Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

viernes, 14 de marzo de 2014

"Sexo con mi vecino Juan" por HotEva

La increíble HotEva, musa personal, ha decidido dedicarme su último pornocast.


Para quien no lo sepa, Eva publica en su web relatos eróticos narrados por ella misma con su dulce y sensual voz.

Su séptimo pornocast se titula "Sexo con mi vecino Juan" y en él soy uno de los protagonistas.

Para este relato, Eva usó el relato que escribí yo dedicado a ella hace tiempo, y lo ha relatado según su perspectiva. Me ha encantado porque es como si leyera mi relato, pero desde su punto de vista.


Aquí está el pornocast para que lo escuchéis:



Aquí la transcripción el audio:

Me levanté preparada para un día intenso, tenía que pintar mi piso, ya que llevaba tiempo sin haberlo hecho. No me apetecía nada, pero cuanto antes empezara, antes acababa.

Me dí una ducha refrescante y fui a vestirme. No soy de llevar mucha ropa por casa, la ropa me molesta. Así que decidí ponerme solo unas braguitas y una camisa azul, pero era tan ancha que me molestaba, así que me la anudé a la altura del escote para estar más cómoda.

Preparé la pintura, el rodillo y me puse manos a la obra. Llevaba ya todo el día pintando y molesta por el olor de la pintura, decidí abrir la puerta de mi piso, sabiendo que mi vecino Juan no llegaba hasta más tarde de trabajar, así daba igual y podía seguir pintando en braguitas.

Pasado un rato me empecé a sentir observada. Así que, con cuidado, miré de reojo y pude ver al buenorro de mi vecino Juan que había vuelto del trabajo y me estaba observando disimuladamente. Con picardía, empecé a subir y a bajar el rodillo de pintura pintando y repintando la pared, dejando mi culo en pompa a la vista de Juan cada vez que me inclinaba para pintar la parte de abajo.

Juan era un chico de mi edad, moreno. Tenía un cuerpo de esos que me gustaban

Tenía un morbo especial, pero no quería joder la relación de buenos vecinos. Aunque cuando nos encontrábamos en el ascensor siempre lo intentaba provocar un poco apretando mi escote o no llevando sujetador para ver si veía mis pezones marcados.

Muchas de las veces que había tenido sexo con otros hombres en mi casa, había sido imaginándome que Juan me follaba en todas las posiciones posibles y todos los lugares inimaginables, incluso había gemido más fuerte de lo normal para que Juan me escuchara. ¿Se habrá masturbado alguna vez con mis gemidos? Cada vez que lo veía me imaginaba como sería esa polla que tanto deseaba y si se había pajeado pensando en mí.

Paré de pintar con la decisión de decirle algo e insinuarme, pero de repente se fue… Con tristeza, me puse unos pantaloncitos blancos y bajé para coger más potes de pintura en la puerta de mi edificio. De golpe, ahí estaba. Me encontré de pleno con Juan, me abrió la puerta con esa sonrisa que me volvía loca y me la sujetó mientras yo entraba.

A mitad del trayecto todas las luces se apagaron y el ascensor se paró. Quedarme encerrada en los ascensores siempre me ha dado mucho pánico, así que empecé a soltar palabrotas de los nervios y a pulsar todos los botones a ver si alguno hacía caso. En uno de mis momentos de nerviosismo, me acordé que estaba con mi vecino y lo miré. Me sorprendió notar que Juan tenía una tremenda erección bajo sus pantalones… mmm… ¿este hombre se ha puesto cachondo al quedarnos encerrados?

Así que decidí dejar los nervios a un lado y aprovechar esa ocasión. Me acerqué lentamente a él, como una verdadera tigresa, y lo arrinconé contra la pared. Entonces acerqué mi boca a su oído derecho y le susurré: -¿y ahora que hacemos Juan…?

mmm… esas palabras parece que le pusieron aún más cachondo porque podía notar la punta de su polla en mi entrepierna. Le sonreí mientras lo miraba a los ojos y tremendamente excitada lo empujé contra la pared y me desabroché la camisa dejando mis tetas sin sujetador al aire, dejando que Juan las observara unos instantes, me la quité y la tiré al suelo del ascensor.

