Cerveza tras cerveza fue pasando la noche, hasta que dos amigos ya estaban cansados y se fueron. Nos quedamos Andrés y yo, que no teníamos prisa ninguna por irnos a casa. En mitad de la conversación vi que la mirada de Andrés apuntaba a otro sitio.
- Mira Juan, mira esa tía…
Me giré disimuladamente y en seguida detecté a la chica de la que hablaba. Era una morena muy sexy y joven, sería de nuestra edad. Tenía rapado un lado de la cabeza y lo demás era una larga melena negra. Vestía una camiseta de tirantes con buen escote y un pantaloncito. Un reluciente piercing decoraba su labio inferior. Era guapa y sexy. Estaba sentada en una mesa cercana fumando y hablando con quien debía ser una amiga suya. Aunque su amiga también estaba buena, no podíamos apartar la mirada de la morena.
Un rato más tarde ambas se levantaron y fueron a la barra a pagar. A la morena se le cayó una moneda al suelo, y al agacharse asomó por encima de su pantalón un bonito tanga naranja. Andrés y yo nos miramos con cara de sorpresa y reímos en silencio. Comentamos de broma sobre tirarle cosas al suelo para que se agachara, no solo por el tanga, sino porque tenía un culo increíble. Daban ganas de bajarle el pantalón y follárselo ahí mismo.