Era verano, y yo me encontraba en una fiesta que daban
unos amigos en su apartamento. Pasé un tiempo saludando a conocidos y riendo
con mis amigos, así como conociendo gente nueva que me presentaban. Al rato, ya
asentado en la fiesta y con una copa en la mano, divisé a una mujer que me
llamó la atención. Estaba en una esquina, sentada en una silla, y como si la
fiesta no fuera con ella. Aquella mujer era de pelo castaño, casi rubio,
cayendo a la altura de sus pechos, los cuales era de un tamaño perfecto. No
eran inmensos pero de buen tamaño y bien puestos. Ella era guapísima y vestía
recatadamente, aunque se intuía un cuerpo increíble. Un vestido largo y azul
cubría todo su cuerpo.