, unos tacones negros que realzaban su culo y estilizaban su figura. El pelo castaño y liso cayéndole hasta algo más abajo de los pechos. Alrededor del cuello y decorando su escote, un precioso collar de perlas. Alicia quería ganar a toda costa. Tenía que conseguir ser la reina del baile.