La noche comenzó cuando llegamos mi novia y yo a la nueva casa de nuestros amigos. Nos abrieron la puerta con una amplia sonrisa, encantados de que hubiéramos ido a visitarles.
- ¡Qué grande! - Exclamó Marina, mi novia, cuando pasamos al salón. - ¡Me encanta!
Era cierto que la casa en general y el salón en particular eran muy grandes.
- Venga, os hacemos un tour rápido. - Ofreció mi amigo Daniel.
Marina y yo seguimos a Daniel y a su novia Raquel por la casa. El salón-comedor era muy moderno y estaba decorado con gusto. La cocina era muy amplía y completamente equipada. La habitación principal era preciosa y con una cama gigante.
- La cama está genial. Y tiene buenos muelles, ya lo hemos comprobado. - Bromeó Daniel.
Reímos y continuamos por el pasillo hasta un baño limpio y arreglado. Además de plato de ducha, tenía también una bañera de buenas dimensiones.
- Buena bañera. También lo hemos comprado, jajajaja. - Bromeó esta vez su novia Raquel.
- No perdéis el tiempo, eh. - Dijo Marina.
- Casa nueva... Hay que probarla, jajaja.
Tras echar un ojo a la habitación de invitados y al estudio, acabamos la visita asomándonos a la terraza.
- Teníais razón. Bonitas vistas. - Reconocí yo.
- En cuanto haga buen tiempo venís otra vez y comemos en la terraza al solecito. - Propuso Raquel.
- ¡Vale! Qué guay. - A Marina le gustó la idea.
- ¡El partido, tío! Que empieza ya. - Exclamó de repente Dani.
Dani me había invitado a su casa nueva para que viéramos el partido juntos, y fue una buena excusa para además visitar su casa nueva.
Marina y yo nos sentamos en uno de los cómodos sofás del salón. Dani y Raquel trajeron cervezas de la nevera y se sentaron en el otro. Vimos la primera parte del partido entre cervezas. Al llegar el descanso aprovechamos para pedir unas pizzas de cena. Así además no manchábamos la cocina.
- ¿Fumáis? - Preguntó Raquel.
- No. - Contesté.
- Yo sí. - Contestó mi novia.
- ¿Salimos?
Raquel y Marina salieron a fumar a la terraza. Yo las seguí con la mirada. Luego miré una vez más la gran casa que tenía a mi alrededor.
- Está muy bien... - Comenté.
- ¿La casa o Raquel? - Me soltó Dani.
- La casa, hombre.
- Ya, ya... He visto cómo la miras.
- ¿Qué dices? Pero si ya nos conocíamos.
- Y ya la mirabas antes, jajaja. ¡Que no pasa nada, Juan! Si es que está buena la cabrona.
- La verdad es que sí que está buena, sí...
- Y no veas el vicio que tiene. Siempre quiere caña.
- Jajaja. Pues aprovecha, aprovecha.
- Tú tampoco estás para quejarte, eh. Marina es un bomboncito.
- Lo sé.
- ¿Sigue haciéndote eso que me contaste?
- Uf, tío. Es increíble...
Fuera, en la terraza, Marina y Raquel tenían su propia conversación.
- Todas las mañanas, Marina. Todas. Se mete en la ducha cuando me estoy duchando y me da el desayuno, jajaja.
- ¿Y la bañera?
- La bañera es para cuando estamos románticos y nos apetece algo suave. La ducha es para darnos caña entre las mamparas. Es lo mejor para empezar el día con energía. Hazme caso, jajaja.
- Nosotros somos más de por la noche, para liberar todo el estrés del día antes de dormir.
- Eso también está bien.
- Puedo saber cómo le ha ido el día a Juan solo por cómo me folla, jajajaja. Los días que tiene mucho estrés en el trabajo ni espera a la noche. Cuando llega a casa, donde me pille me empotra.
- Esos momentos impulsivos son los mejor.