Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

lunes, 26 de agosto de 2024

Tercera persona

 

El móvil vibró. Ella sonrió nada más abrir el mensaje. Contenía instrucciones y una hora. Tenía algo de tiempo, así que primero se dio una ducha para estar bien limpia para Él. Salió del baño ya seca, pero aún sin ropa. Esa era la primera instrucción.
"Desnúdate"
Se dirigió al dormitorio. Miró el reloj de la mesita de noche. Quedaban unos minutos para la hora indicada. Abrió el primer cajón de la mesita y sacó un antifaz. Se cubrió los ojos con él, cumpliendo así la segunda indicación.
"Ponte el antifaz"
Miró hacia la luz que entraba por la ventana, comprobando que no se colaba por ningún resquicio del antifaz. Se tumbó desnuda en la cama. Abrió los brazos y las piernas, exponiendo todo su cuerpo. Había cumplido la última indicación.
"Túmbate en la cama"
20.00h
Los últimos minutos se le habían hecho eternos. Esperando, excitada. Al fin, escuchó la puerta abrirse y cerrarse. Luego, unos pasos que cada vez sonaban más cerca, hasta llegar a la habitación. Pero había algo extraño. Oía más pisadas de lo esperado. No parecían pasos de una persona, sino de dos. Se confirmó cuando unos pasos se dirigieron a un lado de la cama y otros pasos al otro lado. Uno debía ser Él, pero ¿Quién era el otro? Ella tuvo que frenar el intensísimo deseo de retirarse el antifaz para descubrir quién era esa tercera persona. No solo no lo hizo, sino que no movió ni un músculo, manteniendo su cuerpo desnudo totalmente al descubierto para ellos. Sabía que eso era lo que Él querría. Segundos de silencio. Estarían admirando su desnudez. Finalmente, unas fuertes manos la agarraron y le dieron la vuelta en la cama, colocándola boca abajo. Luego le juntaron las muñecas, y sintió el familiar tacto de las esposas de cuero atando sus manos. La excitación creció. La cama se movió al posarse sobre ella el peso de otro cuerpo. Uno que se había colocado detrás de ella, entre sus piernas. Su inconfundible olor corporal le hizo humedecerse al instante. No había duda de que era Él. Eso la tranquilizó. Se relajó. Pero se tensó de nuevo al sentir dos dedos en su sexo. Juguetearon un rato. Luego, los dedos fueron sustituidos por algo más largo y grueso. Para entonces ella ya estaba muy mojada. Entró sin dificultad. Primero lento, con cautela. Se intensificó eventualmente. Un leve gruñido llegado desde un lado de la habitación le recordó que había alguien más con ellos. Y era un hombre. Eso la inquietó, pero también la excitó. Sobre todo la excitó. Imaginó a un hombre observándoles y masturbándose, mientras Él la poseía. Limitada de movimientos y privada uno de los sentidos. Excitada al sentirse vulnerable a los deseos de su amado y entregarle su cuerpo para su disfrute. Con los ojos tapados, todo le llegaba por sorpresa. Y con las manos atadas, no podía resistirse. Aunque tampoco quería hacerlo. Los gruñidos de Él la volvían loca. Los intermitentes gruñidos del tercer hombre eran un punto extra de excitación. Gemidos de dos hombres distintos estimulando sus oídos. Por momentos incluso deseaba que el segundo hombre se uniera a ellos, pero eso no era decisión suya. Llegó un fuerte gruñido desde la esquina y luego silencio. Lo tuvo claro: el otro ya había acabado. Él no se inmutó. Siguió sobre ella, penetrándola sin descanso. Unos cuantos gruñidos después, soltó un gran gruñido final acompañado de una explosión que la desbordó por dentro. Ella se quedó inmóvil. Sintió un beso en la frente. Luego, sonidos de cinturones abrochándose y pasos alejándose de la habitación. La puerta abriéndose y cerrándose. Se quitó el antifaz y se quedó un rato tumbada boca arriba, asimilando lo ocurrido con una sonrisa en la cara.


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