Me tiré hacía él y empecé a besarlo mientras sus manos iban, una a mi pecho izquierdo y la otra a mi culo. Mmm… parece que le gustaba mucho mi culito… yo metí mi mano en su pantalón para tocar y notar, por fin, como era esa polla por la que suspiraba muchas veces.

Besándole el cuello, le bajé los pantalones y los calzoncillos hasta el suelo, y con una mano pajeaba la polla de Juan y con la otra acariciaba sus huevos. Notaba que le gustaba… mmm… sí que le gustaba si…. Jiji De golpe, noté como Juan me ponía las braguitas a modo de tanga y me daba un azote en el culo. Aaah! Mmm… me encantan los azotes y parecía que él lo sabía.

Recorrí todo su cuerpo con mi lengua hasta llegar al capullo de su polla. Empecé a lamer con suavidad la punta, cada centímetro del tronco… hasta que me metí todo ese rabo en la boca… mmm…

Juan se dejó caer hasta quedar sentado en el suelo, yo me puse a cuatro patas, poniendo mis manos en sus piernas para utilizar únicamente la boca para saborear ese pene tan duro… mmm… Me encanta hacer mamadas y esa polla era perfecta para pasarme ahí bastante rato chupándola… tenía mi coñito muy mojado…

Se levanto del suelo, me levantó y me empotró cara a la pared, empujando mi cabeza para mantenerme en esa posición… mmmm… ¡Dios como me estaba poniendo! Palpó mi coño húmedo y sin que me diera tiempo a reaccionar, empujó con fuerza y empezó a follar sin parar. ¡Parecía que Juan me tenía ganas también! Empecé a meterme uno de mis dedos en mi ano para hacerle saber que tenía ganas de más… ¡Azótame más fuerte! ¡Le dije para que me diera más caña!

Durante un buen rato estuvimos follando con embestidas muy fuertes mientras notaba ya mi culo enrojecido por los azotes que me daba, pero tenía ganas de seguir comiéndome su polla, así que me puse de rodillas y me metí toda la polla de golpe en mi boca, succionándola sin parar… Juan empezó a hacerme algo que me encanta… empezó a follarme la boca bien fuerte, mientras me agarraba del pelo provocándome arcadas de vez en cuando mientras mi propia saliva colgaba de mi barbilla y caía entre mis tetas mientras no dejaba de mirarlo fijamente a los ojos. Sacó su cipote y empezó a darme golpecitos en la cara. Sonriendo, le saqué la lengua. Juan también sonrió y me dio unos azotes con su polla en mi lengua.

Me encanta el sexo y quería que le quedara claro a mi vecino Juan. Notaba como chorreaba mi coño de todo el placer que estaba teniendo, así que lo senté en el suelo y me senté encima suyo de espaldas a él. Estuve un rato cabalgando sobre su polla, hasta que humedecí mi ano con mi saliva y metí su rabo en mi culito. Continué subiendo y bajando… notando ese pene durísimo en el interior de mi culo. Notaba que mi clímax se acercaba, así que empecé a jadear más a menudo mientras decía: – Oh si… Juan… Dame por el culo… Él empezó a mover su pelvis con movimientos rápidos hasta que noté ese orgasmo aparecer y me desplomé encima de su cuerpo.

Juan me puso boca abajo para seguir follándome el culo, yo me dejaba hacer… hasta que la sacó y yo me arrodillé delante de él. Cuando notaba que estaba a punto de correrse, las luces del ascensor volvieron. Me levanté, paré de nuevo el ascensor y volví de rodillas para esperar esa leche que ansiaba.

El primer chorro cayó dentro de mi boca y los demás al resto de mi cara, dejándomela completamente llena de semen. Guaaauuu… sí que eyacula mi vecino, me encanta cuando me dan bastante leche para saborear… cogí un poco con mis dedos y la saboree… mmmm…

Me limpié con mi camisa y volví a ponérmela, total, tendría que lavarla después igualmente. Juan me dijo que le gustaría volver a repetir eso alguna vez…

-       Pásate esta noche si quieres… si mi culo me ha dejado de doler para entonces… le dije dulcemente, pero con sensualidad. Le guiñé un ojo y cerré la puerta de mi casa.

A partir de ese momento, mi vecino Juan y yo tuvimos muchos más encuentros como estos. Cada vez que alguno de los dos estaba caliente picaba a la puerta del otro. Me encantaba mi vecino, esa polla y tragarme toda esa leche que reservaba para mí…



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