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domingo, 2 de junio de 2019

Noche de hotel


Iván llegó al hotel hecho un manojo de nervios. Se moría de ganas por ver a Daniela. Llevaban muchísimo tiempo hablando y por fin había surgido la oportunidad de conocerse. En realidad, aunque aún no se habían visto en persona, ya era como si se conocieran. Sus largas conversaciones sobre cualquier tema les hacía sentir una conexión, desde los temas más cotidianos hasta los más íntimos. Se conocían muy bien el uno al otro. Un encuentro en persona era un gran paso, pero ambos estaban seguros de que saldría bien.

La vio en cuanto entró al bar del hotel. Estaba sentada sola, con una copa medio vacía en la mesa, y una silla libre dispuesta para Iván. Iba vestida con un vestido negro con buen escote, donde lucía un bonito colgante. Elegante y sensual. Llevaba el pelo suelto, cayéndole hasta por debajo del pecho. Iván, por su parte, vestía pantalones largos oscuros y la camisa por fuera, arremangada y con un par de botones desabrochados. Un poco más informal que ella, pero también elegante. La miró desde la entrada y percibió que también estaba nerviosa. Se acercó a ella caminando con seguridad. Se le aceleró el corazón en el momento en el que la mirada de Daniela se clavó en la suya. Ambos sonrieron tímidamente. Tras un par de besos y los típicos saludos, Iván pidió una copa al camarero que pasaba por su lado y se sentó a la mesa.
 - Por fin nos vemos. - Dijo Daniela, aunque el sentimiento era mutuo.
 - Sí. Estás guapísima...
 - Vaya, gracias. Tú también.
Ninguno mentía. Iván alucinaba con la belleza que tenía delante. Ya la conocía de alguna foto que habían intercambiado, y también de alguna videollamada, pero en persona era aun más alucinante. Por su parte, Daniela se había llevado una grata sorpresa. Iván siempre le había parecido guapo e interesante, pero le sorprendió mucho lo atractivo que le pareció en persona. Más de lo que había imaginado.

Estuvieron hablando, bebiendo y riendo durante un buen rato. Con el paso del tiempo y las copas habían perdido la timidez inicial y ya conversaban como siempre. Se notaba entre los dos una tensión sexual muy fuerte. Una atracción física imperiosa que superaba con creces a los calentones que habían tenido en ocasiones pasadas en las que la conversación había subido de tono. El carisma de Iván y sus constantes piropos bien traídos hacían sonrojar a Daniela, que cada vez estaba más a gusto con él. Se notaba porque se dejaba llevar y repetidamente tocaba en el brazo de Iván. Cada vez que el cuerpo de Daniela rozaba el suyo, o que le dedicaba una de sus bonitas sonrisas, su sangre se calentaba.

Se les pasó el tiempo volando y tuvo que acercarse el camarero a avisarles de que el bar iba a cerrar, interrumpiendo una divertida anécdota de Daniela.
 - Anda, sí que es tarde... En mi habitación hay minibar, si quieres subimos y tomamos la última mientras te lo acabo de contar.
 - Claro, vamos.
Iván siguió a Daniela al ascensor con la cabeza atiborrada de dudas. Le encantaba Daniela, pero no sabía qué pensaría ella. Durante el breve viaje en ascensor hasta la octava planta, Iván no le quitó el ojo de encima a Daniela. Tenía un cuerpazo increíble. Se quedaba embobado mirando sus largas piernas brillantes y, gracias a ser un poco más alto que ella, también sus grandes pechos asomando por su pronunciado escote. Por suerte, ella se giró justo cuando él la miraba a la cara, y se sonrieron el uno al otro.

Se pararon frente a la puerta de la habitación de Daniela, mientras ella buscaba la llave en su bolso. A Iván le hervía la sangre. Miró a Daniela, tragó saliva y se lanzó a besarla. Le pilló por sorpresa y se quedó inmóvil, pero después le devolvió el beso. Se acariciaban y besaban apasionadamente junto a la puerta de la habitación, con Daniela apoyada en la pared. Primero se habían conocido Iván y Daniela, y ahora se conocían sus lenguas. Iván manoseaba el cuerpo de Daniela mientras se besaban. Pasó una mano por debajo del vestido y acarició sus muslos, lo que provocó que a Daniela se le escapara un profundo suspiro de excitación. Iván siguió subiendo la mano hasta acariciar su entrepierna caliente por encima de las bragas, para luego meterla por debajo. Sintió con sus dedos el húmedo coñito de Daniela, bien suave, sin un solo pelo. Pero ella también quería tocar. Metió su mano por dentro del pantalón de Iván y acarició su polla, que ya estaba dura. Eso le hizo sonreír. Metió la mano por dentro de los calzoncillos de Iván y agarró su pene con fuerza, para luego empezar a masturbarle lentamente. Mientras se tocaban, Iván recorría con sus labios los lunares del cuello de Daniela, besándolo con ansia, algo que sabía que le encantaba.

