Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

martes, 17 de noviembre de 2020

Amigos en confianza

 

La noche comenzó cuando llegamos mi novia y yo a la nueva casa de nuestros amigos. Nos abrieron la puerta con una amplia sonrisa, encantados de que hubiéramos ido a visitarles.
 - ¡Qué grande! - Exclamó Marina, mi novia, cuando pasamos al salón. - ¡Me encanta!
Era cierto que la casa en general y el salón en particular eran muy grandes.
 - Venga, os hacemos un tour rápido. - Ofreció mi amigo Daniel.
Marina y yo seguimos a Daniel y a su novia Raquel por la casa. El salón-comedor era muy moderno y estaba decorado con gusto. La cocina era muy amplía y completamente equipada. La habitación principal era preciosa y con una cama gigante.
 - La cama está genial. Y tiene buenos muelles, ya lo hemos comprobado. - Bromeó Daniel.
Reímos y continuamos por el pasillo hasta un baño limpio y arreglado. Además de plato de ducha, tenía también una bañera de buenas dimensiones.
 - Buena bañera. También lo hemos comprado, jajajaja. - Bromeó esta vez su novia Raquel.
 - No perdéis el tiempo, eh. - Dijo Marina.
 - Casa nueva... Hay que probarla, jajaja.
Tras echar un ojo a la habitación de invitados y al estudio, acabamos la visita asomándonos a la terraza.
 - Teníais razón. Bonitas vistas. - Reconocí yo.
 - En cuanto haga buen tiempo venís otra vez y comemos en la terraza al solecito. - Propuso Raquel.
 - ¡Vale! Qué guay. - A Marina le gustó la idea.
 - ¡El partido, tío! Que empieza ya. - Exclamó de repente Dani.
Dani me había invitado a su casa nueva para que viéramos el partido juntos, y fue una buena excusa para además visitar su casa nueva.

Marina y yo nos sentamos en uno de los cómodos sofás del salón. Dani y Raquel trajeron cervezas de la nevera y se sentaron en el otro. Vimos la primera parte del partido entre cervezas. Al llegar el descanso aprovechamos para pedir unas pizzas de cena. Así además no manchábamos la cocina.
 - ¿Fumáis? - Preguntó Raquel.
 - No. - Contesté.
 - Yo sí. - Contestó mi novia.
 - ¿Salimos?
Raquel y Marina salieron a fumar a la terraza. Yo las seguí con la mirada. Luego miré una vez más la gran casa que tenía a mi alrededor.
 - Está muy bien... - Comenté.
 - ¿La casa o Raquel? - Me soltó Dani.
 - La casa, hombre.
 - Ya, ya... He visto cómo la miras.
 - ¿Qué dices? Pero si ya nos conocíamos.
 - Y ya la mirabas antes, jajaja. ¡Que no pasa nada, Juan! Si es que está buena la cabrona.
 - La verdad es que sí que está buena, sí...
 - Y no veas el vicio que tiene. Siempre quiere caña.
 - Jajaja. Pues aprovecha, aprovecha.
 - Tú tampoco estás para quejarte, eh. Marina es un bomboncito.
 - Lo sé.
 - ¿Sigue haciéndote eso que me contaste?
 - Uf, tío. Es increíble...

Fuera, en la terraza, Marina y Raquel tenían su propia conversación.
 - Todas las mañanas, Marina. Todas. Se mete en la ducha cuando me estoy duchando y me da el desayuno, jajaja.
 - ¿Y la bañera?
 - La bañera es para cuando estamos románticos y nos apetece algo suave. La ducha es para darnos caña entre las mamparas. Es lo mejor para empezar el día con energía. Hazme caso, jajaja.
 - Nosotros somos más de por la noche, para liberar todo el estrés del día antes de dormir.
 - Eso también está bien.
 - Puedo saber cómo le ha ido el día a Juan solo por cómo me folla, jajajaja. Los días que tiene mucho estrés en el trabajo ni espera a la noche. Cuando llega a casa, donde me pille me empotra.
 - Esos momentos impulsivos son los mejor.

Después del cigarro, las chicas volvieron a entrar dentro. Dani y yo nos callamos al instante.
 - ¿Hablabais de nosotras o qué?
 - Sí, claro... No seáis egocéntricas. - Ironizó Dani.
 - Tampoco pasaría nada, eh. Estos culitos son como para no hablar de ellos, ¿sabes? - Dijo Raquel dándose una palmada en el culo y otra en el de Marina.
 - Contrólate, Raquel. - Le reprendió Dani. - Que cuando bebes tienes las manos muy largas.
 - ¡No pasa nada! - Restó importancia Marina. - Si me gusta, Juan lo sabe bien, jajajaja.
 - Vaya si le gusta... - Confirmé.
El alcohol había provocado que se soltaran nuestras lenguas, pero entre amigos había confianza.

