Aproveché que no había nadie más en la tienda para
conocerla, con la excusa de que me explicara para qué servían algunas de los
productos de la tienda. Dimos vueltas por la tienda comentando los productos.
Se llamaba Carolina. Era dulce y simpática. Tenía un aspecto inocente muy
engañador, pues por lo que hablábamos no tenía un pelo de virgencita. El
piercing de su lengua me estaba volviendo loco. Su pelo era suave y brillante,
y su risa encantadora. A primera vista me había atraído sexualmente, pero ahora
no solo quería tirármela sino que también me estaba gustando como persona.
Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí.
Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso).
Gracias.
lunes, 2 de diciembre de 2013
Polvazo en un sexshop
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