Daniela también besó el cuello de Iván, pero no se quedó ahí. Siguió bajando lentamente, acariciando el cuerpo de Iván, hasta acabar de rodillas entre él y la pared. Bajó un poco sus pantalones, lo justo para que su polla apareciese frente a su cara. Miró hacia arriba a los ojos de Iván y sonrió con malicia justo antes de dar un lametón desde la base de sus huevos hasta la punta de su glande. El contacto de la húmeda y caliente lengua de Daniela por todo su miembro le provocó un escalofrío de gusto.
 - Ufff... - Suspiró él.
 - ¿Te ha gustado? Pues acabo de empezar...
Iván miró a ambos lados para cerciorarse de que estaban solos y luego, más tranquilo, miró otra vez hacía abajo a tiempo para ver a Daniela meterse su polla en la boca. Fue una delicia para Iván sentir la boca de su amiga dándole placer. Usaba sus labios, su lengua, sus manos... Todo lo necesario para darle placer. Tan pronto le daba besitos dulces en el glande como se la metía entera en la garganta. El miembro de Iván era de buen tamaño, pero aun así no era obstáculo para su garganta.

Daniela disfrutaba enormemente devorando la polla de su amigo Iván. Podría pasarse así toda la noche. Sin embargo, él tenía otros planes. Levantó a su amiga del suelo, tirando de su mano, y le dio la vuelta poniéndola contra la pared. Daniela gimió de excitación. Iván metió la mano por debajo de su vestido y tocó su coñito. Lo notó caliente y mojado, preparado para la acción. Entonces levantó su vestido hasta la cintura, apartó su precioso tanga negro a un lado y penetró a Daniela. Se quedaron los dos inmóviles unos segundos. Iván estaba entusiasmado. Tanto tiempo fantaseando con su amiga Daniela y, por fin, estaba poseyendo su cuerpo. Lo que él no sabía es que, mientras él fantaseaba con eso durante todo este tiempo, ella también soñaba con sentirle dentro. Los deseos eróticos de ambos se estaban cumpliendo en el pasillo de la octava planta de un hotel.

Iván le acariciaba y besaba el cuello mientras la penetraba, disfrutando al mismo tiempo del aroma de su cabello. Ella apoyaba la cabeza y las manos en la pared, sintiendo cómo la polla de su amigo la atacaba desde atrás. Él le tapaba la boca para evitar que hiciera ruido gimiendo, pero aun así no podía callarla del todo. Los gemidos y el choque de sus cuerpos resonaban en el pasillo vacío. A Daniela le excitaba pensar que, aunque parecían estar solos, algún mirón podría estar observándolos a través de la mirilla de su habitación, atraído por el ruido de los gemidos, y masturbándose mientras los veía follar. Chorreaba solo de pensarlo. Y se puso aún más cachonda al notar los besos de Iván en su espalda.

De momento no habían sido interrumpidos, pero claramente tenía que acabar pasando tarde o temprano. Oyeron voces a lo lejos. Daniela notó que Iván reducía la velocidad de sus penetraciones.
 - No pares... - Le suplicó ella.
Iván volvió a acelerar el ritmo. Las voces y los pasos se acercaban por un pasillo contiguo.
 - Vamos dentro... - Propuso él.
 - No pares, Iván... Sigue...
Él seguía, pero los sonidos se acercaban cada vez más hasta el punto de poder aparecer en cualquier momento. Iván no quería parar, pero tampoco quería que nada estropeara su polvo con Daniela, así que sacó la polla del coño de su amiga y cogió su bolso para buscar la llave. Abrió la habitación tan rápido como pudo, volvió a coger a Daniela en sus brazos y se metió con ella en la habitación.

