Otro de tantos aburridos eventos de negocios. Estaba harto de ellos. Conversaciones políticamente correctas, sonrisas por compromiso… Todos eran iguales. Todos, excepto… Cuando aparecía ella. Aquella noche, como un ángel que se presenta cuando se le necesita, apareció de nuevo.
Un destello de color entre tanto triste gris. Un elegante vestido azul ceñido a una esbelta figura, con tirantes en los hombros y cayendo hasta las rodillas. Un reluciente cabello negro, ligeramente rizado, a la altura de los hombros. Unos ojos azul claro, a juego con el vestido.
Unas exuberantes curvas que me eran muy familiares. Una mujer de la que no sabía siquiera el nombre, pero de la que conocía hasta el último lunar de su cuerpo. Hacía mucho tiempo desde la última vez. Su simple imagen fue un disparador para mi libido.