Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

lunes, 10 de abril de 2023

Amigos anónimos



Licki estaba tan nerviosa como excitada. Aún no podía creer lo que estaban a punto de hacer, y eso que había sido idea suya. Surgió como una idea loca durante una noche de juegos de beber entre amigos, pero ahora estaba a punto de hacerse realidad. Las cuatro chicas se miraron entre sí. Todas tenían una sonrisilla nerviosa en sus rostros. Tras despedirse tímidamente de los chicos, se adentraron en el oscuro pasillo y se metieron aleatoriamente en las cabinas individuales.

Licki se encontró en una pequeña cabina escasamente iluminada por una tenue luz. Solo había cuatro paredes y un taburete. Bueno, y un agujero. Licki miró el agujero de la pared y se le aceleró el corazón. Eso que había visto en tantos vídeos y con lo que tanto había fantaseado, pese a no saber si algún día se atrevería a probarlo, al fin estaba allí para ella. Un agujero a la gloria. Se sentó en el taburete, frente al agujero. No le convenció la pose, así que apartó el taburete y se arrodilló en el suelo. Así mejor. Se recogió el precioso pelo rojo en una coleta. Ahora sí estaba preparada. La cabina contigua estaba tan oscura que no se podía ver nada. Licki pensó en lo que estaba a punto de hacer y se sintió un poco cerda, pero eso la puso aún más cachonda. Notó que su entrepierna empezaba a humedecerse y no pudo evitar deslizar la mano por dentro de sus pantalones, acariciándose.

Un ruido en la cabina contigua interrumpió su precalentamiento. Oyó la puerta abriéndose y cerrándose. Unos pasos. Un cinturón desabrochándose. Una bragueta bajándose. Licki conocía bien ese sonido, que siempre le provocaba que la boca se le hiciera agua. Se relamió ante lo que estaba a punto de llegar. Y al fin llegó. Por el agujero apareció de golpe una polla que quedó a escasos centímetros de su boca. Su olor le invadió las fosas nasales. Pese a estar flácida, la polla era de un tamaño considerable. Licki se sorprendió, pues no sabía que uno de sus amigos estuviera tan bien cargado. Se quedó unos segundos mirándola, con tremenda curiosidad por quién sería el dueño de esa herramienta, pero saberlo habría quitado la gracia de aquel “juego”.

No se hizo de rogar. Levantó el flácido miembro hacia arriba y lo lamió desde la base hasta el glande. Le encantaba empezar así. Oyó un suspiro proveniente de la otra cabina, y eso la impulsó a dar otro lametón. Y luego otro. Y otro. Pegó su cara al agujero, alargando la lengua hasta conseguir acariciar con ella sus huevos. Siempre les prestaba la atención que merecían, pero ahora era incómodo. La gracia del agujero tenía sus desventajas. Hechas las presentaciones, Licki se metió la polla en la boca sin reparos. Jugueteó con la lengua en su interior mientras la abrazaba entera con sus labios. Comenzó a chupar con calma y suavidad. No tenía ninguna prisa. Notaba cómo el miembro se iba agrandando en su boca, otra cosa que le encantaba. Poco a poco, se fue dificultando mantenerla entera en la boca. Para cuando estuvo en su punto máximo de dureza, Licki solo tenía la mitad en la boca. Cuando se dio cuenta, comenzó a esforzarse por abarcar lo máximo posible.

Licki miró hacia arriba, pero desafortunadamente se encontró con una inerte pared ante ella. Fue un automatismo, buscando contacto visual, a causa de tenerlo tan interiorizado. Volvió la curiosidad por saber a cuál de sus amigos se la estaba chupando. Su imaginación voló. Los cuatro amigos pasaron por su mente, uno a uno, mientras Licki se imaginaba a sí misma arrodillada frente a ellos con la boca abierta, haciéndoles gozar. Mientras usaba una de sus manos para ayudar en la mamada, la otra hacía ya rato que había desabrochado su pantalón vaquero y se había colado por dentro de sus bragas. Era superior a sus fuerzas. Estaba tan cachonda que no podía evitar tocarse. Sus dedos entraban y salían de su coñito mientras la polla de uno de sus amigos entraba y salía de su boca.

La mamada iba aumentando de intensidad gradualmente. Al principio era posible controlarse y hacerla más lentamente, pero a esas alturas Licki ya no podía aguantarse. Sus movimientos eran mucho más intensos, nada que ver con cómo había empezado. Devoraba la polla. La comía con todas sus ganas. Licki se dio cuenta de que el hombre al otro lado del agujero se había contagiado de su intensidad, porque ahora que hacía movimientos pélvicos acompañando la mamada. Licki forzaba su garganta para poder tragarla entera, y lo conseguía. Sentía la polla clavarse en el fondo de su garganta cada vez que su movimiento hacia el agujero coincidía con el movimiento pélvico de él hacia ella. Esos esfuerzos generaban babas, que empapaban la polla y le goteaban por la barbilla. Licki notaba las gotas calientes cayéndole en el escote y resbalando por sus pechos. Por segunda vez, le dio rabia tener una pared entre ellos. De no ser así, ya se habría abalanzado sobre él para follar como locos.

Como solía ocurrir cuando Licki activaba el modo experto en una mamada, él no pudo aguantar mucho más. Experimentada como bien era ella, notó que estaba a punto de correrse. Ya había pensado en este momento antes de entrar a la cabina, y dudaba en qué haría, pero ahora no dudó ni un instante. Chupó y chupó hasta hacer que se corriera, y entonces siguió chupando. Recibió con gusto sus calientes y espesos chorros de semen en la boca, mientras oía sus gruñidos ahogados a través del agujero. Tragó lo necesario para que no se le escapara de la boca, pero los últimos retazos de corrida los mantuvo unos segundos en la boca, saboreándolos. Como si fuese capaz de adivinar quién de sus amigos estaba al otro lado de la pared solo por el sabor de su esperma. Rio internamente ante una idea tan cerda, y luego tragó. Una última gota brotaba del glande que tenía ante sí, así que posó sus labios y succionó. Finalmente, se despidió con un beso.

La polla desapareció por el agujero. Licki se echó hacia un lado, apoyándose en otra pared, jadeando. Aún tenía una mano en su entrepierna, y seguía tocándose. No podía parar. La mamada anónima la había dejado aún más cachonda. Miró al agujero, como deseando que apareciera una segunda polla por él, pero no. Se quedó un rato en el suelo, masturbándose. Le interrumpió la vibración del móvil. En un grupo de WhatsApp llamado “Glorijol” había un mensaje de uno de sus amigos avisando de que ya estaban todos los chicos fuera. Ya podían salir ellas. Licki se levantó, se abrochó el pantalón y se adecentó un poco. Sacó una botella de agua de su bolso dispuesta a dar un trago, pero se lo pensó mejor y no lo hizo. En su lugar se relamió con vicio. Respiró hondo y salió de la cabina.

Pasaron unos días y todos seguían respetando el pacto de silencio que habían hecho. Nadie podía revelar detalles que pudiesen desvelar el anonimato. Sin embargo, una semana después de aquella aventura oral, Licki se encontró una nota en su bolso. “Ojalá volver a sentir tu piercing. Fue increíble.” Licki cerró los ojos con resignación. “Joder…” susurró al darse cuenta.




Este relato está inspirado en una fantasía de mi amiga Lickitunga (@Lickitunga / @Licki_lickyy está dedicado a ella.




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