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martes, 21 de mayo de 2019

Microrrelato: Regalo Anal



Era el día de mi cumpleaños. Cuando llegué a casa del trabajo, me encontré una tarjeta de felicitación en la mesita del recibidor. Ponía "Feliz cumpleaños. Tu regalo te espera." y la firma consistía en la marca de un beso con pintalabios. Junto a la tarjeta, unas bragas rojas. Las cogí y las olí. Estaban usadas. Me las guardé en el bolsillo. Al entrar en el salón, me la encontré preparada para darme mi regalo. Estaba de pie, con la parte superior del cuerpo tumbada sobre la mesa, el culo en alto y las piernas abiertas. La postura era toda una invitación. Me miró fijamente mientras me acercaba a ella. Parecía nerviosa. No entendí la razón de sus nervios. Pasé por su lado y le acaricié el pelo. Me puse detrás de ella. Le levanté la falda y comprobé que no llevaba bragas, las tenía yo en el bolsillo. Pero me encontré con una sorpresa inesperada. Llevaba un butt plug metido en el culo. Era metálico, y en la superficie que sobresalía ponía "Use me". Entonces entendí sus nervios. Mi regalo de cumpleaños era su culo. Su culo virgen. Su culo en el que nunca había entrada nada más que un par de dedos. Me puse a la altura de su cara y me agaché para mirarle a los ojos. Brillaban de nervios y excitación. Saqué las bragas del bolsillo y se las metí cuidadosamente en la boca. Luego volví a mi posición en su retaguardia. Acaricié sus nalgas con mis manos. Le di un sonoro azote. Se oyó un gemido ahogado por las bragas en la boca. Le di otro, en la otra nalga. Su piel pálida comenzó a enrojecerse como hacía siempre. Bajé la bragueta de mi pantalón y saqué mi miembro. Ya estaba semierecto. Lo froté contra sus nalgas. También contra su coño mojado. No me costó que enseguida alcanzara su tamaño y dureza máximos. Ya estaba preparado para recibir mi regalo de cumpleaños. Le quité el butt plug lentamente, con suavidad. Su culo cedió poco a poco y acabó saliendo. Lo dejé en la mesa. Escupí varias veces en la entrada de su culo, lubricándolo. Luego hice lo mismo con mi polla. La dejé bien resbaladiza. Finalmente, fui a por mi regalo. Apoyé la punta de mi glande en la entrada de su culo y empujé hasta que estuvo toda mi polla dentro. Vi cómo ella cerraba los ojos con fuerza y apretaba los dientes y las manos. Gimió de gusto y resopló cuando la notó toda dentro. La dejé dentro unos segundos, permitiendo que su cuerpo se acostumbrara. Pero si pensaba que iba a ser suave con mi regalo, estaba muy equivocada. Le solté un par de palmadas en el culo como aviso y luego empecé el vaivén de mi pelvis, metiendo y sacando mi polla de su culo. Su culo virgen era extremadamente estrecho. Podía notar mi miembro abriéndose paso en su interior. Mis embestidas eran fuertes, empotrándola contra la mesa. Ella se dejaba hacer, se agarraba a la mesa y gemía. Mis penetraciones eran duras y profundas, metiéndosela cada vez hasta el fondo con cada empujón. Sus nalgas ya estaban rojas del choque de mi pelvis contra ellas. Disfruté plenamente de arrebatarle la virginidad de su puerta trasera, después de tanto tiempo deseándolo. Empujé y empujé hasta llegar al orgasmos. Metí mi polla hasta el fondo de su culo y agarré sus nalgas con firmeza mientras me corría en su interior. Gruñí de placer al sentir todo mi semen inundando su culo. Cuando terminé de eyacular, finiquité con un último azote en su nalga. Saqué mi miembro de su interior, le volví a introducir el butt plug y me fui directo a la ducha, sin decir nada, dejándola tirada en la mesa, respirando intensamente y con el culo rojo.


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