Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

domingo, 24 de julio de 2022

Volvemos a encontrarnos



Otro de tantos aburridos eventos de negocios. Estaba harto de ellos. Conversaciones políticamente correctas, sonrisas por compromiso… Todos eran iguales. Todos, excepto… Cuando aparecía ella. Aquella noche, como un ángel que se presenta cuando se le necesita, apareció de nuevo.


Un destello de color entre tanto triste gris. Un elegante vestido azul ceñido a una esbelta figura, con tirantes en los hombros y cayendo hasta las rodillas. Un reluciente cabello negro, ligeramente rizado, a la altura de los hombros. Unos ojos azul claro, a juego con el vestido.


Unas exuberantes curvas que me eran muy familiares. Una mujer de la que no sabía siquiera el nombre, pero de la que conocía hasta el último lunar de su cuerpo. Hacía mucho tiempo desde la última vez. Su simple imagen fue un disparador para mi libido.

Sonrió en cuanto me vio. No era una sonrisa cordial, ni una sonrisa cómica, sino una sonrisa traviesa. Una sonrisa de saber lo que iba a pasar a continuación. Me miró de arriba a abajo mientras sorbía de su copa, clavándome sus cautivadores ojos.


Encendió un fuego en mi interior que pocas mujeres consiguen despertar, y menos solo con mirarme. Mi sonrisa fue torpe, pero sincera. A nuestro alrededor volaban retazos sueltos de conversaciones sobre negocios, inversiones, donaciones… Pero en mi mente solo cabía ella.

Ella, con su forma de morderse los labios, con el jugueteo de su lengua con la aceituna de su Martini, con el brillo de sus lascivos ojos… Esos ojos, joder. En el brillo celeste de esos ojos se podía leer todo lo que deseaba hacer conmigo.


Sin dejar de mirarme, caminó lentamente hacia un lado de la sala hasta desparecer. La seguí. Me estaba esperando en el pasillo, apoyada en la pared, con ese semblante tan seductor y esa actitud tan segura de sí misma. Me acerqué a ella.

- Volvemos a encontrarnos. – Saludé, posando una mano en su cintura.
Me acarició la mejilla con el dorso de sus dedos, los cuales resbalaron por mi pecho y, para mi sorpresa, se colaron por dentro de mi pantalón, agarrando mi miembro con suavidad.
- Oh, sí. Hacía mucho tiempo…


El sonido de unos tacones acercándose nos alertaron de la señora que estaba pasando por detrás de nosotros. Tuve el impulso de separarme para disimular, pero un tirón de mi corbata me lo impidió, y pegó mi cuerpo al de aquella desconocida tan conocida para mí.

Sentí sus grandes senos aprisionados contra mi pecho. Ella seguía masajeando mi miembro, el cual comenzó a endurecerse en su mano. Se dibujó en su rostro una pícara sonrisa. Sacó la mano y se lamió dos dedos bajo mi atenta mirada.

- ¿Vienes? - Preguntó mientras atravesaba la puerta del servicio, pues ya conocía la respuesta.
Me encontré con un baño vacío, como si estuviera preparado para nosotros. Ella, apoyada en el mármol de los lavamanos. Miré la puerta, buscando un pestillo, pero no había.

- Así es más excitante, ¿no crees? - Dijo con voz sensual.
No había tiempo que perder. Me acerqué a ella con paso firme y le planté un beso que declaraba las ganas que le tenía. Mis manos palpaban todo su cuerpo. Mi lengua y la suya volvían a encontrarse después de tanto tiempo.


Sin dejar de besarla, la levanté para sentarla en el lavamanos. Deslicé los tirantes de su vestido y éste cayó hasta la cintura, liberando sus pechos. Unos preciosos senos grandes, firmes, bonitos… y decorados con esos lunares que tanto me alegraba de volver a ver.

Lamí sus tetas como si brotase miel de ellas. Me entretuve un poco con sus diminutos pezones, tan duros que me rasgaban la lengua. Deseaba probar cada centímetro de su cuerpo, así que seguí bajando.


Le levanté la parte baja del vestido dejando a la vista sus braguitas negras semitransparentes. Se las quité y dejé que cayeran al suelo. Finalmente, abrí sus piernas con las manos y hundí mi cara entre ellas. Exhaló un dulce suspiro en cuanto mi lengua contactó con su coño.

Mi lengua nadaba en su interior como si explorara una zona desconocida, lo cual no era así. Ella me agarraba el pelo con firmeza. Era una delicia oír sus tímidos gemidos. Hacía lo que podía por contenerlos. Repasé cada rincón de su coño perfectamente depilado.


Mi miembro endurecido me presionaba el pantalón, luchando por salir. Yo estaba deseando penetrarla. Me deshice de mi americana y comencé a desabrochar el cinturón. Acerqué mi pelvis a su entrepierna, pero ella tenía otros planes...

- Espera, cariño. Yo también tengo hambre.
Y otra vez su sonrisa pícara. Se deslizó hacia abajo hasta que su reflejo desapareció del espejo del baño. Cerré los ojos mientras ella acababa de desabrocharme el cinturón.

Sentía que el miembro me ardía. Fue un alivio sentir la humedad de su boca envolviéndolo. La ternura con la que su lengua resbalaba por él. La dulzura con la que acariciaba mis huevos al mismo tiempo, procurándome el mayor placer posible.


Sus preciosos ojos brillaban y me miraban en todo momento, analizando cada mueca de mi rostro. Se notaba que disfrutaba con lo que hacía. Y demasiado bien se le daba, pues yo sentía que de seguir así no iba a durar mucho. Pero quería penetrarla. Necesitaba penetrarla.

Como si me hubiera leído la mente, dio unos últimos lametones a mi polla y se levantó. Acercó sus labios a escasos centímetros de los míos.
- ¿Qué quieres ahora?
- Lo que quieras... - Contesté tímidamente, sin atreverme a más.
- ¡No! - Exclamó, y me sorprendió con un bofetón.


Su rostro se tornó serio por primera vez.
- ¿Qué coño quieres hacer ahora?
- Date la vuelta...
Otra de sus traviesas sonrisas evidenció que le gustó mi nueva respuesta. Se giró poniéndose contra el lavamanos. Se levantó el vestido por encima del culo y se inclinó hacia delante.

No esperé ni un segundo más. Le separé las nalgas con las manos y penetré lentamente su cálido coño hasta tenerla toda dentro. La saqué y repetí el movimiento.
- No tenemos toda la noche. - Soltó ella, mirando hacia atrás. Le tomé la palabra.

La sujeté de la cadera con mis manos y comencé a follarla con ganas. Rápido, fuerte, profundo… Era excitante mirar el espejo del baño y ver nuestro reflejo, con esa bella mujer en primer plano, con el pelo alborotado y sus pechos bailando al ritmo de mis embestidas…


Me iba a correr, pero no quería parar. Hasta el último segundo estuve dudando de si dejarme ir y seguir hasta el final. En el último momento, saqué mi miembro de su interior y eyaculé en su nalga, derramando mi corrida en su terso culo.


Nos quedamos inmóviles durante unos segundos, jadeando, mientras mi espeso semen resbalaba por su nalga y caía por su pierna. Recobrado el aliento, cogí algo de papel y limpié lo que yo mismo había manchado. Nos vestimos y aseamos sin mediar palabra.


Recogí mi americana y sus braguitas del suelo.
- Puedes quedártelas. - Me dijo, cogiendo sus braguitas de mis manos y metiéndomelas en la boca. - De recuerdo.
Me dejó estupefacto, allí plantado, y ella se fue hacia la puerta.
- Hasta la próxima. - Se despidió.









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