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domingo, 17 de marzo de 2019

Al desnudo



El profesor entró en el aula cuando ya estábamos sentados los pocos alumnos que asistíamos a la asignatura opcional de dibujo. Era una de las posibilidades para conseguir los créditos de libre elección en la universidad. Teniendo en cuenta las otras optativas, la clase de dibujo era una forma amena y entretenida de conseguirlos. Al menos para mí. Sentados frente a nuestros caballetes con las hojas en blanco, esperábamos las instrucciones del profesor para la clase de hoy. Empezamos el curo dibujando cosas sencillitas, al cabo de un tiempo ya dibujábamos paisajes bastante bien, y en la última clase habíamos dibujado cuencos de frutas y cosas por el estilo.

El profesor nos comentó que en esa clase dibujaríamos figuras humanas y, acto seguido, abrió la puerta para dar paso a alguien. Entró una joven en albornoz. Era muy guapa. Se quedó de pie, sonriendo con dulzura, mientras el profesor la presentaba como Juliana, una alumna de intercambio brasileña. Seguramente se había prestado como modelo a cambio de una remuneración económica que luego podría gastarse en las fiestas universitarias. Pese a la gruesa tela del albornoz, se podía intuir un bonito cuerpo. Solo por ver a esta mujer en ropa interior ya había merecido la pena apuntarse a la clase de dibujo.

El ejercicio estaba claro: dibujar a Juliana. Tras la breve presentación, el profesor nos indicó el tiempo el que disponíamos y le hizo un gesto a la modelo para que diera comienzo el ejercicio. Juliana se acercó a un diván que había en el centro del aula. Deshizo el nudo del albornoz ante la atenta mirada de todo, lo dejó caer al suelo y... ¡Sorpresa! Completamente desnuda. Estaba ilusionado esperando ver a esa belleza en ropa interior o bikini, pero no me esperaba esto. Su espléndido cuerpo totalmente al descubierto. Con total naturalidad, Juliana se soltó el pelo y luego se tumbó de lado en el diván, de cara a nosotros, los alumnos.

Nos costó unos segundos reaccionar, pero finalmente comenzamos a dar los primeros trazos. Lo primero era dibujar el contorno de su cuerpo, pero no sabía por dónde empezar. Comencé dibujando sus largas piernas que, perfectamente depiladas, brillaban bajo los focos del aula. Poco a poco, fui trazando las curvas de su cuerpo. Cuando acabé, me deleité con su bonita silueta. Ahora tocaba dar detalle al dibujo. La entrepierna fue fácil. Al tener las piernas cruzadas, lo único que se veía era el vello púbico recortado en forma de raya vertical. Una bonita raya negra en el paraíso. Le quedaba realmente bien. A esas alturas, ya me resultaba tremendamente difícil controlar mi erección. Yo luchaba por evitarla, pero con esa belleza desnuda frente a mí, era imposible controlarme. Mi postura estando sentado ayudaba a disimularlo. No se me notaba, pero, bajo el pantalón, mi polla estaba bien dura.

Por si fuera poco, ahora me tocaba detallar la mejor parte del cuerpo de Juliana: sus tetas. Eran grandes, redondas, firmes, bonitas... Las tuve que borrar y volver a dibujar varias veces porque nunca conseguía que le hicieran justicia. El dibujo nunca llegaba a plasmar suficientemente bien lo bonitas que eran. Sus pezones, rosados y pequeños, los dibujé duros, tal y como estaban en la realidad. Después solo me quedaba el rostro de Juliana, que es lo que más complicado me parecía, y dar forma a su pelo ondulado que le caía por un lado. Tras ello, unos remates finales, unas sombras, unos retoques, y el dibujo estaba acabado.

Tardé más de lo normal en acabar ese ejercicio porque me costaba apartar la mirada del bonito cuerpo de aquella estudiante brasileña. Mi mirada recorría cada centímetro de su piel. Mi mente imaginaba mil fantasías con ella. Por su expresión facial y naturalidad, a Juliana no solo no le importaba que le estuviéramos viendo desnuda, sino que además parecía disfrutarlo. Indudablemente tenía una vena exhibicionista. Acabó la clase y Juliana se puso de nuevo el albornoz, se despidió de nosotros y se marchó. El profesor discutió con nosotros la calidad de nuestros dibujos el tiempo suficiente para que se me bajara la erección y pudiera levantarme de la silla.