Seguimos con las cervezas durante la segunda parte. Me atrevería a decir que los cuatro llegamos a coger el puntillo. Acabó el partido y, mientras seguíamos charlando, empezó una película. El cansancio fue haciendo mella en nosotros, ya que era bastante tarde, y nos fuimos embobando poco a poco con la película. Nos quedamos los cuatro viendo la película en la penumbra en la que se había quedado el salón al irse la luz del día tan progresivamente que ni nos habíamos dado cuenta. Entonces algo captó mi atención. En un momento en el que mis ojos se desviaron de la pantalla por un instante, me pareció ver movimiento en otro sofá. Miré de reojo, procurando que no se me notara, y confirmé mis sospechas. Bajo la fina manta que cubría a mi amigo y su novia se notaba claramente un movimiento suave, pero muy característico. Parecía que Raquel estuviera masturbando a Dani bajo la manta. Disimuladamente se lo conté a Marina susurrándole al oído. Ella también miró de reojo y luego me lo confirmó. Era una paja suave, pero era una paja. Y si ya estaba sorprendido por el atrevimiento de mis amigos, me sorprendí aún más cuando noté la mano de Marina colándose por mi pantalón. De reojo vi la sonrisa que puso cuando notó que se me aceleraba el pulso. Bajo nuestra manta, Marina me hacía lo mismo que Raquel a Dani. Disimulé como pude, pretendiendo parecer que seguía viendo la película, cuando en realidad solo disfrutaba de la suave mano de mi novia masturbándome lentamente. Fue inevitable que en otro momento se me fuera de nuevo la mirada hacia el otro sofá y lo que vi subió los colores. Tanto Dani como Raquel nos miraban, perfectamente conscientes de lo que ocurría bajo nuestra manta. Me invadió la vergüenza. Pude notar que a mi novia también. Y no solo eso, sino que los movimientos de Raquel ahora eran más rápidos. Ahora sí que le estaba haciendo una buena paja. Entonces Marina la imitó y comenzó a masturbarme con más intensidad.
 - ¿Qué haces...? - Le susurré, incrédulo por lo que estaba pasando.
Mi novia ni me contestó. Se limitó a girarse hacia mí, besarme y dedicarme una larga mirada a los ojos mientras seguía pajeándome bajo la manta.

Si aquella situación ya era suficientemente inesperada, lo que vimos cuando volvimos a mirar hacia el otro sofá nos impactó aún más. En la penumbra del salón parecía que Raquel había desaparecido y que Daniel era la única persona en el otro sofá. Sin embargo, enseguida nos dimos cuenta de donde estaba Raquel. Un bulto bajo la sábana delataba que la cabeza de Raquel se movía bajo la sábana. Y la expresión de placer de Daniel era la expresión de quien estaba recibiendo una buena mamada. Como si de una competición se tratase, Marina no quiso quedarse atrás. Se escabulló bajo nuestra sábana y engulló mi polla como si tuviera prisa. Como por arte de magia, todos los músculos que tenía tensos por la situación surrealista que me tenía nervioso, se relajaron al instante. Es como si mi mente hubiera hecho clic y decidido pasar de todo y disfrutar. Y eso hacía. Eché la cabeza hacia atrás en el sofá y me deleité con el roce de los labios de Marina alrededor de mi polla, la caliente humedad de su boca y el jugueteo travieso de su lengua.

Cuando volví a mirar a Dani él también me miró. Ambos sonreímos y pusimos cara de "menuda suerte tenemos con estas novias..." Y tras esto, a Dani se le ocurrió una maldad. Simplemente dejó caer la manta al suelo. A la vista de todos quedó Raquel mientras se la chupaba a mi amigo. A la vista de todos menos de la de Marina, cuya cabeza seguía bajo mi manta. Raquel ni se inmutó. Siguió chupando como si no le importase nada que le estuviera viendo. Siguiendo la dinámica de aquella noche, ahora nos tocaba a nosotros. Sin embargo, con lo vergonzoso y poco exhibicionista que soy yo, me costó un poco decidirme. Tampoco sabía si a Marina le haría gracia quedar expuesta. Pese a ello, cogí valor y me atreví. Estaba tan excitado que quería ver dónde llegaría esto. Dejé caer la manta y descubrí a Marina con mi polla en la boca. En un primer momento ella se quedó inmóvil, bajo la mirada de Dani y Raquel. Pero cuando vio la naturalidad con la que Raquel seguía su sesión de sexo oral, Marina se atrevió a seguir adelante y continuar su mamada a la vista de los demás. Llegados a ese punto, Raquel se la chupaba a Dani mientras que él observaba detenidamente a Marina chupármela a mí. Y viceversa, mientras mi novia me daba placer oral, no podía dejar de mirar a la novia de mi amigo comiéndosela con soltura, como si estuvieran ellos solos.