En cuanto hubo cerrado la puerta tras ellos, volvió a lanzarse a besar a Daniela. Si el primer beso había sido apasionado, éste era un beso más guarro, lascivo, y con el extra de notar la polla dura de Iván rozando el coñito de Daniela. Se desnudaron el uno al otro con el frenesí provocado por las ganas de seguir follando. Las cuatro manos se deshicieron de las prendas lo más rápido que pudieron hasta quedar ambos en ropa interior. Entonces Daniela tomó la iniciativa y condujo a Iván hasta la cama. Le empujó sobre la cama, dejándolo tumbado sobre ella. Desde ahí, Iván pudo contemplar con gusto el cuerpazo de su amiga, cubierto solo por un tanga negro y un sujetador a juego con transparencias, que dejaba ver sus pezones a través de ellos. En su cintura, un tatuaje de una media luna decoraba su cuerpo. Ese tatuaje que él tantas veces había visto en fotos. Daniela movía sensualmente el cuerpo mientras se desabrochaba el sujetador. Iván no podía evitar acariciarse el miembro ante la espectacular vista del cuerpazo de su amiga moviéndose para él. El sujetador cayó al suelo y dos preciosos y grandes pechos quedaron al descubierto. Daniela se masajeó las tetas sonriendo. Se dio la vuelta, ofreciendo a su amigo la bonita vista de su culo en tanga. Su culo era redondito y firme. Con un par de simples movimientos, Daniela dejó caer su tanga al suelo y lo apartó con el pie. Cuando se giró, presentó ante Iván su coñito completamente depilado.

Ya completamente desnuda, Daniela se subió a la cama donde le esperaba Iván, que solo llevaba los calzoncillos, con el miembro erecto saliendo por arriba. Daniela cogió con los dientes la tira de los calzoncillos y tiró hacia abajo hasta bajárselos del todo. Una escena muy excitante. Luego se los quitó de todo y, tras juguetear con ellos, los lanzó fuera de la cama. Daniela dirigió una mirada traviesa a Iván. Luego, una mirada hambrienta a su polla. Y segundos después, se la había metido de nuevo en la boca. Daniela estaba deseando follarse a Iván, pero también le encantaba chuparla, y había tiempo para todo. Le encantaba hacer mamadas. Disfrutaba enormemente lamiendo y mamando una buena polla. Se excitaba más y más oyendo los gemidos que provocaba en Iván con su boca. Fue muy difícil para él no correrse. Estuvo a punto un par de veces, pero lo evitó sacando la polla de la boca de Daniela y golpeando sus mejillas y su lengua con ella. Ella le sonreía cuando hacía eso. Se sentía un poco más cerda, y eso le ponía más cachonda. A Iván le encantaba la imagen de la cara de Daniela junto a su polla.

Cuando hubo lamido de nuevo cada centímetro de la polla de Iván, y de sus huevos, sintió que era el momento de darle caña. Se la sacó de la boca, quedándole hilos de saliva colgándole de la barbilla. Se subió encima de Iván y se sentó en su polla. Él sintió con mucho gusto cómo su miembro volvía a invadir el interior de su amiga Daniela. En cuanto se quiso dar cuenta, ella cabalgaba salvajemente encima de él, moviendo la cintura tan rápido cómo podía. Arriba y abajo. Hacia delante y hacia atrás. Daniela se movía cómo loca sobre la polla de Iván. Sus tetas botaban al ritmo de sus saltos. Iván la agarraba del culo y la azotaba de vez en cuando, lo que provocaba un impulso en su amiga, quien se desbocaba más y más. También aprovechaba la postura para amasar los senos de Daniela con las manos. Iván acompañaba con la pelvis los movimientos de Daniela, intensificando el choque entre cuerpos y, por tanto, la penetración. Con cada salto, Daniela notaba la polla de su amigo Iván clavándose en lo más profundo de ella. Saltó y saltó sobre él hasta llegar al orgasmo. Un genial orgasmo que la hizo gritar de placer y desplomarse sobre el cuerpo de Iván. El delicioso sonido de Daniela gritando su nombre mientras se corría es algo que Iván jamás podrá quitarse de la cabeza.

Fue un orgasmo intenso, tras el cual Daniela se quedó tirada en la cama, jadeando. Iván tomó el relevo y se arrodilló en la cama. Levantó el culo de su amiga, que en seguida levantó el torso apoyándose en la cama con las manos. Arqueó la espalda adoptando una preciosa postura a cuatro patas. Allí estaba Iván, quien tantas veces había imaginado tener a Daniela en esa postura, pletórico y excitado a más no poder. Se tomó unos segundos para observar a su amiga. Desde su pelo castaño cayendo por su espalda, pasando por las curvas de su cadera, hasta su culito decorado con un tatuaje de un lacito rosa justo al terminar la espalda. Acarició su coñito con la punta de su polla. Estaba ardiendo. Sin embargo, dirigió su polla hacia el otro orificio. Apretó con el glande sobre la entrada al culo de Daniela. Ella se giró y le miró.
 - Con cuidado... - Dijo, apretando los dientes.
Y así lo hizo Iván. Con cuidado y suavidad, su polla fue entrando poco a poco en el culo de Daniela hasta hacer tope. Ella se agarraba a las sábanas mientras se sentía invadida por la puerta trasera. No fue difícil que su culo se acostumbrara al miembro de Iván. Tras un par de penetraciones cuidadosas, ya estaba lista para follar sin miramientos. Las embestidas de su amigo eran cada vez más fuertes. Conforme aumentaba la dureza de las penetraciones, incrementaba también el placer de ambos. El apretado culito de Daniela era un placer para Iván, quien, por supuesto, no dejaba de azotarla. Con cada palmada suya en las nalgas de Daniela, un gemido de su amigo inundaba la habitación de hotel.