Después de tener esa modelo, la siguiente clase de dibujo ya no podía mejorar más. Sin embargo, ante la sorpresa de todos, la clase no mejoró, pero sí se igualó. De nuevo el profesor dio paso a una Juliana sonriente en albornoz. Esta vez adoptó una pose distinta, sentada de lado en un taburete. Desde luego una postura más incómoda, pero la estudiante de intercambio aguantó el tipo sin perder la sonrisa. Otra vez mis ojos volvieron a perderse entre sus curvas, entre los detalles de su cuerpo y la expresión traviesa de su cara. Una vez más, mi miembro no pudo aguantar la sensualidad de ese cuerpo y creció en el pantalón.

Este ejercicio fue más rápido. La nueva pose de Juliana hacía que hubiera menos detalles que captar. En este caso, al acabar, Juliana no se fue directamente, sino que se quedó durante la evaluación del profesor y fue paseándose viendo nuestros los dibujos en silencio. Con la clase acabada y el profesor encaminándose hacia la salida, Juliana se acercó a mí y me comentó que mi dibujo era el que más le gustaba. Disimulé mi excitación cómo pude mientras hablaba con ella.
 - Qué cara de vicio me has puesto. - Comentó entre risas.
No recuerdo lo que contesté, pero no sería nada inteligente.
 - ¿Cómo te llamas?
 - Juan. Encantado.
Juliana hablaba perfectamente el español.

El resto de los alumnos ya se había ido. Quedábamos Juliana y yo. Pasó la hoja para ver el dibujo de la clase anterior. Lo repasó con atención.
 - También está muy bien.
 - Gracias...
 - Pero los pechos... Parecen pequeños. Los míos son más grandes.
 - Bueno, sí...
No sabía qué decir. Para mi sorpresa, Juliana dejó caer el albornoz hasta la cintura, descubriendo sus pechos.
 - ¿Ves?
Me quedé embobado. Mi mirada se perdió en sus senos. Ella juntó los brazos aprisionando sus tetas.
 - No están mal, ¿no?
 - No, no... Son geniales...
Juliana me puso la mano en la entrepierna, palpando mi pantalón.
 - Sí, ya veo que te gustan.
Me acariciaba y sonreía.
 - Venga Juan, puedes hacerlo mejor. Vuelve a intentarlo.
Dio dos pasos hacia atrás y dejó caer del todo el albornoz. Su impresionante cuerpo desnudo quedó expuesto solo para mí. Tartamudeé. Ella insistió en que la dibujara. Empecé a hacer trazos en una nueva hoja en blanco. Estaba muy nervioso. Empecé a sudar. Ella estaba disfrutando. Reía viéndome sufrir.

Tras un corto periodo de tiempo, que a mí se me hizo eterno, no conseguí dibujar gran cosa. Juliana se cansó de posar de pie para mí. Se acercó y me acarició. Yo me quedé inmóvil. Empezó a desabrocharme el cinturón. Me puse aún más nervioso, pero obviamente deseaba seguir adelante. Bajó la cremallera del pantalón. En cuanto tiró un poco de la goma de mis calzoncillos, mi polla, bien dura, salió a flote. Juliana sonrió y la acarició de arriba a abajo. Me masturbaba lentamente.
 - Vamos a probar con otra pose. Dibújame así...
Mi corazón se aceleró en cuanto vi que se agachaba lentamente. En cuanto sus rodillas tocaron el suelo, me bajó del todo los pantalones y empezó a lamerme la polla. Fueron unos pocos lametones, en seguida se la metió en la boca. Los suaves labios de Juliana recorrieron todo mi miembro.
 - Oye Juan, dibújame o paro, eh.
Pasé otra hoja más y comencé un nuevo dibujo.
 - Si me gusta el dibujo pasamos a otra pose. - Me dijo, para luego guiñarme un ojo al tiempo que su lengua jugueteaba con mi glande.
Nunca había dibujado nada parecido, así que me resultó muy complicado. Mucho más teniendo en cuenta la distracción extra. Sentado en un taburete, me concentraba en plasmar sobre el papel a aquella estudiante de intercambio brasileña que, entre mis piernas, se esmeraba en darme placer. Cada vez que volvía a mirar hacia abajo, me encontraba con los ojos de Juliana clavados en los míos. El brillo que despedían dejaba claro que disfrutaba con mi polla dura en la boca.