La verdad es que Raquel parecía estar haciéndolo de maravilla. Yo ya conocía de sobra la habilidad de mi novia con la boca, pero Raquel parecía estar a la altura. Ver a la novia de mi amigo hacer una mamada en directo me estaba excitando muchísimo, y me hervía la sangre cada vez que Raquel me miraba mientras seguía a lo suyo. Entonces, por un momento, interrumpió lo que estaba haciendo para decirle algo a Dani al oído. Él sonrió y asintió. Yo miraba interesado. Marina también dejó lo que estaba haciendo cuando vio que Raquel gateaba hacia nuestro sofá. Cuando llegó donde estábamos nosotros se acercó tanto a Marina que pensaba que la iba a besar, pero en realidad le susurró algo también a ella. Marina se quedó pensativa. Entonces fue cuando Raquel le plantó un sensual beso en los labios. Eso fue el último empujón que necesitó mi novia. Asintió y ambas sonrieron. Y entonces llegó la sorpresa. Marina bajó del sofá y se fue gateando hacia el otro sofá, donde esperaba Dani. Raquel, en cambio, se colocó entra mis piernas y me dio un lametón en la polla que me puso la piel de gallina. Por lo visto, ahora prefería estar arrodillada frente al sofá, entre mis piernas, en lugar de subida al sofá como antes. La postura me daba completamente igual. Lo importante era que su lengua recorría mi miembro como si analizase cada centímetro. 


La novia de mi amigo la chupaba tan maravillosamente como mi propia novia, pero evidentemente tenía ese morbo añadido que me ponía a mil. Dani y yo debíamos tener el miembro del mismo tamaño porque Raquel se manejaba con el mío con facilidad. Su forma de chupar era más suave que la de Marina, pero más cerda, con más vicio y babas. Parecía gustarle mucho comer los huevos porque cada dos por tres volvía a ellos. Con vicio, con ganas, envolviéndolos con su lengua. Lo que no sospeché es que me iba a excitar tanto levantar la mirada y ver a mi novia haciéndole una mamada a otro hombre. Nunca había hecho nada parecido ni había imaginado que me excitaría eso. Tal vez fuera por el calentón del momento, el morbo de la peculiar situación o lo que fuese, pero me excitó mucho ver a Marina con la polla de otro hombre en la boca. Y aun me excitó más notar que a ella también le estaba gustando. Eso se le notaba enseguida. De vez en cuando se giraba y sonreía con picardía al verme disfrutando de la boca de otra mujer. Por mi polla resbalaba la saliva de las dos mujeres, y era imposible tenerla más dura de lo que ya estaba, algo que Raquel estaba gozando. 

Los gemidos que venían del otro sofá se tornaron en gruñidos. Miré rápidamente a mi amigo Dani y mi novia Marina, a sabiendas de lo que estaba a punto de pasar. Raquel tampoco pudo evitar mirarles, aunque su lengua no cesó en ningún instante de juguetear con mi glande. La cabeza de Marina continuó sus movimientos en la entrepierna de Dani hasta que un largo gruñido dejó claro que se estaba corriendo en su boca. Como siempre hacía, mi novia no paró de chuparla hasta que Dani hubo eyaculado en su boca todo lo que tenía que ofrecer. Como si de una estrella porno se tratara, Marina se giró y abrió la boca para demostrar que se lo había tragado todo. Entonces Raquel volvió a girarse hacia mí y me dedicó una mirada de infarto. Una mirada que decía "ahora te toca a ti correrte". Una mirada que me dejó claro que estaba a punto de disfrutar de un orgasmo tremendo. Ahora Marina descansaba tumbada en el sofá con la cabeza posada en las piernas de Dani, a escasos centímetros de su ya flácido miembro. Raquel se volvió a meter mi polla en la boca y ya no la sacó hasta que me hizo correrme. Se entregó a fondo y en apenas un par de minutos más me hizo correrme en su boca. Apreté los puños, agarrándome con fuerza al sofá, al tiempo que descargaba todo mi semen en la boca de la novia de mi amigo Dani. Me dio la sensación que hacía mucho tiempo que no me corría tanto. Raquel no dejó de mirarme a los ojos ni un segundo mientras se tragaba toda mi corrida. Eso me encantaba. Tras succionar las últimas gotas que me quedaban, se giró hacia los otros dos y emuló a Marina, abriendo la boca para demostrar que ella tampoco derrochaba nada.



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