El sexo anal no es algo que Daniela permitiera a cualquiera, y menos aún si era el primer encuentro en persona, pero se sentía tan atraída física y mentalmente a Iván que estaba dispuesta a dejarse hacer cualquier cosa por él. Se sentía muy cerda dejándose encular por su amigo, y eso le encantaba. El colmo fue cuando Iván empezó a usar sus dedos para estimular su coñito al mismo tiempo que seguía dándole por detrás. Una ola de inmenso placer golpeó el cuerpo de Daniela. Un par de minutos después, otro orgasmo elevó a Daniela al séptimo cielo. Se corrió incluso con más fuerza que la primera vez. Sus gritos fueron más altos. Su cuerpo se retorció aún más. Justo cuando se corría, Iván tiró de su pelo y le metió la polla hasta el fondo. Alucinante. Menudo orgasmo. Siempre tenía los mejores orgasmos cuando se corría a cuatro patas.

Se desplomaron los dos en la cama, exhaustos, sudados y jadeando. Daniela se acariciaba su propio cuerpo, presa de una gran excitación post-orgasmo. Cuando recobró el aliento, miró a Iván, tumbado a su lado. Estaba boca arriba, con la polla durísima apuntando al techo. Acarició el pecho de Iván y le susurró al oído:
 - Iván... Ahora me toca a mí hacer que te corras...
Él sonrió. Daniela agarró su polla con la mano y empezó a masturbarle.
 - ¿Dónde quieres correrte? Te has ganado el derecho a elegir...
 - ¿Dónde lo quieres?
 - Mmmm... Ya sabes dónde me gusta.
Cada vez pajeaba a Iván más rápido.
 - En esa boquita preciosa...
Daniela sonrió. Efectivamente, era lo que más le gustaba. Recibir una buena corrida caliente en la boca. Limpió la polla de Iván con las sábanas de la cama, para luego volver a metérsela en la boca. Una vez más, el aliento de Daniela envolvió el miembro de Iván. Su lengua volvía a recorrer su polla. Sus labios volvían a rozar con su pene y a succionar sus huevos. Iván acariciaba el pelo de su amiga mientras disfrutaba del momento. No solo era un placer la mamada en sí, sino que mirar a los ojos a Daniela mientras la chupaba y observar el vicio con el que lo hacía, también era un espectáculo en sí mismo. Daniela se tomó en serio lo de buscar la corrida, porque la mamada frenética y sucia que hacía ahora no tenía nada que ver con la que le había hecho como preliminares en el pasillo del hotel.

Lametón por aquí y chupadita por allá hasta que consiguió su propósito.
 - Me voy a correr... - Gimió Iván.
A Daniela le brillaron los ojos.
 - Córrete en mi boquita, Iván. Vamos... Córrete...
Oír esto de la dulce voz de Daniela era música para los oídos de Iván. Ella, tras decir esto, volvió a meterse la polla en la boca y a chupar con ganas. Mientras lo hacía, notó el semen caliente derramándose en su boca. Chorros de esperma que caían sobre su lengua. Daniela saboreó con gusto la espesa corrida de su amigo Iván. Fue tragándoselo todo mientras él seguía eyaculando en su boca y gimiendo. Al acabar, volvió a clavar sus ojos en los de Iván, succionó las últimas gotas de su interior y se relamió con una sonrisa.

Abrazados y acariciándose suavemente el cuerpo desnudo el uno al otro, yacían Iván y Daniela tumbados en la cama de aquella habitación de hotel. Los pezones de Daniela clavándose en el pecho de Iván. El miembro de Iván rozando la pierna que Daniela tenía sobre él. Descansando del que fue el primero de varios fogosos polvos esa noche.





Este relato está inspirado en Iván (@personalfit27) y Daniela (@DanielaBratty), y está dedicado a ellos.








1 comentario:

  1. ivan personalfit2/6/19, 23:31

    Me ha gustado mucho, con la poco informacion que te di has sabido sacarle el maximo partido. Sigue asi tio! un saludo.

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