Acabé el dibujo lo más rápido que pude. Estaba regular. Se conseguía distinguir una cara con un pene en la boca, pero no se parecía a Juliana. Se levantó y miró el dibujo. Su saliva goteaba por mi polla.
 - No se parece a mí...
 - No es fácil. - Me excusé.
 - No te lo has ganado, pero tienes suerte de que tenga muchas ganas de follar.
Me plantó un beso con lengua que me quitó el aliento. Mientras me besaba, me levantó la camiseta y la tiró al suelo. Se subió encima de mí en el taburete en el que estaba sentado y sentí mi miembro, totalmente lubricado por sus babas, deslizándose en su interior hasta hacer tope. Nos quedamos quietos, con mi polla entera dentro de Juliana. Me volvió a besar. Al tiempo que su lengua jugaba con la mía, Juliana empezó moverse sobre mi cuerpo. Mi miembro salía de su coño lentamente y volvía a entrar de la misma forma. Sus grandes tetas se restregaban contra mi cuerpo. Notaba sus pezones duros clavados en mi pecho. Cuando no me besaba en la boca, me besaba el cuello. Lo mordía. Saltaba sobre mí con energía, follándome a buen ritmo. Hacía unos movimientos increíbles con la cintura, que me hacían gozar de lo lindo. Samba brasileña.
 - Vamos Juan, dame caña... - Me susurró al oído sin dejar de moverse. - Fóllame bien...
Esas palabras me activaron de inmediato. Se apoderó de mí un fuego interno. Me levanté de golpe, llevando a Juliana en mis brazos. Un par de pasos hacia el centro del aula y me arrodillé dejándola tumbada en el suelo. Sus piernas alrededor de mí. Su mirada brillando de vicio. Se la metí de golpe, hasta el fondo. Gimió. Cerró los ojos y apretó los dientes. Volví a hacerlo. Y otra vez.

Tirados en el suelo de la clase de dibujo, hundía mi polla en lo más profundo de la estudiante de intercambio. Ella me agarraba del pelo por detrás de la cabeza mientras disfrutaba de mis embestidas. Era una delicia ver cómo se movían sus tetas naturales con cada penetración. Eran muy bonitas. Las lamí. Chupé sus pezones. Metí mi cara entre ellas. Todo ello sin dejar de follarme a Juliana, que soltaba unos dulces gemidos muy sensuales. De vez en cuando se colaba alguna palabra entre sus gemidos, y siempre eran para animarme a que le diera caña. Me azotaba el culo mientras me pedía más. Yo me movía todo lo rápido que podía entre sus piernas. Ni siquiera bajé el ritmo cuando Juliana llegó al orgasmo, durante el cual me clavó las uñas en la espalda y los dientes en el cuello. Soltó expresiones en brasileño mientras se corría. Por cómo sonaba, parecía bendecir a Dios y suplicarme que no parase. No pensaba hacerlo.

Cogí las piernas de Juliana y las acerqué entre sí, apoyando sus pies en mis hombros. Seguí penetrándola, ahora en esa posición. Al tener las piernas juntas, la fricción de mi polla en su interior era mucho mayor. El placer se intensificó. La flexibilidad de Juliana era increíble. Con las penetraciones más profundas, sus piernas se flexionaban hasta casi tocarse los hombros con ellas. Le avisé de que me iba a correr. Me pidió que aguantara. Lo intenté, y lo conseguí durante unos minutos, pero volvió a asomar el clímax. Juliana no quería parar, pero yo no podía más. La saqué de su interior para no correrme dentro.
 - Píntame Juan... Píntame de blanco con tu pincel... ¡Jajajajaja!
Se quedó tumbada con los brazos y las piernas extendidos, moviendo sugerentemente su cintura en el suelo. Me masturbé observando su precioso cuerpo. Sus curvas, su coñito, sus tetas, sus ojos que brillaban delatando su deseo de que me corriera sobre ella, su sonrisa pícara que evidenciaba las ganas que tenía de que mi semen caliente salpicara su cuerpo... Y eso hice. Chorro tras chorro, mi corrida fue saliendo despedida y cayendo sobre el cuerpo de Juliana, pintándolo de un blanco semitransparente. Por su zona púbica, por su vientre... Los chorros más fuertes llegaron hasta sus tetas. Cuando acabé de correrme, me quedé mirándola. Con mucha sensualidad, usó un dedo para recoger un poco de la corrida que había caído sobre sus tetas y se la llevó a la boca.
 - Mmmmm.... Delicioso.
Luego se esparció mi semen por el cuerpo con las manos, mientras se retorcía en el suelo. Un espectáculo. Estuve a punto de endurecerme otra vez por contemplar esa imagen tan cerda como sensual.



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